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¿Fantasía de Izquierda Unida o ensoñaciones de un crítico de IU? A propósito del no irlandés

¿Fantasía de Izquierda Unida o ensoñaciones de un crítico de IU? A propósito del no irlandés

Jesús Gómez, el director de La Insignia, ha publicado el 18 de junio en la página que él mismo dirige, un artículo sobre “El no irlandés”. He dudado en responder. No sé si necesario, ni si siquiera útil, pero sí creo conveniente comentar el lado escasamente argumentado, en mi opinión, de algunas posiciones críticas a Izquierda Unida, la izquierda fantástica de la que habla el colaborador de Público.

 

Afirma en su artículo Jesús Gómez que es lógico que un sector de la izquierda europea se alegre del no irlandés al Tratado de Lisboa pero de ahí “a interpretar la postura irlandesa como una actitud de progreso o siquiera acorde a un malestar vagamente crítico, como se está haciendo desde determinados partidos y tribunas, va un mundo”. Se piense lo que se piense del Tratado, afirma, ese (sic) no es propiedad de la derecha.

Cuesta seguir esta última afirmación: se piense lo que se piense del Tratado éste no es una propiedad de la derecha (tesis esta última no argumentada por Jesús Gómez acaso porque un artículo breve no permite un desarrollo adecuado). O la afirmación es literalmente obvia pero, digamos, de escaso interés cultural, o si se admite que puede pensarse lo que se quiera, entonces debe admitirse que pueda sostenerse que el Tratado es propiedad de la derecha, esto es, que responde a los intereses de las capas sociales europeas más favorecidas (aunque no sólo) y sigue las orientaciones de sus representantes políticos. Aquí, en estas mismas páginas de rebelión, Xavier Pedrol y Gerardo Pisarello han argüido profusamente y con admirable documentación en este sentido.

Sostiene a continuación Jesús Gómez que uno de los grandes problemas de la Unión reside en la incapacidad de formar bloques políticos de alcance europeo que actúen, además, con criterios europeos. Las mismas elecciones al Parlamento tienen un vicio de origen: “el planteamiento general favorece que los electores voten con la vista en el contexto de su país y no en el que supuestamente se les propone”. Por lo demás, el día a día de la Unión está tan lejos del ciudadano medio que ella misma contribuye a extender el desinterés, la desconfianza y el desconocimiento que otros, muy interesados en el fracaso de Europa, se encargan de alimentar. No señala Jesús Gómez quienes son esos sectores interesados “en el fracaso de Europa”, pero en buena lógica él mismo debería aceptar que los grupos que contribuyen a extender el desinterés, la desconfianza y el desconocimiento son los primeros interesados -o, como mínimo, se desplazan por el mismo sendero- en el fracaso de eso que Jesús Gómez, y muchas personas más desde luego, llama “construcción de Europa”.

Señala Jesús Gómez en tercer lugar que tiene ante él algunos de los argumentos que se han utilizado durante la campaña del no: el Tratado impondría el aborto libre y la legalización de la prostitución a la católica Irlanda, las leyes de la Unión pondrían en peligro el éxito económico irlandés basado en un sistema tributario donde las empresas no pagan un céntimo, los irlandeses serían llamados a filas en un futuro ejército europeo, consignas que, afirma, se eliminan convenientemente en el cuento de hadas de la interpretación progresista. Es decir, se oculta o se miente, como se prefiera.

