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Perfil del nuevo Coordinador de IULV-CA

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La educación sentimental de Maíllo

Antonio Maíllo, profesor de Latín, exconcejal y militante durante 26 años, ha llegado en silencio a la dirección regional de IU

Daniel Cela

El pasado marzo, cuando aún se daba por hecho que el candidato “natural” para relevar a Valderas sería el portavoz parlamentario de IU, José Antonio Castro, el secretario general del PCA, José Manuel Mariscal, telefoneó a Antonio Maíllo, un desconocido fuera de la organización, para proponerle dirigir la federación más numerosa y con más poder institucional de IU en el país. “Maíllo ha hecho de su falta de ambición por liderar la coalición una fortaleza política”, dicen sus compañeros. El candidato oficialista ha permanecido en silencio tres meses. En ese tiempo ha recogido apoyos de los duros, de los moderados, de la vieja guardia y de las nuevas corrientes. Todos le quieren excepto la CUT de Sánchez Gordillo, que “también le quiere, pero no se fía de sus padrinos”. Hoy será elegido nuevo coordinador de IU.

Cuentan que al proponérselo le entró vértigo. “Antonio, no vas a estar solo”, le dijeron varios miembros de la ejecutiva saliente. Eso le tranquilizó, aunque probablemente a partir de ahora todos los periodistas le preguntarán si no es precisamente esto lo que debería preocuparle. En política, las bicefalias que se conocen terminan cuando una cabeza devora a la otra. Pero en IU están relajados (y parecen relajados) porque, dicen, ellos siempre han funcionado como una mente colmena, con una dirección colegiada de varias voces, “y todas son leales al nuevo coordinador”. Maíllo no es un duro del aparato orgánico, pero los duros están con él.

El futuro líder tiene 47 años, es de Lucena (Córdoba), lleva militando en IU desde su fundación, en 1986. Le describen “como hiperactivo, dialogante, cultivado, comprometido, riguroso, directo y con un momento al día de introspección de donde saca grandes ideas”. Aprobó las oposiciones con 23 años, ha sido profesor de Latín seis años en un pueblo grande como Sanlúcar de Barrameda Cádiz), donde fue concejal, y otros 13 años en uno pequeño (Aracena, Huelva), donde tiene su plaza y su casa, y donde se presentó dos veces como candidato a Alcalde (2003 y 2007). Maíllo es zurdo, pero en la pizarra escribía con la derecha. Fue director del IES San Blas de Aracena muchos años. “Llegó proponiendo mil reformas a la dirección, así que le integramos en el equipo”, recuerda Rafael Carretero.

Es famoso por hacer equipos propios con gente preparada y por integrarse en equipos ajenos con gente comprometida. En 2009, siendo consejera de Educación, Mar Moreno, la directora de Participación, Aurelia Calzada, le llama para encargarle el área de bilingüismo. “Lo primero que hizo fue marcharse a Inglaterra a perfeccionar su inglés. Es un tipo leal, una lluvia de ideas constante, alguien que sabe escuchar”, afirma. Algunas de sus compañeras en Educación le recuerdan siempre “recomendando libros muy grandes”. “Antonio no es un animal político, pero es lo que la política necesita ahora. Valderas es un tipo listo, confía en gente como Maíllo o Castro porque la sociedad está desencantada de la política y lo último que demanda ahora son perfiles duros”, dice una excompañera. Del Gobierno del PSOE pasó al Gobierno de coalición, en la consejería de Valderas, donde ha bregado con muchos alcaldes cabreados por el vaciamiento de las arcas locales. “Se ha recorrido gran parte de Andalucía, se ha entrevistado con medio centenar de alcaldes y eso hay que aprovecharlo”, comentan.

Una década después de fundar IU en Lucena, Maíllo se afilió al PCA. Con carné en mano fue a ver a uno de sus mentores políticos, un referente de la lucha clandestina contra el franquismo, el médico Juan Luna Delgado, de 84 años. “Me dio una alegría cuando se afilió, pero Antonio nunca se ha expresado como un comunista ortodoxo. En Bachillerato ya mostraba inquietudes políticas. Tiene una agudeza intelectual importante, veía las incoherencias de la izquierda a leguas y les hacía preguntas a los veteranos para buscarles las cosquillas. Nadie se enfadaba con él, porque ante todo era educado”, recuerda.

Maíllo es un apellido salmantino, aunque lleva arraigado a Lucena varias generaciones. Sus abuelos tenían una panadería, y más tarde se dedicaron a la industria maderera. Al terminar el instituto, sus padres esperaban que estudiara Derecho, pero se decantó por la Filología Clásica. “Si te regala un libro, pone una dedicatoria en latín. Y en las actas del claustro dejaba citas en griego”, recuerda Carretero. Maíllo ingresó en la Universidad de Sevilla, donde empezó a significarse activamente en causas políticas. Hubo dos hechos clave en esa época: las manifestaciones contra la entrada de España en la OTAN; y la renovación de los estatutos de la Hispalense, de la que fue responsable del Consejo de Alumnos. Compartió piso con unos amigos en la calle Verde. Uno de ellos era el hoy alcalde socialista de Aroche, Antonio Muñiz. “Era un piso sin tele. No teníamos poster del Che Guevara, pero sí de la República”, bromea, “solíamos ir a la Carbonería y hablábamos mucho de política. Entonces se discutía más de ideologías que de partidos”. Maíllo dice que de joven jugaba al fútbol en las ligas menores. “¿Antonio?”, se extraña un amigo, “no lo recuerdo ni futbolista ni futbolero, sólo estudiando y leyendo”.

El futuro líder de IU habla varios idiomas, aunque está especializado en Latín. Muchos le definen como un rara avis entre dos mundos opuestos. Por un lado comparte la retórica de Ciceron: lenguaje sencillo para convencer, lenguaje elevado para emocionar. Por otro, defiende esos imponderables del comunismo que van cargados de liturgia y sobreadjetivación. Tiene una educación burguesa que sale de las bibliotecas públicas y una educación sentimental, ligada a la izquierda, que aprendió entre jornaleros, sindicalistas, casas de pueblo, estudiantes… Es republicano convencido, anticapitalista, cree en la lucha de clases, es activista a favor de los derechos de gays y lesbianas y tiene la convicción de que la igualdad de oportunidades se cimenta en la escuela, su otra gran pasión.

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