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Bromas y Fronteras

Bromas y Fronteras

Tomás Hernández. Costa Digital

Lo sorprendente de tener curiosidad por la historia de las palabras y sus distintos significados a lo largo del tiempo es, precisamente eso, la sorpresa. “Bromas y fronteras” titulo este artículo porque su origen es una conversación de sobremesa y una lectura sobre el humor en la Alemania de Hitler.

    La historia de las palabras no se aprende sólo en los diccionarios, aunque tenga a la izquierda de esta mesa donde escribo en esta luz pacífica de un atardecer de agosto, una abundante colección de diccionarios. Las palabras viven en los libros y en la conversación.

    De lo que era una “broma” me enteré hace unos meses mientras leía una documentada, mucho, y entretenida novela de Blasco Ibáñez sobre Cristóbal Colón. “Broma” no tiene nada que ver con el humor ni con el chiste. “Broma” es un término marinero. Una palabra con un significado muy concreto que luego pasó a la lengua común con un significado absolutamente distinto al de su origen. Dice Blasco Ibáñez que una de las dos maltrechas naos de Colón que regresaron a España tras su primer viaje, estaba además carcomida por la “broma”.

    Ahí supe, Blasco Ibáñez lo explica muy bien, que “broma” era la carcoma  de un molusco que corroe la madera sumergida de los barcos. Del torpe cabecear de esos navíos en la navegación pasó al significado de “persona torpe”, “motivo de burla”.

    Lo de las fronteras tiene otro origen. “Frontera” viene de “frente” y en su origen nada tiene que ver con lo que los romanos llamaban “limes” o “terminus”, final de la tierra conocida.

    En el libro de Rudolph Herzog sobre el humor en la Alemania nazi, critica la actitud ambigua de Suiza con respecto a los refugiados que huían de Hitler. Dice Herzog: “La frontera entre las inocentes bromas y los chistes difamadores  y resentidos (contra los judíos) era muy difusa”.

    “Una frontera difusa” se iba a titular en principio este artículo; pero cómo no comentar el sorprendente origen de la palabra “broma” y sus cambios de significado desde “molusco” a “diversión”.

    Pensé en una frontera difusa porque en la charla de sobremesa se habló, cómo no, de Podemos y su mediático líder. Primero se lo tomaron a broma hasta la sorpresa de las últimas elecciones europeas. Ahora todos arremeten contra Pablo Iglesias, hasta los herederos ideológicos del tipógrafo socialista de igual nombre y fundador del PSOE.

    Y arremeten, todos, creando una frontera difusa en torno al Pablo Iglesias de Podemos. Populista, demagogo, visionario, irreal, y hasta futuro Robespierre en cuanto llegara al poder.

    Yo no he votado a Podemos. No creo que lo haga, pero no porque la coleta de su líder me parezca oportuna o no, que me trae al pairo. Creo que toda acción política, toda gobernanza que dicen ahora con modismo tan absurdo, ha de sustentarse en un pensamiento desde el que organizar la sociedad.

    La derecha lo tiene claro: un darwinismo pragmático. ¡Que se jodan! gritaba con entusiasmo desde su escaño la diputada Fabra, cuyo padre irá a la cárcel por los mismos motivos que Al Capone, evasión de impuestos. Algo es algo.

    El PSOE proclamó el abandono del marxismo, pero no lo sustituyó por otro pensamiento, ni siquiera por otra ideología. Ahora zozobra en sus contradicciones y el desertor, Felipe González, es consejero de no sé cuántas empresas y fundaciones. Como Aznar.

    El desencanto, la decepción, la rabia, no son pensamiento sino emociones. El conservador Platón ya nos prevenía para que no gobernáramos nuestras vidas por las emociones.

    Podemos ha emocionado a muchos votantes, pero me sigo preguntando, como en esa sobremesa, sobre qué ideas, en qué pensamiento se sustenta.

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