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Almuñécar contra la corrupción

La justicia no funciona

La justicia no funciona

El caso de Marta del Castillo es un ejemplo más de que la justicia no funciona. Los ciudadanos de a pie no podemos entender que unos individuos se hayan estado riendo de la justicia, de la policía y de la sociedad entera provocando además un gasto importante a la administración con declaraciones falsas acerca del paradero del cadáver de Marta.

El caso de Marta impacta en millones de personas porque estamos ante un crimen gratuito y porque deja en todos una sensación de impotencia y frustración. El drama que ha vivido y sigue viviendo esa familia es fácil de comprender y, al margen de ideologías, todos quisiéramos que los tribunales de justicia fueran capaces de dar adecuada respuesta a un problema como éste. Y por eso, muchos afiliados de IU estuvieron el martes en la Plaza del Ayuntamiento en una protesta ciudadana de rabia.

Ya sabemos que la solución es compleja y que, al amparo de este malestar se generan peticiones demagógicas, impulsos que muchos no compartimos y propuestas que no tienen nada que ver con el tema. Por ejemplo, desde el PP se ha afirmado la conveniencia de agravar las penas por asesinato y se ha vuelto a sacar el tema del cumplimiento íntegro de las condenas cuando en este caso de lo que se trata es de que no hay condena alguna para los cómplices de semejante barbaridad.

Esta sensación de impunidad para los delincuentes la sentimos muchos ciudadanos día a día cuando vemos, leemos y analizamos con detalle tantas y tantas sentencias absolutorias que se dictan en nuestro país al enjuiciar delitos de guante blanco cometidos por políticos y grandes empresarios ayudados por técnicos corruptos que campan a sus anchas por las administraciones.

No hace poco, los propietarios del Internacional School de Almuñécar eran absueltos, junto al ex alcalde y a un técnico municipal de un delito múltiple. Por un lado, se daba la circunstancia de que el colegio compra una parcela municipal dándose la paradoja de que el arquitecto municipal era comprador, como socio del colegio, y tasador, ya que fue él quien puso precio a la parcela. Un segundo delito se produce cuando la parcela se compra con un número determinado de metros y sin embargo, años después, sin que haya habido compras posteriores, se demuestra que la parcela tiene bastantes más metros de los que se había dicho en la escritura inicial. Por si faltaba algo, el colegio duplica sus instalaciones sin permiso alguno a pesar de que en esa parcela estaba prohibido edificar ni un solo metro porque ya tenía la edificabilidad agotada.

¿Y qué dice de todo esto el señor juez? Pues en una sentencia escandalosa, se dice que el testimonio de la guardia civil es irrelevante, se pasa por alto todo lo referente a la compraventa y la tasación, se elude el tema de los metros escriturados y en cuanto a la construcción de cientos de metros sin permiso se dice que no hay problema porque como el Plan de Urbanismo de 1987 aún no se había publicado en el Boletín Oficial no se puede acusar a estos listillos de haber infringido el planeamiento.

Claro que con esa regla de tres, ¿cómo el señor arquitecto municipal puede haber firmado centenares de expedientes urbanísticos contra cientos de vecinos acusados de haber construido ilegalmente una habitación, cerrar una terraza o levantar un muro? Si él es capaz de esgrimir en su defensa que no había PGOU porque aún no se había publicado hasta hace poco, eso mismo podía haber informado en todos y cada uno de los cientos de expedientes que ha elaborado pidiendo multas y demoliciones para vecinos que han cometido irregularidades mucho menos graves que las suyas.

No. La Justicia no funciona. Dentro de poco vamos a ver cómo el juez que ha intentado meter en la cárcel a los delincuentes de la trama Gurtel o investigar los crímenes del franquismo pierde la toga y quizá algo más.

Y aunque hemos hablado de temas muy distintos en el fondo subyace una idea común: los ciudadanos no estamos satisfechos con el funcionamiento de la justicia. Por eso, nada mejor que repetir aquello que ya dijo Pacheco hace años: la Justicia es un cachondeo.    

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