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Almuñécar contra la corrupción

La banca es más lista que la democracia

Antonio Avendaño. Andaluces.es

El efecto más sobrecogedor de la decisión del Tribunal Constitucional de suspender la ley andaluza de vivienda promovida por la consejera de Izquierda Unida Elena Cortés es la sensación de que todos los caminos para contrarrestar el ventajismo de la banca están cegados. El auto del TC deja la extraña sensación de ser derrotados sin haber tomado siquiera parte en la batalla. Suspender una ley no es anularla, es algo peor: es dejarla en el aire, ni viva ni muerta, en coma, sin otorgarle siquiera esa honor postrero que es la derrota.

El auto del Constitucional deja la sensación de que estos tipos de la banca siempre ganan: ganan incluso cuando pierden. O aún peor: puede que cuando más ganen sea precisamente cuando más parecen haber perdido. Ellos son los verdaderos amos del universo: los gobernantes que elegimos no son capaces de torcerles el pulso, y no porque algunos de ellos, como la propia Cortés, no lo intenten, sino porque el poder del dinero está muchísimo mejor organizado y es muchísimo más eficiente que el poder de los ciudadanos. Del mismo modo que los ricos siempre son más listos que Hacienda, la banca siempre es más lista que la democracia. El suyo es, además, un poder más blindado, más fiable, más seguro y concluyente que el poder democrático. El sistema financiero es lo más parecido a Dios que hemos inventado los hombres.

El auto del Tribunal Constitucional ha quedado siete a cinco, y eso que oyendo las proclamas de la derecha contra la ley andaluza se hubiera dicho que el partido contra Andalucía iba a quedar doce a cero. Siete magistrados comparten las tesis del Gobierno, fundamentalmente la de que la ley andaluza puede poner en riesgo la estabilidad financiera, mientras que cinco de ellos comparten las tesis de la Junta de Andalucía. Siete a cinco también es una derrota, pero su significado político es radicalmente distinto al de doce a cero que auguraban los listos. Siete a cinco significa que la ley impulsada por la consejería roja de Fomento y Vivienda iba bastante bien orientada, tanto como para que cinco prudentes magistrados así lo consideraran en su voto particular.

O sea, que sí, que vale, que los rojos están locos y son unos antisistema, pero igual resulta que no están tan locos ni son tan antisistema. Igual los antisistema son los tipos estos del dinero que siempre ganan. La banca viene a ser al sistema lo que el Madrid y el Barça a la Liga de Fútbol: los que siempre ganan. Por eso hay tanta gente que dice que como esto siga así acabarán cargándose la Liga. Es verdad que de vez en cuando aparece un Atlético de Madrid y les da un disgustillo, pero es la excepción. Elena Cortés ha querido ser el Atlético en la liga de la Sareb y, cuando ya enfilaba la meta contraria, el septeto arbitral del TC le ha pitado fuera de juego.

Ciertamente, lo más bolchevique que hacía la ley ahora bloqueada era expropiar durante tres años al banco el uso de la vivienda cuya hipoteca no puede pagar la familia que la ocupa. Si en vez de siete a cinco el partido hubiera quedado cinco a siete, eso significaría que la Política le había ganado una crucial batalla al Dinero, significaría que alguien por fin había logrado abrir una brecha en la muralla, de forma que los señores de la ciudadela empezarían por una vez a inquietarse. No ha sido así. Esta vez tampoco ha sido así.

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