Blogia
Almuñécar contra la corrupción

Lluvia de estrellas

Lluvia de estrellas

Tomás Hernández. Costadigital

Leo que la fortuna y el buen hacer de nuestro edil nos va a traer más lluvia de estrellas que una noche de ‘perseidas’ en pleno mes de agosto.

Semejante constelación caerá sobre nosotros en forma de extraordinario conjunto hotelero, de tal nivel, de tal calidad, que los hoteles de cinco estrellas resultarán cuartuchos de fonda ante tal esplendor. Tal será su magnitud y su grandeza que se ha unido el número mágico siete a sus estrellas. Un hotel de siete estrellas. Uno en Dubay, país donde por cierto son bien recibidos los congresos de negacionistas del holocausto auspiciados por el gobierno. Otro en Grecia, cuyas ruinas son todavía ejemplos de mesura y equilibrio. Y el tercero, nosotros.

Desde que tuve noticia de tan extraordinario acontecimiento no he dejado de recordar el breve cuento de Borges (‘Los dos reyes y los dos laberintos’) sobre el esplendor y la simplicidad, y lo he leído esta mañana. Habría algunas cosas que decir de lo que enseña ese corto relato de Borges sobre la soberbia urbanística y la eficacia de lo simple. Pero no es ésta la ocasión, creo.

El hotel supernumerario en estrellas, y las villas, también extra-estrelladas y lujosas, y carísimas, se alzará sobre un monte pelado y de tierra  insegura, cuyos primeros costurones de cemento para afianzarla se ven, descarnados y grises, desde aquí. Cuesta pensar que en esa verticalidad del monte pueda alzarse semejante emporio. Pero así será, al parecer.

Cuesta pensar que la carretera de acceso a esa suntuosidad palaciega sea el carril semiasfaltado y lleno de socavones que une la nacional 340 con la entrada a La Herradura por el este. O la tortuosa carretera y con amenazas de desprendimiento de Cotobro.

Dice la publicidad que esta maravilla arquitectónica y turística se alzará en primera línea de playa. Y es cierto, si te despeñas desde el balcón. Si no, hay que hacerse unos kilómetros para llegar a la espuma.

Pero, sobre todo, por no aburrir con observaciones que están a la vista, lo hecho, hecho está. Y los apartamentos de los que ahora abomina nuestro edil, ‘turismo de todo a cien’ los llama en una nueva ingeniosidad, se alzaron con su beneplácito, también con el de otros, y los hoteles donde pernoctan los ‘comedores de pipas’, contaron con su visita en las inauguraciones.

Aspirar a la calidad es legítimo. Desearla para los demás, altruista.  Pero, ignorar, quien gobierna, la realidad en la que pisa, es peligroso.

Y para terminar, una recomendación del documental ‘Las riberas del mar océano’:
‘El litoral es algo más que un vacío edificable’.

0 comentarios