La nuclear no es el camino
Fernando Alcalde, miembro de Buxus y de la Coordinadora Granadina Nueva Cultura del Territorio
Comienza a arreciar la campaña pronuclear. En España, Felipe González se afana en ello junto al conjunto de la derecha con el apoyo de las grandes instituciones internacionales responsables del atolladero de la madre de todas las crisis actual: El FMI, la Agencia Internacional de la Energía, el G-20. La nuclear no es, ni de lejos la solución.
Se estima que sería necesario reducir 7 GigaToneladas de emisiones de Co2 para tener un impacto significativo sobre el clima. Una reducción de una sola de ellas necesita de la construcción de cerca de 700 plantas nucleares de 1 gigavatio, o lo que es equivalente, la construcción de 21 plantas de 1 gigavatio por año, durante los próximos 50 años, así como la inversión en 11 a 21 plantas de enriquecimiento de combustible, 18 fábricas de elementos combustibles y al menos una decena de cementerios radiactivos para almacenar el combustible gastado.
Al margen de las limitaciones ambientales que por si solas invalidan el modelo, existen dos grandes limitaciones para este proyecto: Una física, ya que habría que multiplicar por 5 veces la actual capacidad de la minería del uranio. La segunda financiera, ya que este tipo de instalaciones son muy intensivas en capital (en torno a los 2500 millones de euros por gigavatio) y necesitan de grandes periodos de retorno de la inversión, lo que las hace poco apetecibles en un escenario de crisis financiera y de rápida evolución de los rendimientos de las energías renovables. De aquí la presión hacia los gobiernos para que se impliquen en la financiación de estas infraestructuras.
Pero el análisis de la eficiencia en términos de emisiones de CO2 de estas instalaciones cuando se analiza el conjunto de su rentabilidad energética cae en picado. La Tasa de Retorno Energética (TRE) muestra que este programa de 700 instalaciones se produciría a los 27 años y sólo empezaría a suponer una reducción neta de CO2, después de 32 años.
A estas razones hay que sumar otras en términos de equidad y seguridad ¿Están los países impulsores de esta tecnología dispuestos a su universalización hasta alcanzar el abastecimiento de los aproximadamente 2400 millones de personas que no tienen acceso a la electricidad en este momento? ¿Permitirían a Palestina, Siria, Afganistán, etc, etc, disponer de esta fuente de energía?
La conclusión es simple. Las nucleares son un nuevo negocio privado sustentado en la derivación de recursos públicos, que incrementa la concentración del control de los recursos energéticos y centraliza la tecnología necesaria en pocas manos.
La nuclear es el problema, no la solución.
Para saber mas: Marcel Coderch - La ilusión nuclear
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