Bush y el Dalai Lama
Peter Franssen
En octubre pasado, el Parlamento americano entregaba al Dalai Lama la Medalla de Oro, la condecoración más importante que el Parlamento puede entregar. Su siempre sonriente santidad, pronunció un discurso donde alababa a Bush por sus esfuerzos a nivel mundial a favor de la libertad, de la democracia y de los derechos humanos y calificó a los EEUU como los “campeones de la democracia y de la libertad”.
Un poco antes, había calificado la guerra en Afganistán como una “liberación” y la guerra de Corea de 1959 como una “semi-liberación”, mientras que el conflicto de Vietnam como “un fracaso”.
Es evidente que el Dalai Lama recibe el apoyo de la extrema derecha. No sólo por su anticomunismo rábico, sino también por su racismo. Con el objetivo de preservar la pureza de la raza oprimida, su gobierno en el exilio condena los matrimonios mixtos entre tibetanos y los “demás”. En este contexto, Jörg Haider, en Austria, podría sentirse identificado. Son también las personas como Haider los primeros en prestar su ayuda al Dalai Lama.
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