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IU vota en contra de la reforma de la negociación colectiva que el gobierno saca adelante tras un pacto con la derecha nacionalista

IU vota en contra de la reforma de la negociación colectiva que el gobierno saca adelante tras un pacto con la derecha nacionalista

Gaspar Llamazares ha votado hoy en contra de la reforma de la negociación colectiva que el Gobierno ha logrado sacar adelante ‘in extremis’ tras el pacto de última hora para lograr su abstención realizado con las formaciones de la derecha nacionalista de CiU y PNV, tras tener el apoyo de antemano de Coalición Canaria y los socios conservadores del PSOE en Navarra de UPN.

En sus intervenciones durante el turno en contra y de réplica al ministro de Trabajo para defender su rechazo a esta norma que ahora debe ser tramitada como proyecto de ley, Llamazares denunció que “no es cierto que el real decreto-ley en su redacción final se sitúe en un punto de equilibrio, no es un real decreto salomónico entre las posiciones conocidas de la patronal y de los sindicatos”. Alertó sobre que esta reforma “aumenta el margen de discrecionalidad del empresario en materias muy importantes como el tiempo de trabajo, la movilidad funcional, la modalidad de contratación, la clasificación profesional o los descuelgues, sin avanzar paralelamente en la participación de los trabajadores y de sus representantes en estas decisiones empresariales”.
 
TRANSCRIPCIÓN COMPLETA DE LAS PRIMERA INTERVENCIÓN DEL DIPUTADO DE IU
 
Señorías, el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds ha pedido turno en contra de la convalidación del Real Decreto-ley 7/2011, de negociación colectiva, porque supone, en primer lugar, un nuevo sacrificio inútil a los mercados, un nuevo motivo de indignación de los ciudadanos, un nuevo recorte del Gobierno, un recorte desequilibrado -no es verdad que se quede a medio camino-, y un nuevo servicio por parte de este Gobierno a la derecha.
 
Señorías, esta propuesta de reforma de la negociación colectiva en primer lugar no responde a las necesidades, porque una propuesta de estas características entre los dos sujetos requiere necesariamente lograr un acuerdo social, respetando la autonomía de las partes, y no tiene ese acuerdo; porque cualquier reforma unilateral como ésta de la negociación colectiva que no recoja el compromiso fruto del diálogo social es un caldo de cultivo para el conflicto, y así lo han dicho los propios sindicatos; y en tercer lugar, porque el contenido de la reforma es regresivo y desequilibrado, y fortalece el poder empresarial recortando los derechos de los trabajadores de forma importante.
 
Este real decreto, señorías, es una decisión unilateral del Gobierno que ni siquiera recoge los compromisos alcanzados en el proceso de negociación, ni los criterios básicos acordados en el AES. No es cierto que el real decreto-ley en su redacción final se sitúe en un punto de equilibrio, no es un real decreto salomónico entre las posiciones conocidas de la patronal y de los sindicatos.

Por el contrario el real decreto-ley se aleja de las bases del acuerdo que se habían establecido en la negociación. Esta reforma, señorías, aumenta el margen de discrecionalidad del empresario en materias muy importantes como el tiempo de trabajo, la movilidad funcional, la modalidad de contratación, la clasificación profesional o los descuelgues, sin avanzar paralelamente en la participación de los trabajadores y de sus representantes en estas decisiones empresariales.
 
En primer lugar, la famosa apuesta por la flexibilidad interna, como ya se hizo en la anterior reforma laboral, acaba por incrementar el poder discrecional de los empresarios y cuestionar la negociación colectiva, otorgando mayor poder al empresario en detrimento de la flexibilidad negociada y con participación sindical, que era la que se había propuesto en el marco de negociación. La flexibilidad interna debería significar la ampliación de los derechos de participación sindical en los centros de trabajo…
 
En primer lugar, decía, la famosa apuesta por la flexibilidad interna -como ya se hiciera en la reforma laboral- acaba por incrementar el poder discrecional de los empresarios cuestionando la negociación colectiva. Se otorga mayor poder al empresario en detrimento de la flexibilidad negociada y con participación sindical, que era lo que estaba encima de la mesa. La flexibilidad interna debería significar la ampliación de los derechos de participación sindical en los centros de trabajo, pasando de un simple derecho de información a un derecho de consulta y a una negociación efectiva y a un acuerdo en esta materia.
 
Por otro lado, la reforma apuesta por la prevalencia aplicativa del convenio de empresa sobre el convenio sectorial en materias básicas como el salario, y posibilita que el ámbito de la empresa se pueda regular a la baja en las condiciones de trabajo. Los sindicatos han advertido que esto significa una vulneración de los derechos de los trabajadores y que puede generar un indeseable y contraproducente dumping social, al facilitar que las empresas compitan entre sí en debilitar las condiciones de trabajo y de salarios de los trabajadores.
 
