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Almuñécar contra la corrupción

Electoreemos

Electoreemos

Juani Boto. Responsable de Organización de IU Almuñécar

Dice el compañero Julio Anguita que coincide con Podemos en que la dialéctica derecha-izquierda no es ahora la más importante, que para llegar a la gente hay que hablar de mayoría social, de ciudadanía contra el poder.

A pesar de que es obvio que es uno de los elementos discursivos que ha llevado a Podemos a ser la tercera fuerza política en intención de voto en las encuestas, coincido con la apreciación de Anguita, pero con matices.

El “ni de izquierdas ni de derechas” no es el único elemento discursivo que utilizan los dirigentes de Podemos. El término “casta”, utilizado hasta la saciedad, ha puesto en el punto de mira de la ciudadanía a los políticos. Aunque algunos de sus representantes hayan aclarado, en varias ocasiones, que no iba dirigido a los políticos en general, es obvio que la gente lo ha asimilado con lo que se mal llama “clase política” (casta=clase política)

A mi entender, esta dialéctica supone un peligro, ya que alimenta la anti-política y favorece a aquellos que les gustaría que las decisiones recayeran en unos pocos, en aquellos que por el tamaño de su cartera pudieran dedicarse a la política sin ver mermada su billetera.

Cómo dice el compañero Alberto Garzón, no existe clase política, sino políticos de distinta clase. El “todos son iguales” es lo que interesa a los poderes económicos y financieros, los mismos que le dicen a Rajoy ahora, a Zapatero antes, las medidas que debían adoptar: en contra de la soberanía popular, en contra de los servicios públicos y en contra de nuestros derechos.

A esa gente le interesa que creamos que todos los políticos son corruptos, que no los hay honestos y honrados, y que, por lo tanto, las propuestas alternativas para crear un nuevo país no son creíbles, ya que lo único que buscan es votos para llegar al poder y ponerse a robar. Asimismo, no podemos olvidar que a muchos de los políticos corruptos los ha puesto ahí parte de la ciudadanía, en algunos casos, a sabiendas de que lo son.

Por otro lado, está el término “patria”, muy utilizado también por Pablo Iglesias y que intenta disputárselo a quienes lo llevan utilizando desde hace décadas en este país, la derecha y la oligarquía económica-financiera. Los que se llenan la boca con “España” mientras se llenan también los bolsillos para llevárselo a paraísos fiscales y no tributar en su “querida” España, como si hacemos los trabajadores de este país.

En cierta medida, me parece inteligente la disputa de esta palabra, ya que él la utiliza como definición para aquellos que contribuyen con el bienestar de la mayoría pero, por otro lado, creo que se les pueden acercar a su organización aquellos que la utilizan en el sentido de: lo español, contra lo demás que no lo es.

Entendiendo que el discurso es importante para acercar a la ciudadanía a las organizaciones sociales, creo que no se puede hacer a costa de lo que sea. De hecho, los que nos llevan gobernando durante todos estos años de supuesta democracia, lo han hecho en base a un discurso, el cual han incumplido siempre que han querido.

Con esto quiero decir que no es sólo cuestión de discurso. Si lo único que se pretende es sacar votos, sí, pero al recorte de derechos al que estamos siendo sometidos, no se le da la vuelta con los votos, no se le da la vuelta porque cuatro o cinco lleguen al gobierno, se llamen Pablo Iglesias o Cayo Lara.

Esa es la parte del discurso de Anguita que creo no captamos. La ciudadanía contra el poder, no significa votar. Es reclamar lo que es nuestro, es defender una sanidad y educación pública gratuitas de calidad de tod@s y para tod@s, es defender empleos dignos y de calidad, es defender nuestro derecho a vivienda, es defender nuestros derechos. Eso es lo que tenemos que tener claro.

Para eso, tendremos que defender también a aquel gobierno que esté dispuesto a plantar cara a los poderosos, porque ningún gobierno va a parar el ataque que estamos sufriendo si no es con la implicación de todas y todos. Y esto, no se hace sólo votando y consultándonos cada cierto tiempo, y menos si es haciéndolo sentado desde el sofá  haciendo clic en el ordenador.

Una prueba de ello es la Ley que garantiza la función social de la vivienda en Andalucía. Una ley que ha sido estirada hasta su límite para defender el derecho a la vivienda y parar la sangría  de desahucios en nuestra comunidad. La ley fue recurrida por el Gobierno de la nación y parada por el Tribunal Constitucional. Pues bien, al margen de los promotores de esta ley, la sociedad civil no se ha movilizado para defender una norma que nos protegía frente a los bancos.

Si no sabemos lo que queremos y no tenemos conciencia de lo que tenemos que hacer, de que hay que implicarse y ser activos en política, estamos condenados a sufrir las consecuencias de este sistema injusto.

Ahí radica, a mi entender, el error de jugar con la dialéctica del “ni de izquierdas ni de derechas”, ya que esas medidas que he comentado antes, las han defendido históricamente las organizaciones de izquierdas.

Creo que la mayor tarea de las organizaciones políticas de izquierda y organizaciones sociales, es la de crear conciencia, la de hacer entender lo que anteriormente he descrito, no la de “jugar” con el discurso con la intención de ser un caladero de votos.

Tenemos que ganar el poder, sí, pero  tenemos que estar preparados para ello, con unos objetivos claros. El que pensemos que esto lo arreglan unos pocos sólo puede llevar a una frustración generalizada y ser la puntilla de descrédito que sufre la política en general, lo cual puede revertir en el crecimiento de fuerzas políticas de extrema derecha como está pasando en Grecia o Francia. Y eso no sería más que otro problema que se sumaría a los que ya tenemos.

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