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Moral, ética y estética

Moral, ética y estética

Antonio Juan Romero. Diputado de IU en Almería

En esta sociedad en gran medida idiotizada; posiblemente su mayoría no sepa que la cultura helena ha sido en gran medida la cuna de nuestra civilización. Aquella estaba basada en algo que nosotros hoy día lo usamos de manera muy coloquial y a veces sin saber lo que realmente significa: Democracia.

Esta palabra y el desarrollo de la misma, que lleva implícito una serie de virtudes intrínsecas ya se empleaba en el tipo de gobierno de hace más de 25 siglos. Y a pesar de los miles de años que han pasado, siguen existiendo monarquías, dictaduras y oligarquías que para nada representan la libertad como lo hace la democracia.

En aquella época existió una de las mayores batallas dentro de la literatura griega, La batalla de las Termópilas, que posteriormente marcó a occidente, a sus historiadores y a lo que ha sido ulteriormente, la mal llamada “cultura occidental”.

Esta batalla significó una de las mayores lecciones de moral, ética y cultura crítica desde entonces a nuestros días. Un pequeño grupo de hombres libres,-espartanos-, mandados por Leónidas, lucharon y defendieron hasta con su muerte el estrecho de las Termópilas, luchando contra un inmenso número de enemigos imperiales que guerreaban bajo el látigo de la dictadura y la monarquía absoluta reinante en Persia. El grupo de hombres libres decidía dónde, cómo y contra quién luchaban; algo que en aquella época contrastaba frontalmente con la noción oriental del despotismo y la monarquía imperante. En este caso, los espartanos, probaban la libertad como la idea más fuerte por la que una persona puede dar su vida. Algo que ha quedado en la historia, y que tan pocos conocen.

Hoy, en la inexistente cultura occidental, todavía hay personas que piensan que esto de la democracia es algo superado, y que ya no hay vuelta atrás. ¡Qué incautos! No ven que, en este corto espacio de tiempo que llevamos desde esa mal llamada transición hasta ahora se están dando pasos agigantados en contra de la democracia; algo que desde hace muchos siglos ha venido costando tantas y tantas muertes.

Pero no sólo eso, posiblemente lo peor es que no distingan o perciban ante sus narices a los espartanos actuales. “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Si antes se defendía la democracia generalmente de manera espartana, hoy se defiende normalmente con la palabra y el dialogo, a través de los parlamentos y foros existentes en las distintas instituciones; aunque de vez en cuando, se suela emplear la guerra como excusa para salvar la democracia. Cuando en realidad, son los intereses más espurios del sistema actual imperante en esta sociedad adormecida, los que están en el fondo del asunto.

Claro, el trayecto entre el político que realmente defiende las ideas demócratas del partido en el que milita a otros que entienden la política como una mera excusa con la que lucrarse, prostituyendo los principios de la ideología que supuestamente defiende; es un camino totalmente diferente y que en un corto espacio no tiene más remedio que exhibir su engaño.

En una sociedad abocada al individualismo egoísta y pedante; que mira para otro lado su propio desmantelamiento, o lo que yo he llamado algunas veces, la reconversión social; son caldos de cultivo, para que determinados arribistas de la política, de aprovechados del esfuerzo de esos espartanos que con piel de cordero aplican fórmulas contrarias a las que supuestamente deben defender; campando a sus anchas y confundiendo a quienes depositaron su confianza en ellos. Personas cambiantes de careta ideológica, sumidos en una necedad supina de lo que significa hoy ser la izquierda de este país. Individuos faltos de la más mínima formación, acogidos al código indigno de estar siempre en la crisis de este invierno, donde más calorcito haga en cada momento.

Son estas personas, proyectos de aprendices de representantes públicos, que no saben ni quieren saber nada de las virtualidad que tiene que ser inherente en la clase política. Las virtudes y los valores espartanos de la moral, la ética y la estética.

El parar al capitalismo depredador es cuestión espartana, y ahí tenemos que estar todas las personas que somos de izquierdas, además de todas aquellas que así se consideren y quieran desarrollar junto a nosotros este proyecto ilusionante emprendido por la coalición de IU. Más aún, aquellas que nos hemos presentado ante parte de la sociedad pública española, como los defensores de la res pública, de la ética, de hacer participes a la sociedad en sus propias decisiones, de la estética de nuestra labor y de la presencia ante la sociedad a la cual representamos, de personas-ejemplo en valores cívicos; aglutinadas y organizadas en ese gran ejercito espartano que es IU.

Los representantes del pueblo no tenemos ni debemos por qué ser el reflejo general e idéntico de esta parte de sociedad idiotizada. Al menos, yo no.

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