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Almuñécar contra la corrupción

Tópicos dañinos

Tópicos dañinos

Tomás Hernández. Costadigital

En su corta vida, cuarenta y ocho años, el senador republicano Joseph Raymond McCarthy tuvo tiempo de acaudillar una virulenta persecución ideológica en Estados Unidos, años cincuenta del pasado siglo, y de acusar de comunismo al mismísimo Secretario de Defensa norteamericano, Charles E. Wilson.

    Joseph Raymond McCarthy no era un loco, aunque lo estaba, que actuara solo. La sociedad más retrógrada de América del Norte, ahora llamada Tea Party, hizo suya su persecución contra políticos, militares, escritores, pensadores o simples ciudadanos.

    Se conoce a esta ordalía (juicio de Dios) ideológica como ‘la caza de brujas’. Probablemente su nombre, en Estados Unidos al menos, provenga de los famosos juicios de Salem (Massachusetts) a finales del siglo XVII.

    Sobre las brujas y sus desdichas escribió un libro ocurrente el antropólogo norteamericano Marvin Harris: ‘Vacas, cerdos, guerras y brujas’. Harris llamó a sus elucubraciones antropológicas ‘materialismo cultural’, pero los críticos  de su obra, infinitos, lo llamaron ‘materialismo vulgar’. En España habló de las brujas y su mundo, con seriedad y rigor, y mucho entretenimiento, don Julio Caro Baroja.

    Dice Marvin Harris que las brujas fueron víctimas propicias del fanatismo porque eran mujeres, eran pobres, desamparadas de familia e improductivas para una sociedad para la que eran una carga.

    Se habla estos días, aquí, de ‘caza de brujas’ por las sanciones impuestas a algunos funcionarios y asesores municipales. No veo muy bien la relación entre estos altos cargos expedientados y las pobres brujas del antropólogo norteamericano. No tengo la menor duda de que los perjudicados recurrirán sus sanciones, su despido, ante los tribunales y ellos decidirán. Los jueces no sentencian sobre lo justo o lo injusto, sino sobre lo legal o ilegal, y no juzgan los hechos, no los presenciaron, sino lo que los testigos dicen de los hechos y lo que las pruebas, las que llegan a sus manos, pueden demostrar. Nada más.

    Cuando hace unos meses se despidió también a unos trabajadores del Ayuntamiento no oí hablar de ‘caza de brujas’, como debe ser. Simplemente estos despedidos acudieron al juzgado, ganaron el juicio y fueron reintegrados en sus puestos de trabajo. Así será, si ha de ser así, en este caso; pero hablar de ‘caza de brujas’ me parece, cuando menos, un tópico dañino y exagerado.

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