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Un teócrata nombra a la “virgen" alcaldesa honoraria del Ayuntamiento de Morón de la Frontera

Un teócrata nombra a la “virgen" alcaldesa honoraria del Ayuntamiento de Morón de la Frontera
FIdA

El Ayuntamiento de Morón de la Frontera, ciudad de la provincia de Sevilla de casi 30.000 habitantes, nombró el pasado 24 de mayo alcaldesa honoraria de la localidad a la “virgen María Auxiliadora”.

El acuerdo se tomó en un pleno extraordinario en esa fecha, festividad de la citada advocación. El alcalde, don Manuel Morilla, que presidía el acto oficial, se burló repetidamente de los dos únicos representantes del pueblo (Izquierda Unida) que se opusieron a la adopción de tan estrafalaria medida, “le pese a quien le pese”.

Además intentó silbar, sin conseguirlo, a dichos representantes cuando abandonaban el salón de plenos del Ayuntamiento, esbozando un gesto patibulario y agresivo que disimuló al son de una tonadilla devota. Los miembros de su partido y el público asistente cantaban un himno dedicado a esa virgen salesiana, que comienza con el verso “Rendido a tus plantas”.

Por la tarde tuvo lugar una procesión, y durante ella, en la plaza del Ayuntamiento, el pío representante de todo el pueblo entregó el bastón de mando de la ciudad, sin rubor alguno, a una efigie barroca de madera.

En opinión del sociólogo Gerhard Steingress, el nombramiento de María Auxiliadora "es una devaluación de la democracia, una sinrazón y una forma de burlarse de las instituciones" (El País, 01.06.08).

A día de hoy, y ya han pasado dos semanas, el Partido Popular no ha expulsado de sus filas a ese fervoroso militante, ni le ha abierto expediente disciplinario, ni se ha pronunciado en un sentido o en otro. ¿A qué están esperando?

Hasta aquí los hechos. Los miembros de la Federación Internacional de Ateos (FIdA) -y estamos seguros de que con nosotros muchos ciudadanos del Estado-, ante este siniestro sainete, nos hacemos varias preguntas.

¿Cabe deducir de la ausencia de reacción del Partido Popular que acepta y comparte la conducta chulesca, antidemocrática, zafia, bárbara, ridícula y cateta de este miembro de su partido?

Con este peligroso precedente, ¿cualquier alcalde del Partido Popular podrá actuar a partir de ahora de igual manera? ¿Para ser ciudadano de Morón de la Frontera habrá que ser necesariamente católico y devoto de la Auxiliadora? ¿El Partido Popular se muestra entonces en contra de la aconfesionalidad que proclama la Constitución vigente?

¿Debemos deducir que su modelo de Estado, a partir de este momento, es el teocrático, habida cuenta de que las instituciones civiles se confunden de ese modo con las religiosas? ¿Es lícito imponer a todos, creyentes de esa confesión, de otras o de ninguna, una servidumbre mágica de ese tipo?

Si el día de mañana, en una ciudad española cualquiera, los musulmanes son mayoría y el alcalde adopta una medida similar, con Alá o con Mahoma o con el burro volador que le trasportó a Jerusalén, ¿el Partido Popular también estará a favor de esa medida? ¿Callará también, escudándose en el respeto debido a la irracionalidad surrealista de la devoción popular? ¿Secundará otras nuevas violaciones del principio de laicidad de las instituciones públicas? Y, por último: la ausencia de los concejales socialistas en el dichoso pleno, ¿responde quizá a un callado colaboracionismo?

Muchos ciudadanos de este país pensamos que un Ayuntamiento debe representar a todos sus vecinos, y que la religión es un asunto privado que no debe ser impuesto a la fuerza por nadie, y menos aún por las instituciones públicas. Incluso existen personas en este país que no ansían estar rendidas a las plantas de un icono de madera, y que desean vivir en un clima de convivencia donde impere la razón, el respeto al prójimo y la libertad de conciencia. Nosotros no queremos imponer nada a nadie. Sólo pedimos respeto y que se cumpla la ley.

¿Dónde se sitúa el Partido Popular, en la democracia o en la teocracia? El alucinado alcalde de Morón se ha incapacitado a sí mismo, por su delirante medida, para seguir ejerciendo el cargo. Expúlsenle. O fuércenle a dimitir. Y, por favor, no permitan que asuma la plaza vacante esa recién nombrada Auxiliadora, santísima honoraria de la Frontera. Demasiado olor a incienso tenemos ya en nuestra raquítica democracia.

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