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El Día del Orgullo Pureta

El Día del Orgullo Pureta

Con el debido permiso y sin él quería decir que estamos aquí los puretas de 40, 50, 60 años y más, con dos cojones por banda y ovarios a toda vela, que no nos hemos muerto aunque nos quieran matar y que vamos a dar por saco muchos años, lo siento por los modernos, posmodernos y demás miembros/as del pensamiento débil. Personalmente, me lo paso bomba con lo que veo: los Jóvenes Aunque Suficientemente Preparados (JASP) por todas partes. Les deseo suerte desde la última generación realmente pensante que queda: la de los puretas. Ya después llega la generación del huevo frito, huevo duro, huevo pasado por agua, eso es lo que hay: algo o mucho de desparpajo y de mala leche, idiomas, informática y a vivir y a medrar, no hay más cera que la que arde. A trabajar sobre la base del huevo, o sea, del mercado, eso no es que ya no se cuestione, es que no se sabe ni que se puede cuestionar.

Hay un segmento poblacional que lo cuestiona, por ejemplo en el periodismo, pero está acojonado, dentro de la ley del silencio y de la espiral del silencio. Qué ¿qué es eso, me dices, querido JASP? Que te lo cuenten tus padres, si se acuerdan. Me lo paso bomba viendo a la gente echándole la culpa a Zapatero o a Rajoy de la crisis, buscando asociaciones diversas y actividades múltiples para darle sentido a sus vidas anodinas, cansinas y miserables.

Hay puretas que se han acomodado y han acomodado a los JASP, a los que han lavado el coco con eso de que viven en democracia y libertad. Pero estamos otros que seguimos en la brecha. Eso sí, desde hace decenios se aplica contra nosotros una especie de limpieza étnica, un laminado generacional, una lenta noche de los cuchillos largos, sólo se nos saca de casa de vez en cuando para darle apariencia de pluralismo a algún sarao. Les explico para que se enteren también los JASP.

Antes de cascarla Franco, estábamos por todas partes: en los movimientos culturales, vecinales, sanitarios, estudiantiles, periodísticos, profesionales en general. Y, claro, en eso que se llamaba movimiento obrero. Nos agrupábamos en círculos primero clandestinos y luego tolerados. En ellos sabíamos más o menos quién era quién, incluso quién era homosexual, lesbiana, feminista, creyente o ateo. Eso no importaba, allí no nos parábamos a medir cuotas ni leches porque estaba asumido que: a) El enemigo era Franco y el mercado y que cuando muriera Franco llegaría una democracia como la que tenemos aunque, eso sí, nunca sospechábamos (al menos yo) que llegaría a tal grado de estupidez, ajena a lo que es el pensamiento ilustrado y de izquierdas; b) Todos éramos iguales, éramos seres humanos con igualdad de derechos, los homosexuales a veces estaban al frente de una movida y lo sabíamos. No pasaba nada, eran competentes para eso y bastaba. Como las mujeres. Nuestras feministas tenían claro que no se trataba de mujer u hombre sino de contexto intrínsecamente violento y era contra ese contexto contra el que había que ir: machos y hembras de la mano. Lo de las Bibianas y sus idioteces ha llegado después, con los de los cuarenta años de vacaciones.

Pero tras el óbito del Generalísimo (ningún país puede presumir de haber tenido no ya a un general sino a un generalísimo, opino que las estatuas que queden no se muevan de donde estén) se cambió todo para que todo siguiera igual. Hacían falta unos tontos útiles que hicieran lo feo y ahí surgió el PSOE que hizo el trabajo sucio que debía hacer la derecha: las reconversiones industriales, por ejemplo. Hubo follón pero al estar haciéndolo Felipe la cosa fue menos mala. Y Felipe nos llevó a la modernidad y a la OTAN (el pobre salió medio llorando en la TV pidiendo el sí porque, de lo contrario, se irían los inversores extranjeros, entre otros desastres).

Felipe nos dijo que la historia empezaba en 1982, cuando él ganó las elecciones (y en Andalucía, desde entonces siguen sus chicos en la poltrona, por voluntad popular, por supuesto) y que había que educar a los niños para que no se frustraran. Entonces inventó la LOGSE que ha idiotizado a los jóvenes (y a los JASP); no aguantan ni media hostia de frustración vital. Claro, en ese contexto de modernidad, los puretas, los reaccionarios pero de la izquierda, no pintábamos nada, ya el PSOE se había unido de facto a la UCD, a los banqueros, a los empresarios grandes, a la Iglesia… En la Transición (que no fue modélica sino que se construyó con bastantes muertos y represiones fuertes) el PSOE pidió la reforma del sistema, no la ruptura, lo malo es que nunca hizo la ruptura y aún estamos padeciendo eso. Había que eliminar a los que querían ir más de prisa, a los restos del pensamiento crítico. También eso fue tarea del PSOE y de su grupo Prisa: inventaron nuevos “intelectuales” y “escritores” e impulsaron a otros que estaban ahí y que no se habían mojado nada cuando había que mojarse. Entre eso y los conversos tenemos el panorama actual. El remate de los tomates lo han puesto los de IU y el PCE, que llevan desde 1986, por lo menos, de disputas internas, sin rumbo y con enormes prejuicios.

La maniobra, de todas formas, ha sido magistral: se quita de en medio a los disidentes a través de la purga, del silencio y la marginación y de esa forma las nuevas generaciones van creciendo muy preparadas en forma pero no en fondo. Si a los seres humanos les arrebatamos el método y a sus enseñantes y maestros, podemos hacer con esos seres lo que queramos. Pero eso no quiere decir que los puretas no sigamos erre que erre. Sin embargo, hay que ser conscientes de que la maniobra incluye que nos vayamos muriendo poco a poco y con nosotros nos llevemos nuestra transgresión. Quedarán tal vez unos pocos discípulos. Los compadezco y desde ya los animo a organizarse y a unirse como una piña en un grupo de presión firme y sólido. O se los comerán como están haciendo con nosotros que nos sentimos orgullosos de ser quienes somos y no tenemos que pasearnos por ahí a proclamarlo con la bendición de ministros y artistas “progresistas” y conversos. Nos quieren devorar pero somos huesos duros de roer y nuestra carne es dura y fuerte, atributos que otorgan los años y la condición de corredores de fondo.

 

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