Llamazares en Marbella
Manuel Alcántara. Ideal
Gaspar Llamares tiene cara de pobre, pero honrado. No digo que Zapatero y Rajoy no tengan unos rostros perfectamente adecuados a dos personas decentes. Lo que digo es que no tienen cara de pobres. Quizá la fisonomía de don Gaspar, más que el número de sus partidarios, sea lo que le impida que se acuerden de él en televisión y jamás pueda debatir más que con él sólo.
A muchos nos gustaría verle más trabajando en la pequeña pantalla, más que nada para sacar de su confusión a algunos afiliados al PSOE que siguen en la convicción de que pertenecen a un partido de izquierdas. Ahora Llamazares ha estado en Marbella, que suena parecido a 'Tintín en el Tibet'. Ciertamente, en ese privilegiado lugar se han reunido numerosísimos hombres abominables, si no de las nieves, del vitalicio sol de la costa malagueña.
Todo empezó a la amplia sombra de Jesús Gil, que en paz descanse, mientras sus sucesores no encuentran sosiego para rectificar parte de sus tropelías. El líder de IU debe saber que lo peor del llamado 'gilismo' fue que creó escuela: hay pueblos litorales donde se elige para concejal de cultura al más bobo y para concejal de urbanismo al más listo. En otros se va a más y se establecen turnos entre el alcalde y el encargado de suministrar licencias para construir. Hoy por ti y mañana por mí. Mitad y mitad. La vara de alcalde y la vara de medir hectáreas dirigen la orquesta.
Sería magnífico que Llamazares se colara en el próximo debate entre Zapatero y Rajoy, en calidad de espontáneo. Espectáculo solo superable si se programase un debate entre 'los Albertos' a ver cuál de los dos demostraba que su conducta era más intachable que la del otro. De momento, el único que ha ganado decentemente es Javier Bardem. Brindemos todos por él, no la mitad.
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