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Otro barquito para que el Borbón luzca palmito

Otro barquito para que el Borbón luzca palmito

El rey, como Capitán General del Ejército español, está de fiesta. No es para menos. Se pone en servicio activo el buque de proyección estratégica L61, Juan Carlos I, el más grande en la historia de la Armada. Dicen los expertos que técnicamente no se puede considerar un portaaviones al estilo clásico, pues es un buque de asalto anfibio multifuncional que lleva aviones de despegue vertical.

Ahora nos venderán la moto (estamos en tiempos de crisis) de que está fabricado con un metal especial muy ligero, de poco peso; por tanto consumirá menos combustible que el portaaviones Príncipe de Asturias. El Juan Carlos I ha costado oficialmente 360 millones de euros, cifra que debe estar desinflada si tenemos en cuenta que una fragata del tipo F-105, anda por los 750 millones, pero hay que disimular el descaro.

También dirán que ha generado puestos de trabajo, pero con esa inversión (la auténtica, la que nunca sabremos) podrían haberse construido escuelas y hospitales que habrían generado muchísimo más empleo. Además un mastodonte como ese, sólo genera gastos. Cuando no se use en guerras contra el Tercer Mundo (que engordan los bolsillos de los oligarcas) será un trozo de acero amarrado a un pantalán que, de vez en cuando, sacarán al mar para orearlo.

Al buque le han puesto el nombre del Borbón y como éste es muy caprichoso, no sería descartable que, en una de las suyas, le diera por pilotarlo en la bahía de Palma de Mallorca, mientras disfruta de sus “vacaciones” veraniegas. Camarotes hay de sobra para hijos; nietos; yernos; nueras; cortesanos; cortesanas, parásitos y aduladores.

(En la imagen, el Príncipe de Asturias (izquierda) junto a una recreación del Juan Carlos I)

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