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Almuñécar contra la corrupción

La lista más votada

La lista más votada

Julio Anguita

Una de las cuestiones que mejor refleja la degradación de las declaraciones políticas es el doble y contradictorio discurso con el que se analizan y valoran situaciones concretas según el lugar donde éstas se produzcan. Una fuerza política de carácter estatal o autonómico no debe usar dos pesos y dos medidas; simplemente por ética, rigor y coherencia. E igualmente digo de la ciudadanía.

Las candidaturas que sin obtener la mayoría absoluta han sido las más votadas piden que las otras asuman sin más su "derecho" a gobernar en autonomías o entidades locales. De esta manera se expresan Rajoy o López Aguilar (PSOE) en Canarias. No hacen otra cosa que subrayar lo que piden en cientos de localidades fuerzas políticas de variadísimo signo. El lema es llamativo y causa impacto: "la mayoría de la ciudadanía ha dicho quién debe gobernar". Se debe llegar a un acuerdo en esta materia por simple profilaxis mental y mínima formación democrática. Que el PSOE de Sevilla, Jaén o Córdoba reclamen lo contrario y se inclinen por acuerdos postelectorales no hace sino avalar la falta de seriedad en una cuestión tan importante. IU comparte en nuestra capital esta última posición.

Conviene subrayar que la fuerza política más votada, sin llegar a la mayoría absoluta, es, strictu sensu , la minoría mayoritaria. Y tal condición evidencia que son mayoría absoluta los que no la votaron ya que optaron por otros. ¿Dónde se sustancia entonces la formación de la mayoría absoluta necesaria para gobernar? ¿Vamos a un sistema de doble vuelta como el francés?

Quien resulte electo o electa por el simple hecho de ser minoría mayoritaria y no acuerde un mínimo programático común ¿cuánto durará en el cargo si se produce una moción de censura? Ir hacia la Alcaldía a pecho descubierto, olvidando que al día siguiente hay que gobernar y conseguir obligatoriamente acuerdos y consensos con los demás, es una insensatez que sacrifica el proyecto por un instante de gloria. Nunca mejor viene al dedo el dicho popular del pan para hoy y hambre para mañana . Recuérdese el tiempo que necesitó en 1996 José María Aznar para conseguir los apoyos a su investidura; los cuales, por cierto, le vinieron de la mano de Jordi Pujol y Javier Arzalluz . No se arriesgó a una Presidencia sin base ni respaldo parlamentario.

A los hombres y mujeres que han sido votados para formar consistorios les hemos dado nuestra representatividad para decidir sobre cosas muy importantes y entre ellas la de elegir alcalde. ¿Les quitamos esa prerrogativa? ¿Cambiamos la legislación para que el alcalde sea elegido directamente en todos los lugares de la geografía hispana?

Los pactos, las transacciones y los acuerdos forman parte no solo de la actividad política sino de la vida ciudadana. ¿No se transige y acuerda en las relaciones familiares, laborales y sociales? El problema de los pactos no radica en que éstos existan sino en sus contenidos; en sus programas, en sus propuestas y, sobre todo, en la claridad y limpieza metodológicas con que se realizan. Y es ahí donde la ciudadanía debe estar vigilante y atenta. Engancharse a una consigna es fácil por lo simplista y cómodo; hacer el seguimiento de algo es más difícil porque exige dedicación, reflexión y voluntad de saber. La condición de ciudadano o ciudadana no se resuelve en votar y hasta la próxima.

Hace 24 años el PCE, que había gobernado con mayoría absoluta en Montilla, perdió tal condición y en las elecciones de 1983 fue la minoría mayoritaria en votos. El acuerdo entre el PSOE y la entonces AP hizo alcalde al candidato del PSOE. Mis compañeros montaron en cólera y organizaron protestas de todo tipo. La dirección provincial del PCE me mandó a dar la opinión de la misma sobre el hecho. Entendí las frustraciones, quejas y rabias de mis camaradas pero dejé claro que la ley era la que había y debíamos atenernos a ella. Uno de los principios democráticos y del llamado Estado de Derecho es aceptar que Dura lex sed lex . Naturalmente que la ley puede cambiarse y desde luego tendrá mi apoyo aquella que contemple un sistema proporcional puro, la comunidad autónoma como circunscripción electoral y la formación de un Colegio Nacional de Restos. Mientras tanto no conviene confundir los deseos con la realidad ni muchísimo menos elevar a categoría de principios democráticos la frustración, el desencanto o la contrariedad.

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