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Almuñécar contra la corrupción

Cuando al voto útil se le queda cara de gilipollas

Cuando al voto útil se le queda cara de gilipollas

Mariano Cereijo

Si el voto útil de izquierda es para frenar el avance de la derecha, es cierto que en algunas comunidades se puede lograr dicho objetivo, pero en otras el efecto es el contrario al deseado. En Lleida por ejemplo, si hubo al menos 4300 de los antiguos electores de ERC que abandonaron su partido para votar al PSOE, hay que decirles que lograron el efecto adverso al esperado. Sus votos no hicieron sumar ningún escaño más al PSOE y adelgazaron tanto a ERC que el PP se comió el que los nacionalistas tenían antes.

En Barcelona, si IU hubiera retenido 1100 votos arrebataría el escaño que CIU y PP se disputan. Ahora vamos a suponer un caso hipotético. Vamos a suponer que los coeficientes de CIU y PP están alejados por encima o por debajo de los del PSOE y IU. Si IU, en ese caso, hubiera sumado 7600 votos más de los que obtuvo, le hubiera quitado un escaño al PSOE.

En Asturias, con los votos de IU de hace cuatro años y con el objetivo de restar representación a la derecha, hubiera sido más práctico y sencillo desde el punto de vista matemático que el voto útil fluyera del PSOE hacia IU y no al revés.

Conclusión: la campaña del miedo y el voto útil que el PSOE logra arrancar de otros partidos gracias a ella, no siempre logra restar a la derecha, sino que puede lograr que sume (casos de Lleida y Barcelona). En otros casos no se producirá un transvase de escaños derecha a izquierda, sino de izquierda a izquierda, por lo tanto, no se resta nada a la derecha (caso hipotético de Barcelona). En otro caso, el voto útil para alejar a la derecha no comprendería que el partido pequeño perdiera votos a favor de uno grande, sino al revés (caso de Asturias).

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