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Los reaccionarios del Partido Popular

Los reaccionarios del Partido Popular
Francisco Umpiérrez Sánchez
“El Partido Popular mantiene dos discursos: uno oficial, dirigido a proporcionar su imagen aparente, donde se presenta como un partido del pueblo y constitucional, defensor de la igualdad y de los derechos de los pobres; y otro subterráneo, dirigido a las bases, donde se perfila como un partido que no cree en la igualdad, desprecia a los pobres y concibe un mundo dirigido por el sector bárbaro de la clase media”

Paso primero a transcribirle uno de los muchos pensamientos reaccionarios del Partido Popular, que refleja no a una burguesía ilustrada y avanzada sino a una clase media bárbara y reaccionaria. Su rechazo al socialismo burgués es de tal calibre que su pensamiento se puede catalogar de precapitalista o sencillamente de vulgaridad extrema. No sólo incurre en el error clásico de los economistas vulgares, que captan las relaciones económicas entre los hombres tal y como se presenta en la superficie de la sociedad sin indagar su fondo oculto, sino que incurre en la enorme ignorancia de creer que el mundo está compuesto por dos clases sociales: la clase media trabajadora y los haraganes. Por no saber, esta burguesía no sabe ni tan siquiera que la burguesía fue en su tiempo una clase revolucionaria e hizo grandes contribuciones a la evolución de la humanidad. Pero escuchemos a estos reaccionarios, que bajo el título de “La España de los sociolistos” dicen las siguientes barbaridades:

Versión clásica de la fábula de la hormiga y la cigarra

La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra tiritando, sin comida y sin cobijo, muere de frío.

Versión española de los sociolistos

La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra tiritando organiza una rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida cuando quiere, cuando hay otros, con menos suerte que ella, que tienen frío y hambre.

La televisión organiza un programa en vivo en la que la cigarra sale pasando frío y calamidades y a la vez muestran extracto del video de la hormiga bien calentita en su casa y con la mesa llena de comida. Los españoles se sorprenden de que en un país tan moderno como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras que hay otros que viven en la abundancia. Las asociaciones contra la pobreza se manifiestan delante de la casa de la hormiga. Los periodistas organizan una serie de artículos en los que cuestionan como la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra e instan al gobierno a que aumenten los impuestos de la hormiga de forma que las cigarras puedan vivir mejor.

Respondiendo a las encuestas de opinión, el gobierno elabora una ley sobre la igualdad económica y una ley con carácter retroactivo, antidiscriminación. Los impuestos de la hormiga han aumentado y además le llega una multa porque no contrató a la cigarra como ayudante en verano. Las autoridades embargan la casa de la hormiga, ya que esta no tiene suficiente dinero para pagar la multa y los impuestos. La hormiga se va de España y se instala con éxito en Suiza. La televisión hace un reportaje donde sale la cigarra con sobrepeso, ya que se ha comido casi todo lo que había mucho antes de que llegue la primavera.

La antigua casa de la hormiga se convierte en albergue social para cigarras y se deteriora al no hacer su inquilino nada para mantenerla en buen estado. Al gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios. Una comisión de investigación que costará 10 millones de euros se pone en marcha. Entretanto la cigarra muere de una sobredosis. La cadena de radio La Ser y la cadena de televisión TVE comentan el fracaso del gobierno para intentar corregir los problemas de desigualdades sociales. La casa es “okupada” por una banda de arañas inmigrantes. El gobierno se felicita por la diversidad cultural de España (La Alianza de Civili…MAMONES)”.

