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Almuñécar contra la corrupción

El señor Rodríguez

El señor Rodríguez

Tomás Hernández. Costa Digital

El señor Rodríguez, el laico, el republicano melancólico, el contestatario sedente al paso de la bandera del Imperio, ha cogido su avión y ha volado el charco para echarse unos rezos con la carcundia más retrógrada de los USA.

El señor Rodríguez no ha ido a Washington porque haya tenido un arranque de cristianismo, ni se haya caído, nuevo Saulo, del caballo del descreimiento. El señor Rodríguez ha ido a Washington porque allí estaba el señor Obama y al señor Rodríguez le ha dado en pensar que ambos, además de ser igualmente socialdemócratas, están llamados al acontecimiento planetario de guiar el mundo en estos días de tribulación. Ya lo anunció proféticamente Leire Pajín.

El señor Rodríguez eligió un texto del Deuteronomio, uno de los libros de leyes de la Biblia. Yo le habría recomendado otro del Génesis al señor Rodríguez, que dice casi lo mismo que lo que dijo días pasados sobre la tierra y el viento. El texto del Génesis dice algo así como ‘No enajenes la tierra de tu hermano, pues la tierra es del Señor y tú sólo eres un peregrino sobre ella’. Porque el señor Rodríguez ha dicho en Washington que España es un país muy cristiano. Nada de laicos que para eso tenemos un concordato con la Santa Sede y nuestros ministros juran o prometen su cargo pero delante de un crucifijo, eso sí.

El pasaje del Deuteronomio elegido por el señor Rodríguez dice que hay que pagar al obrero un salario justo y puntualmente. Pero el señor Rodríguez no leyó el pasaje completo y se dejó el último versículo, el que advierte precisamente de lo que espera a quienes no paguen con prontitud y justicia a sus obreros: ‘Si no, (el obrero) apelará al Señor, y tú serás culpable’.

En España, señor Rodríguez, hay cuatro millones de obreros sin saber a dónde apelar.

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