En segundo lugar, los sindicatos denuncian también que además en materia de legitimidad se abre una vía peligrosa a los sindicatos corporativos a través de los convenios franja. En el ámbito de negociación, señorías, no debe ser la categoría, sino el sector o la empresa, favoreciendo con ello intereses corporativos de grupo de trabajadores en una empresa en detrimento del interés general.
 
Por último, señorías, la reforma impone a las partes un arbitraje vinculante que de manera forzosa deberá resolver las divergencias durante la negociación de los convenios, cuando se haya superado el plazo máximo de negociación fijado. Todo parece indicar que esto puede ser anticonstitucional. En todo caso lo cierto es que se trata de un retroceso que debilita a los trabajadores, que en el caso de desacuerdo en la negociación de un convenio deberán estar a la espera de una resolución arbitral, que evidentemente en ningún caso mejorará el contenido del convenio vencido. En suma, un real decreto-ley que incide en los aspectos más regresivos de la reforma laboral en materia de negociación colectiva, al fortalecer de nuevo el poder de la dirección empresarial debilitando los derechos de los trabajadores.
 
La negociación de los interlocutores sociales para acordar esta reforma del marco legal de negociación colectiva se frustró, señorías. Se frustró porque la patronal entendió que el contexto económico actual, la crisis, legitima y es una oportunidad para debilitar a los sindicatos y aumentar el poder empresarial. Pero también se frustró porque tuvo en cuenta la debilidad del Gobierno, la debilidad del Gobierno que se hace palmaria simplemente comparando -termino- el primer anteproyecto con lo que nos llega a la Cámara. En unas horas pasamos de las musas al teatro, en unas horas endureció su contenido convenientemente, abandonando cualquier equilibrio sobre la base de los compromisos ya alcanzados en el proceso de negociación de los interlocutores sociales, y a los criterios básicos acordados en el AES.
 
Termino; al final, ni acuerdo social en una materia tan sensible ni, en su ausencia, una reforma que compatibilice la flexibilidad interna con la seguridad, la protección y la participación de los trabajadores. Señorías, el peor escenario social y político posible. Muchas gracias.
 
RÉPLICA DE LLAMAZARES AL MINISTRO DE TRABAJO
 
Señor ministro, esta reforma de la negociación colectiva -repito- no deviene de una iniciativa pactada entre los dos interlocutores sociales, entre sindicatos y patronal, esta negociación y esta reforma la propone el Gobierno por la presión de los mercados. Es una nueva reforma del tenor de la reforma laboral y con las consecuencias de la reforma laboral, que en estos momentos sabemos que no contribuyó ni a la recuperación económica ni a la mejora de la calidad del empleo con el abaratamiento del despido.
 
En segundo lugar, una reforma que se produce en un contexto de desacuerdo entre los agentes sociales -lo dicen los propios sindicatos y la patronal- es una reforma abocada al fracaso y fuente de conflictos; y por tanto, señor ministro, totalmente innecesaria. En tercer lugar, frente a los argumentos de que ha hecho gala en su intervención, únicamente le voy a leer los argumentos sindicales, los argumentos unitarios de los sindicatos.
 
En relación con el convenio de empresa, consideran que la apuesta que hace el real decreto por la prevalencia aplicativa del convenio de empresas sobre el convenio sectorial, en materias básicas como el salario, posibilita que en el ámbito de la empresa se pueda regular a la baja las condiciones de trabajo, posibilita el dumping y posibilita convenios franja, que debilitan objetivamente a los trabajadores y a los sindicatos.
 
En relación con el arbitraje vinculante, los sindicatos rechazan el real decreto y rechazan la imposición a las partes de tal arbitraje vinculante porque rompe con el actual sistema de solución de conflictos, que es un sistema voluntario, y dudan de su constitucionalidad.
 
En tercer lugar, para los dos sindicatos, con respecto a la flexibilidad interna, mejora las expectativas empresariales al disponer de un mayor margen de actuación discrecional en materias como el tiempo, la movilidad, etcétera, sin mejorar en absoluto la posición de los representantes de los trabajadores en cuanto a la participación en estas decisiones de flexibilidad interna, que era la condición de los sindicatos en la mesa de negociación.
 
En cuarto, y último lugar, dicen los sindicatos que la reforma incide en los aspectos más regresivos de la reforma laboral en materia de negociación colectiva, fortaleciendo el poder de la dirección empresarial, en perjuicio de los derechos de los trabajadores.
 
Ese es el resumen, señoría, que demuestra que una reforma no acordada es un fracaso y una fuente de conflictos. Pero, señoría, la presentan ustedes a la Cámara al final de la legislatura, a una Cámara que puede hacer que el 5 por ciento de horas de flexibilidad termine en 15, que puede hacer que planteamientos que ustedes hacen sobre la ultraactividad terminen peor todavía. Presentan, además, esta propuesta desequilibrada en un contexto de mayor desequilibrio, de mayor frustración y de mayor respuesta fundamentalmente a los mercados y no a los ciudadanos. Muchas gracias.

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