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Almuñécar contra la corrupción

El reparto del trabajo y el poder de la estupidez

El reparto del trabajo y el poder de la estupidez

Dean Baker

La burbuja inmobiliaria y la posterior crisis fueron el resultado de la incompetencia extrema de los máximos responsables económicos del país. De algún modo, esta gente no se percató, o no se preocupó, de los peligros de los 8 billones de dólares de la burbuja inmobiliaria.

Por desgracia, a los que formulan la economía no les ocurre como a la mayoría de los empleos donde los trabajadores son despedidos cuando cometen graves errores. Así que la gente que hundió la economía es en su gran mayoría parte del mismo grupo que aún está diseñando hoy en día la política. Ahora este grupo de economistas incompetentes nos dice que vamos a tener que soportar cinco años más de altos niveles de desempleo.

Sin embargo, el resto del país no debería estar forzado a sufrir aún más porque estos hacedores de la política económica no pueden dominan su oficio. Sabemos cómo conseguir que baje la tasa de desempleo. Keynes nos enseñó hace más de 70 años que solamente tenemos que gastar dinero para eliminar el desempleo masivo. La gente trabaja a cambio de dinero, si el gobierno gasta, entonces la gente trabajará. Es bastante sencillo.

Pero los halcones del déficit parecen tener en gran parte cerrado este camino. Los miembros del Congreso piensan de algún modo que están ayudando a nuestros hijos dejando sin trabajo a sus padres.

Afortunadamente, podemos incluso encontrar un camino para crear empleos que puede dejar satisfechos a los halcones del déficit.  Se llama "reparto del trabajo". El punto básico es tan simple que incluso un economista puede entenderlo.

En vez de pagar a los trabajadores para estar desempleados –en la forma de subsidios de desempleo– podemos pagar a los trabajadores para que permanezcan empleados, pero trabajando menos horas. En efecto, para evitar que un trabajador sea despedido, varios trabajadores recortan tiempo en el trabajo y disminuyen una pequeña parte de su paga. Alemania y Holanda han usado esta vía para impedir que sus tasas de desempleo aumenten a pesar que han experimentado más acusadas depresiones que los EEUU. 

Este sistema funciona en Alemania de la siguiente forma. Una empresa rebaja las horas de sus trabajadores un 20%. Entonces el gobierno aporta el 60% de la paga perdida (el 12% del total). Se espera que la empresa apoquine el 20% de la paga perdida (4% del total) y el trabajador termina llevándose a casa un 4% menos de su salario.

En este escenario el trabajador acaba trabajando el 20% menos de horas a cambio de una reducción del 4% de su salario. Esto puede significar, por ejemplo, que el trabajador acabe trabajando cuatro días a la semana en vez de cinco. Dados los ahorros de gastos relacionados con el trabajo, como el transporte y el cuidado de los niños, la mayoría de trabajadores terminaría casi seguro en una mejor situación bajo el sistema de reparto de trabajo que en las actuales circunstancias.

Aunque la economía ya haya pasado su fase de rápida pérdida de empleos, un gran número de trabajadores pierde los suyos cada mes mediante el desbarajuste de empleo normal de la economía. Cada mes, las empresas despiden cerca de dos millones de trabajadores. Estas pérdidas de empleo se compensan en gran medida por los contratos realizados por otras empresas, de manera que el saldo neto en empleos ha sido poco negativo en los últimos meses. Sin embargo, si pudiéramos tan solo reducir la tasa de pérdidas de empleo un 10%, ello equivaldría a crear unos 200.000 empleos adicionales por mes, es decir, 2'4 millones al año. Esto nos llevaría al pleno empleo en dos años, en lugar de los cinco o seis como se prevé actualmente.

Existen otros beneficios potenciales del trabajo compartido. La reducción del tiempo de trabajo podría ofrecer a las empresas una oportunidad para adoptar prácticas de trabajo más compatibles con la vida familiar. Por ejemplo, podrían adoptar una política de permiso familiar pagado o días por enfermedad pagados a modo de prueba a lo largo de la recesión.

También podría haber beneficios ambientales por la reducción de las horas de trabajo. Supongamos que todos trabajaran cuatro días a la semana, de modo que el número de desplazamientos diarios al trabajo se redujeran el 20%. Esto reduciría substancialmente la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la idea y vuelta de casa al trabajo. El hecho de que los europeos tienden a trabajar menos horas que nosotros es indudablemente una de las principales razones de que sus emisiones de carbono por persona sean alrededor de la mitad de las de EEUU.

Ya existen 17 Estados que disponen de programas de reparto del trabajo. Hay proyectos de ley en el Congreso y en el Senado que podrían fortalecer estos programas y dar apoyo a otros Estados para emprender los suyos. Si el Congreso se toma en serio la lucha contra el desempleo, actuará en estos proyectos de ley.

Dean Baker es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy.

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