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Almuñécar contra la corrupción

Un cesto de manzanas

Un cesto de manzanas

Tomás Hernández. Costadigital

A nuestro primer, y yo diría que único edil, que los demás más parecen comparsa, le ha dado últimamente, además de por amenazar y menospreciar a unos trabajadores en huelga, con actitud más propia de sátrapa persa que de alcalde democrático, le ha dado, digo, por las metáforas frutales.

La primera fue hace unos días, en sus ya habituales sentadas en el banquillo de los acusados. Habló entonces nuestro edil de las uvas en una hábil disertación propia de Esopo.

El otro día, en la carpa empresarial, donde echó por tierra con desparpajo y desenvoltura el principio económico de la ley de la oferta  y la demanda, fueron las manzanas. Sostiene nuestro edil único, y yo comparto esa opinión, que un acto escandaloso de uno solo se difunde más y con mayor aparato mediático que el trabajo honesto, callado y diario de muchos. Y creo que es así. Pero, mira por donde, a los matemáticos, a los sociólogos, y a otros observadores de la realidad, les dio por echar unas estadísticas sobre ese mismo asunto de la corrupción urbanística. Y resulta que según ellos cada periodo de cinco años se dan, estadísticamente, unos mil casos de corrupción. Si cada año tiene trescientos sesenta y cinco días, cinco años son unos dos mil días escasos. Hay que descartar además festivos y fiestas de guardar y las noches en que nuestros ediles duermen o se echan unas copas, algunos, en los bares de alterne, a cargo del presupuesto. Como dicen que dijo recientemente un ilustre concejal de un pueblo cordobés, a él, eso de pagar en esos sitios con dinero propio le daba como grima, y se sentía el hombre más desahogado, eso dicen que dijo, pagando sus devaneos erótico festivos con el dinero de todos, que es más anónimo y menos personal.

Así que, si las estadísticas no mienten, los matemáticos no se equivocan y los sociólogos aciertan, y resulta cierto que se dan mil corruptelas cada lustro, eso quiere decir que un día sí y otro no, literalmente, tenemos un asuntillo de dinero turbio.

¡Vaya cesto de manzanas!

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