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Almuñécar contra la corrupción

El inútil Tribunal de Cuentas

El inútil Tribunal de Cuentas

Ignacio Escolar

¿Dónde estaba el Tribunal de Cuentas con Gürtel, con Bárcenas, con Ideas, con Pallerols, con Fundescam o con el Palau? Como de costumbre, mirando hacia otro lado. El Tribunal de Cuentas es quien vigila la contabilidad de los partidos y sus fundaciones, pero está por llegar el día en que un gran caso de corrupción salga de sus informes.

El nombre es engañoso: este tribunal no es ningún juzgado, no depende del Poder Judicial. El órgano que vigila la financiación de los partidos está dirigido... por los partidos. Sus 12 consejeros los nombra el Congreso y el Senado. En ese consejo hoy se sientan independientes como Margarita Mariscal de Gante (exministra del PP), Lluís Armet (exsenador del PSC) o Manuel Aznar (hermano del expresidente). Sus informes sobre las cuentas y las donaciones de los partidos acumulan un enorme retraso. El último es sobre el 2007, sobre la contabilidad de hace seis años. Es completamente inútil: el delito de financiación ilegal prescribe a los cuatro años.

El asunto es aún más grave porque los partidos políticos no están bajo la revisión directa de la Agencia Tributaria. Salvo que se llegue a un juzgado, es solo el Tribunal de Cuentas quien vigila; los inspectores fiscales no miran ahí. El PP bloqueó la renovación del tribunal durante los años de Zapatero, así que la derecha mantiene la mayoría en el consejo desde hace más de 15 años. Se supone que el consejo es independiente y no le debe nada a nadie, pero la realidad es que su nombramiento depende de los partidos y que muchos de los consejeros --los que mejor se portan-- acaban repitiendo durante décadas en un sillón muy bien pagado: 112.578 euros al año (más antigüedad), coche oficial, dos secretarias y otros 6.000 euros al año para gastos. Al dejar el cargo también tienen derecho a una pensión de hasta 180.000 euros.

El colmo de este sistema podrido de fiscalización se resume en una anotación en la supuesta libreta de Bárcenas: una «donación» de 3.000 euros de un tal Ubaldo Nieto. Es el nombre de quien fue consejero del Tribunal de Cuentas a propuesta del PP durante 22 años. La fecha de ese apunte contable es el 2 de marzo del 2004, en plena campaña electoral de Rajoy contra Zapatero. En ese momento, Ubaldo Nieto era el presidente del Tribunal de Cuentas. En resumen (presuntamente, claro): quien vigilaba para evitar la financiación ilegal financió ilegalmente al vigilado. Así que la próxima vez que escuchen a un dirigente del PP explicar pomposamente que la contabilidad de su partido está «auditada por el Tribunal de Cuentas», cambien la frase, verán como la tomadura de pelo queda mucho más clara. Donde pone «auditada por el Tribunal de Cuentas» pongan «auditada por nosotros mismos». Sonará igual de creíble que esa investigación interna con declaración jurada (por Snoopy) que han puesto en marcha en Génova 13 como muestra de su ejemplar transparencia.

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