El urbanismo y la agricultura intensivas, detrás del temporal
EFE El ingeniero granadino Millán Millán Muñoz, director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, ha dicho que las políticas urbanísticas y agrícolas de las tres últimas décadas están detrás de temporales como el sufrido en las últimas semanas en Andalucía. Millán ha dado esta opinión a los periodistas antes de la conferencia sobre el cambio climático que ha impartido en la Estación Experimental del Zaidín, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Granada.
La charla se ha centrado en la premisa de que no sólo los gases de efecto invernadero están provocando el cambio climático, sino que la agricultura intensiva y el urbanismo "loco" de los últimos treinta años están propiciando una alteración notable del régimen de tormentas y de la "gota fría". Y con ello, ha agregado, inundaciones en verano en Inglaterra, largos periodos sin nieve en Sierra Nevada que antes no se conocían o que una borrasca "suelte" todo el agua de un año en dos semanas.
Construir "diez kilómetros cuadrados de superficie en Castellón" significa que "el nivel de formación de nubes en Teruel sube ciento cincuenta metros", ha explicado el experto, con lo cual influirá en la "pérdida de tormentas de verano que se viene experimentando" en España.
Métodos más tradicionales de agricultura, como las acequias usadas en la Vega de Granada, han servido de método de compensación a la naturaleza en sus procesos climáticos, mientras que en la actualidad el vapor de agua que se acumula sobre el Mediterráneo no es suficiente para evitar inundaciones en el centro de Europa, y en invierno en el sur mientras disminuyen la cantidad de precipitaciones suaves en otoño.
Millán ha dicho que hacen falta más medidas estructurales, aunque no sean "políticamente correctas", y ha recomendado que, "por cada hectárea de terreno que se urbanice", se reforesten otras tres hectáreas. Ha calificado los resultados de la cumbre de Copenhague como "catastróficos" y ha reseñado también que los modelos climáticos del Mediterráneo vigentes hoy no contemplan los nuevos fenómenos meteorológicos que están sucediendo desde hace quince años.
Este doctor en ingeniería industrial, asesor externo en cambio climático y ecosistemas del Sexto Programa Marco de la Comisión Europea, fue el inventor del detector de metales en aeropuertos, y de un dispositivo que avisa si los volcanes van a entrar en erupción, además de medir de forma remota los gases en la atmósfera, como resultado de un proyecto financiado por la NASA. El invento le valió la nominación, en 1995, para el Premio Nobel de la Ciencia.
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