Paradojas
LUIS GARCÍA MONTERO
Este país necesita unas buenas vacaciones. Esperemos que el mar azul y la tranquilidad de las siestas veraniegas sirvan para poner las cosas en su sitio.
El silencio y la búsqueda de retiro son una alternativa razonable cuando uno se ve sobrepasado por la cambiante realidad. ¿Cómo opinar en el vértigo de las tierras movedizas? Un mundo del revés llena de paradojas los recuerdos, las profecías, los testimonios del presente. Te acercas a un viejecito de barba blanca, dedicado a cultivar su figura humilde de místico y la medicina alternativa, le pides un remedio para la artrosis y resulta que se trata de Radovan Karadzic, un genocida buscado por la justicia internacional. Otros genocidas más vistosos y sin disfraz siguen sentados en sus despachos de gobierno o disfrutando con mejor o peor carácter de la jubilación.
Sufres al ver que Europa se disuelve a sí misma para acatar el neocapitalismo devorador al que llamamos Estados Unidos, pero se presenta en Europa el candidato negro a la presidencia norteamericana, que tardará muy poco en aprender a comportarse con los indios como un verdadero hombre blanco, y nos pide a los europeos más protagonismo en la construcción de un mundo nuevo.
Ves las fotografías de dos amantes bellos, él con barba recortada de un poeta romántico, ella con unos ojos capaces de demostrar que la belleza y la verdad son inseparables, y resulta que se llaman Arkaitz Goikoetxea y Maialen Zuazo. Son miembros principales de un comando terrorista que se dedica, según una vieja paradoja patriótica, a llenar de sangre y dolor la tierra que dicen adorar. En la cama o en la hacienda, la pasión nacionalista acaba devorándolo todo. Los socialistas catalanes, invocando su derecho a mantener relaciones bilaterales en la cama del Estado, están dispuestos a liquidar los principios de la fiscalidad socialdemócrata. No quieren que se distribuya la riqueza, que pague más el que más tiene y que reciba más el que más lo necesite. Mezclar socialismo, nacionalismo y fronteras fiscales supone una paradoja que clama al cielo incluso en este reino democrático de la paradoja.
Claro que los socialistas catalanes están que se salen. No es ya que se asombren ante el malestar de los socialistas andaluces, que pretenden distribuir el dinero del Estado según criterios demográficos y sociales, es que desembarcan en el Gobierno de España con una chulería españolista envidiable. Celestino Corbacho, el ministro socialista de Trabajo e Inmigración, no se corta un pelo a la hora de defender políticas inhumanas contra la inmigración. En nombre del socialismo, y del nacionalismo catalano-españolista, quiere recortar el derecho a la reagrupación familiar en la Ley de Extranjería. No tiembla al decidir sobre la vida de las criaturas. Rajoy, por supuesto, que también va a lo suyo, profundiza en el nuevo clima de entendimiento con el PSOE y ofrece su apoyo público a don Celestino. Los partidarios del voto útil tendrán un panorama paradójico y complicado en las próximas elecciones. Igual acaban votando a Rajoy para que no gobierne la derecha.
Ni la belleza es la verdad, ni las barbas blancas son bondadosas, ni la crispación ocultaba diferencias notables de política y de gobierno. Al país le hacen falta unas buenas vacaciones, y a este servidor de ustedes también. Quiero que mis paradojas descansen y se vayan a pasear por la costa granadina de la infancia, ante el mediterráneo azul y cristalino, o por la Bahía de Cádiz, junto a un atlántico lleno de pleamares y bajamares. Pero hasta los paisajes de la felicidad son paradójicos. Uno puede huir de las contradicciones, buscar descanso en las arenas doradas, y encontrarse con el cadáver de un ahogado, víctima de una patera que buscó el bienestar y halló el infierno. Si dormimos la siesta, tendremos pesadillas.
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