Cuesta entender que a estas alturas de la historia Jesús Gómez siga usando el término “progresista” con las peligrosas derivadas que el concepto implica, pero extraña aún más que afirme, en un estilo como mínimo mejorable, que “cuando encuentren masa gris, nuestros izquierdistas podrían explicar qué hacían personajes como John Bolton, alto cargo de George Bush, participando en la campaña: «No entiendo que la gente dé más poder a los burócratas», «el Tratado pone en peligro la existencia de la OTAN»”. ¡Cuando encuentren masa gris! ¡Qué delicadeza, que forma tan admirable de cuidar la razón pública! No está claro, no lo concreta Jesús Gómez, quienes son esos izquierdistas –aunque uno ya va entendiendo poco a poco- pero la falacia de su argumento, si queremos llamarlo así, es de manual de un primer curso de teoría de la argumentación: ¿por qué la coincidencia con sectores de la extremísima derecha invalida unos argumentos? ¿Desde cuándo y por qué? ¿Por qué es malo, inadecuado, izquierdista, fantasioso, estar en contra de la OTAN o de tal o cual tratado porque pueda estarlo, si es el caso (no lo sé, ni tengo mucho interés en ello), la extrema derecha alemana por ejemplo?

Finalmente, aparece el punto nodal de la reflexión de Jesús Gómez: “no estamos ante un triunfo de los trabajadores o un golpe a la Europa del capital, por utilizar dos expresiones fantásticas de la fantástica, por fuera de la realidad, Izquierda Unida española. Bien al contrario, el no es una vuelta de tuerca hacia la derecha más dañina, la que busca congelar el proyecto europeo”. Ahora está claro. ¿De qué se trataba? ¿De criticar a Izquierda Unida que, como es sabido por todos, ha jugado un papel central en el no irlandés? Fantástica, por estar fuera de la realidad, afirma Jesús Gómez. Y eso, ¿por qué? Porque lo afirma Jesús Gómez. El no, afirma igualmente, es una vuelta de tuerca a la derecha. ¿Y por qué? ¿También porque lo afirma Jesús Gómez? Está claro.

Todo lo anterior no quiere decir, en su opinión, que el resultado del referéndum no pueda tener consecuencias positivas. Una de ellas sería que Gran Bretaña se sumara a sus primos y se autoexcluyera de la UE; otra, que se afrontara la reforma del Consejo, o, afirma, finalmente Jesús Gómez, sin soñar con imposibles, que la socialdemocracia tome nota de una vez y empiece a trabajar en serio para recuperar la mayoría. Esa es su conclusión y consejo políticos: que la socialdemocracia recupere la mayoría, porque es sabido que cuando esa mayoría estaba en sus manos el proyecto entusiasmaba a la ciudadanía europea y que entonces los trabajadores y los sectores más desfavorecidos sentían vivamente cómo sus intereses estaban en el puesto de mando y orientación de la construcción europea. Esto, sin duda, no es ninguna fantasía de ninguna Izquierda Unida fantástica, sino tan real y verdadero como la construcción europea hasta la fecha

Pues será eso. Y lo será el día, precisamente el día, en que en el parlamento europeo la socialdemocracia europea, incluida la española, ha votado con la derecha conservadora y os liberales unas directrices sobre inmigración que según Amnistía Internacional y diversas asociaciones de jueces y fiscales vulneran gravemente derechos humanos esenciales. Este debe ser otro pilar más de la solidaria construcción europea que se pregona.

P.S.: Hablando de socialdemocracia, ¿recuerdan ustedes cuántas veces la segunda autoridad del Estado, primer ministro del Gobierno de España y secretario general del PSOE se ha reunido en espacios públicos o privados, en visitas anunciadas u ocultadas, con individuos de la alta talla moral y política de los señores Alierta, Fonseca, González, Botín y demás presidentes de grandes corporaciones españolas? ¿Un centenar de veces? ¿Cinco decenas? ¿Saben cuantas veces ha visitado la segunda autoridad del Estado alguno de los nueve centros de internamiento para extranjeros en España, donde según dicen se restringen libertades “innecesariamente” y dos de cuyas dependencias –Barranco Seco y La Piñera-, en significativa continuidad, eran antiguas cárceles? Creo que no ando errado: ni una sola vez. Dirán: es demagogia, simple demagogia. Piénsenlo un minuto. ¿A que no?

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