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Almuñécar contra la corrupción

Los liberados patronales

Felipe Villa

Las patronales de este país, agrupadas en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), reciben muchíisimo dinero público que emplean básicamente para atacar a todo lo público. 35000 liberados patronales y 400 millones de euros de dinero público, esos fueron los números. 

Toda la CEOE, incluidas las confederaciones territoriales y sectoriales (tipos de agrupaciones en que está dividida la patronal), mueve al año 587 millones de euros. Ese fue su presupuesto de ingresos y de gastos para el año 2010, de acuerdo con los datos de la memoria anual de la propia institución. Gran parte procede del dinero público.

La cifra marea si se tiene en cuenta que es más del doble del presupuesto con el que cuentan el Congreso de los Diputados y el Senado juntos (231 millones) y casi la mitad del gasto en ayudas que pudo hacer Vivienda en 2011. Su poder no sería tanto si no pudieran sufragar parte de sus gastos gracias al dinero de todos los contribuyentes.

Un 68% de esos ingresos de 587 millones, aproximadamente 400 millones, procede de subvenciones públicas, tanto del Estado como de las comunidades autónomas.

Es necesario saber, además, que las empresas privadas españolas tienen a 35.000 personas que se dedican a defender sus intereses a jornada completa a través de la estructura de la CEOE. Son los silenciosos LIBERADOS PATRONALES. Comparativamente, los trabajadores cuentan con una defensa ínfima, pues la representación sindical es mucho menor: 4.200 liberados sindicales luchan por sus derechos en las compañías.

Son cuentas de la propia CEOE, que implican que el bando sindical cuenta con un soldado a tiempo completo por cada ocho que pelean en el bando empresarial. Las retribuciones de los empleados de la patronal salen en parte de las cuotas empresariales, pero también de las subvenciones públicas, que son la principal fuente de ingresos de la CEOE.

El sindicalismo laboral no le gusta al poder, pero sí el “sindicalismo patronal”, cueva de ladrones y corruptos, como Díaz-Ferrán o Ruiz-Mateos, especializados en vivir a costa del trabajo de otros.

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