Cospedal y cierra España
David Torres
Puede parecer poco cristiano eso de dejar que un enfermo agonice a las puertas de un hospital sólo porque no pueda pagarse el médico pero el neocristianismo es así. Sin los papeles en regla, Cospedal habría dejado morirse al mismísimo Jesucristo de peritonitis y a la Virgen María de un parto mal dado. “Oiga, que es el Hijo de Dios”. “Ya, ¿pero es español de pura cepa? ¿Es al menos católico apóstolico romano?” “No, pero es el Mesías”. “Un judío barbudo y sin afeitar, eso es lo que es. Como dice Andreíta Fabra: que se joda”.
Como no tienen televisión por cable ni dinero para ir al cine, los inmigrantes practican la fea costumbre de reproducirse, pero a seis mil euros por parto se les van a quitar las ganas. Además, en Castilla-La Mancha ya hay demasiados moros, demasiados negros y demasiada gente sin peineta. La región está hecha un asco, la gente de bien no puede ir a misa tranquila sin que salte un descamisado a pedirle limosna. Vas por Ciudad Real y parece que estuvieras en el Califato de Córdoba.
Esto lo ha cavilado Cospedal ella sola entre rosario y rosario, en uno de esos pocos ratos libres que dedica a la política. Todavía no se le ha ocurrido cobrar a los pobres por respirar, pero todo se andará, que el aire español es un bien escaso y donde hoy se tambalean unos pobres mañana podría levantarse un chalet.
Cristo dijo que la pobreza era el camino a la santidad y no hay mejor manera de fabricar santos que dejarlos en la estacada, en pelotas y con un dolor acojonante. En vez de alcohol y tiritas, las salas de urgencia tendrán una pila de agua bendita y un cura de guardia para convertir infieles justo antes de la extremaunción.
Cospedal sólo está acelerando el proceso para que un montón de almas encuentre la puerta al paraíso entre terribles sufrimientos, desamparo y soledad, como Cristo camino del Calvario. Esta mujer es tan buena cristiana que no le importa condenarse y arder en el infierno por toda la eternidad con tal de poner a los inmigrantes en el buen camino.
Yo soy más bien de letras pero a los aficionados a las matemáticas les propongo un sencillo ejercicio teológico. Cojan la cantidad que van a cobrarles a esos desgraciados que entren echando sangre por la boca y súmenle la parte del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo. 222 euros por una urgencia. Multiplíquenlo por la Trinidad y tendrán el número de la Bestia.
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