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Almuñécar contra la corrupción

¿Qué es ser revolucionario?

Enrique Ubieta, blog La Isla Desconocida

En una ocasión, ante los desajustes entre cierta teoría y la práctica, alguien me preguntó: ¿cómo puedo diferenciar lo que es revolucionario, de lo que no lo es?

Días después, en una conversación, otro amigo afirmó que los jóvenes eran revolucionarios a su manera, es decir, de una manera diferente a la de sus padres. Esa afirmación parecía convincente. Sigo dándole vueltas al asunto. Creo que podemos discrepar sobre cómo debe o puede ser el socialismo, que es en definitiva un esfuerzo histórico, de todos, por edificar una sociedad más justa.

Pero existe un punto rojo que nos define, no importa la edad: un revolucionario es radicalmente anticapitalista. No existe un capitalismo bueno y otro malo, y aprovechar las "cosas" buenas del capitalismo puede ser una frase tramposa, porque no se refiere a los productos del trabajo humano, sino a un tipo de modernización depredadora de la naturaleza, enajenante y explotadora.

El dilema quizás radica en que el socialismo "se hace" con "materiales" capitalistas; la diferencia, quizás, en el horizonte. Navegamos hacia otro mundo más solidario. Y ser revolucionario es pelear también contra los reductos mentales del capitalismo, que pueden enquistarse en el socialismo: la corrupción, la burocracia, el dogmatismo.

No existen revolucionarios que antes no fueran rebeldes; la rebeldía, sin embargo, cuando es superficial, es espectáculo, simple desacato. Un joven es, debe ser, rebelde –el capitalismo tolera la rebeldía de los estudiantes, la que no sobrepasa los muros universitarios, porque allí donde funciona bien, el mercado la asimila y revierte en pocos años–, pero solo será revolucionario si siente la injustica cometida en los demás como propia, busca las razones últimas y se propone transformarlas. Sobre los caminos de superación, podemos y debemos discrepar, pero los revolucionarios de todas las edades nos parecemos. Lo otro, es pasar gato por liebre.

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