La casa y el ladrillo
Antonio Roldán Muñoz.
Alcalde de Conil (Coordinador provincial de Izquierda Unida)
Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo como era su casa...
Bertolt Brecht
Últimamente todas las noticias relacionadas con el urbanismo, que aparecen en los diferentes medios de comunicación, tienen que ver con la corrupción y la detención de algún responsable municipal. Algunos se han aprovechado de su cargo y del excesivo peso económico que la actividad urbanística tiene en nuestras ciudades y en la economía general de nuestro país para su beneficio personal. Por culpa de unos pocos, la sensación que tienen muchos ciudadanos es que todo lo que tenga que ver con el ladillo es corrupto y por tanto desechable.
La planificación urbana pensada para solucionar los problemas de las personas para conseguir una casa donde vivir, un barrio con equipamientos y zonas verdes, y una ciudad habitable que además nos sirva para trabajar, al final se ha convertido en una actividad que provoca desconfianza y recelo, por su carácter de actividad económica especulativa, pensada para el enriquecimiento de unos pocos y no para solucionar los problemas de los ciudadanos.
¿Por qué se ha llegado a esta situación? Sin duda han influido muchos y variados factores para que estemos en la situación actual
El modelo de desarrollo económico en muchas zonas de España, y por supuesto, en Andalucía está basado en la construcción. La industria, la agricultura, la pesca... están en franco declive; desde hace años venimos oyendo cómo los servicios son el futuro y cómo en la división del trabajo en Europa nos toca ser los abanderados de los servicios.
El planificador Juan Requejo, en un artículo titulado El tsunami de los climáticos, nos advierte de que miles de ciudadanos europeos de clase media están dispuestos a instalarse en nuestro país, buscando nuestro clima y provocando una especie de terremoto en el desarrollo previsto. Estos emigrantes climáticos con sus segundas viviendas van a consumir recursos necesarios para el futuro. Él, con buen criterio, defiende el desarrollo de la industria turística antes que el crecimiento a base del residencial.
Hoy en día, cualquier persona habla mal de la especulación y de los especuladores, sin pensar siquiera, y sin ponerlo en cuestión, que el sistema económico capitalista en su fase actual es especulativo por naturaleza, lleva esta condición, por decirlo de alguna manera, en sus entrañas.
Personas famosas que los domingos se reúnen en los palcos de los estadios de fútbol, o salen en determinados programas de televisión ganan beneficios en la bolsa o en el ladrillo especulando, siendo admirados por mucha gente.
Éste es el modelo de desarrollo de los últimos años, hoy puesto en cuestión por muchos ciudadanos, no por el modelo en sí, sino por los desajustes provocados por algunos cargos públicos que se han aprovechado personalmente de esta situación, lucrándose.
En nuestra sociedad funciona la ley del péndulo, y parece que vamos al lado opuesto de donde estábamos. ¿Pero realmente se están tocando las raíces del problema?
¿Podrá un municipio renunciar a la construcción de campos de golf y viviendas buscando otro desarrollo alternativo? ¿En agricultura, industria? ¿Podrán los ayuntamientos tener financiación para prestar servicios de calidad sin necesidad del urbanismo...? ¿En las futuras leyes del suelo se tendrá en cuenta la propiedad privada o el interés general o público?.
Al parecer, se avecina un cambio de modelo, es buena época la convocatoria de elecciones municipales para que cada grupo político explique qué quiere para sus ciudades y que los ciudadanos elijan con libertad su deseado modelo de ciudad.
En el río revuelto actual no puede haber ganancias de ciertos pescadores, que dicen que todos son iguales y se dediquen a presentar denuncias sin base para desprestigiar y crear dudas en los ciudadanos sobre la honradez de los políticos.
Cada día estoy más convencido de que tenemos que cambiar el modelo de desarrollo. Recuerdo una vieja película, Los hermanos Marx en el Oeste. En una escena, para que un viejo tren siga funcionando se dedican a utilizar las maderas que recubren los vagones; a medida que va andando necesita más madera, poco a poco los techos y las paredes de los vagones van quemándose para que el tren vaya alcanzando más velocidad, cada vez desaparecen más vagones que alimentan la máquina de vapor del tren. Al grito de «más madera» se quema todo el tren para que siga andando. El final supongo que se lo imaginan.
Concienciar a los ciudadanos de esto es de vital importancia para el futuro de nuestros pueblos y ciudades.
0 comentarios