El carácter bárbaro de esta concepción

La concepción de los creadores de esta fábula es bárbara por varias razones: una, porque no concibe las clases sociales en interdependencia, dos, porque no vincula la extrema pobreza con el exceso de riqueza, tres, porque manifiesta un absoluto desprecio a las organizaciones que luchan contra la pobreza, ¡y después los defensores de esta concepción se llaman cristianos!, cuatro, porque concibe los impuestos como un robo, quinto, porque promueve el delito fiscal, sexto, porque se burla de las leyes que promueven la igualdad, ¡y después dicen que respetan y defienden la constitución!, séptima, porque es xenófoba, y octava, porque rechaza que las distintas civilizaciones del mundo se entiendan

Las hormigas son socialistas

Los creadores de esta fábula son tan cortos de pensamiento que dividen a la sociedad en dos clases: los que trabajan (las hormigas) y los que no trabajan (la cigarra). Cuando en realidad todo el mundo sabe que las dos clases principales de nuestra sociedad son los capitalistas (los creadores de empleo) y los trabajadores (los empleados). Supuestamente los creadores de esa fábula entienden que los capitalistas son las hormigas y los trabajadores y representantes de los trabajadores son las cigarras. Pero esta analogía está tan mal escogida que hasta el más tonto de los humanos sabría que es inadecuada. ¿Por qué? Porque si hay en el mundo animal una especie socialista y más que socialista esta no es otra que la hormiga. Las hormigas se nos presentan siempre en masa, lo hacen todo en colectividad: trabajar, alimentarse y procrear. Las hormigas son el mejor ejemplo de socialismo y de la necesidad de la primacía de la propiedad pública. Así que utilizarlas como ejemplo analógico para luchar contra el socialismo sólo puede ocurrírseles a personas cortas de mente y reaccionarias de corazón.

La burguesía y el disfrute

Lo gracioso de esta fábula es que nos dice que quienes no trabajan, los socialistas, se pasan el verano riendo, bailando y jugando, mientras que los capitalistas supuestamente se lo pasan trabajando y sufriendo. ¡Serán estúpidos! ¿Para que tienen los grandes capitalistas sus grandes mansiones y sus descomunales servicios? Será para disfrutarlos. No será para llorar ni para trabajar. Otra cuestión más que pone al descubierto lo absurdo de esa concepción: ¿Por qué existen los cruceros de lujo y los hoteles de lujo? ¿Por qué existen automóviles y joyas con precios astronómicos? Será porque hay unas clases sociales que tienen mucho dinero y disponen de mucho tiempo libre para el disfrute, la alegría y el juego. ¿Quién puede ignorar que en el mundo de hoy hay un sinfín de parásitos que viven de las rentas, que viven sin trabajar, y que son capitalistas y no socialistas? ¿En qué mundo viven estos reaccionarios del Partido Popular? En el mundo limitado e iluso del sector bárbaro de la clase media, que no es capaz de sacar la cabeza más allá de las cuatro paredes de su negocio y de su hogar, que cree que la única clase que trabaja y tiene derecho al descanso y al disfrute es ella. Sin duda que los reaccionarios del Partido Popular son una manada de mentecatos.

El derecho de propiedad basado en el trabajo propio

Estos reaccionarios del Partido Popular son tan ignorantes que no saben que si se defendiera que el derecho a la propiedad estuviera basado en el trabajo propio, si el trabajo fuera el medio por el que se midiera el derecho a la riqueza, habría que expropiar de sus propiedades a muchísimos capitalistas. Porque muchas fortunas serían totalmente inexplicables como fruto del trabajo propio. Y esto lo saben los economistas convencionales, los defensores del sistema capitalista: defender que el trabajo sea el criterio para medir cuánto monto de riqueza corresponde a cada ciudadano sería el derrumbe de la propiedad privada. De ahí que la economía convencional, la teoría economía capitalista moderna, defienda que el trabajo es un factor circunstancial en la creación del valor. Sin duda que los creadores de esta fábula no saben en el mundo que viven e ignoran las ideas de los grandes representantes teóricos del capitalismo contemporáneo. Son, por lo tanto, unos enanos mentales.

El doble discurso del Partido Popular

El Partido Popular mantiene dos discursos: uno oficial, dirigido a proporcionar su imagen aparente, donde se presenta como un partido del pueblo y constitucional, defensor de la igualdad y de los derechos de los pobres; y otro subterráneo, dirigido a las bases, donde se perfila como un partido que no cree en la igualdad, desprecia a los pobres y concibe un mundo dirigido por el sector bárbaro de la clase media. ¡Qué lejos está esta burguesía, por cultura, conciencia y acción, de la burguesía francesa del XVIII! ¡Qué atraso!

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