Salvo algunas cosas
Ignacio Escolar
Cada nuevo detalle y confesión corroboran la obviedad: que todo es cierto, salvo algunas cosas. Que las mentiras son otras: las que nos contaron para negar la mayor. Es falso que los papeles de Bárcenas fuesen "la sombra de la sombra de un indicio manipulado", como Rajoy aseguró; cada dato demuestra que son lo que parecen: que la cúpula sobrecogedora del PP cobró. Es mentira que "las cuentas del PP sean decentes y transparentes", como aseguró González Pons; al contrario, ya es evidente que en Génova había una caja B porque los pagos que sus propios dirigentes admiten ante el juez no aparecen en la contabilidad oficial. Es un bulo que los políticos estén mal pagados; no todos, al parecer. Y es sin duda un ejercicio de cinismo argumentar, como ha hecho María Dolores de Cospedal, que el PP pretende que este asunto "se ventile con normalidad". No hay más que ver las llamadas de Rajoy al presidente de los jueces, las presiones sobre Pablo Ruz, las maniobras para sacar a Gómez Bermúdez del proceso y las querellas con las que se amenaza pero nunca acaban de llegar.
Pese a todo, la estrategia del PP tiene todas las bazas para ganar. Les funciona. Les va bien. Cada paso judicial demuestra a las claras que no estamos ante unas "fotocopias", sino ante la piedra roseta de la caja B del PP: la prueba definitiva de la financiación ilegal, sistemática e impune de la derecha española, desde los tiempos de la cinta de casete hasta el MP3. Sin embargo, Rajoy hoy está políticamente más vivo que hace tres meses, la prensa ha soltado la yugular, la sociedad da por amortizado el caso aunque las responsabilidades políticas jamás se asumirán. Los papeles de Bárcenas son ruido de fondo mientras Rajoy vuelve a demostrar que aguantar es ganar. Nunca pasa nada y da igual que se demuestre que todos cobraron sobres o que la Gürtel pagó parte de la megalómana boda de la hija de Aznar. La impunidad se mantiene porque lo suyo es pasar.
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