En esta charla nos dieron el local, hicimos la propaganda y cuando íbamos a celebrar el acto nos dijeron que no se podía hacer porque la sala estaba ocupada por otro acto.
Pedimos que nos dieran cualquier sala o la biblioteca. Nos dijeron que estaba todo ocupado. Hicimos una llamada y conseguimos la sala de un hotel bastante alejado pero menos da una piedra. Hacia allá que nos tuvimos que ir todos. Al cuarto de hora de irnos, un compañero que se quedó pudo comprobar que la Casa de la Cultura se cerraba y que ningún acto de los supuestamente convocados se pudo celebrar. Los conserjes de entonces, los mismos de ahora, lo recuerdan perfectamente.
La misma historia ocurrió en el Centro Socio Cultural de Torrecuevas. Se concedió la sala pero no enviaron a nadie para abrir la puerta.
Así que, cuando oimos a ciertos personajes decir ciertas cosas ya no sabemos si reír o llorar.
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