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Almuñécar contra la corrupción

A palos

A palos

Columna aparecida en Costadigital

Los de IU no pasan por movimiento mal hecho y, en ello, se van pareciendo, mas que a la oposición, a la fiel infantería, de lo centinelas, atalayos y avizores que están ante cualquier asunto de la municipalidad. Se lo curran o al menos parece que están en ello, mayormente porque PP, PSOE, PA parecen haber tomado un chute de codeína y andan tontorrones, bajos, bisolvones por griposos desde el inicio de la presente legislatura. Ante ese panorama de convalecientes, el Morgan y el Ferminté parecen Correcaminos

Al caso, IU, se han convertido en la pesadilla de Benavides Yanguas, quien cuando preside la mesa del Pleno municipal se refiere a Tejero como al portavoz de Izquierda Unida, pero sin mentarlo, que es una manera algo baladí de ignorar al enemigo en un intento del clásico al opositor ni nombre o lo que es lo mismo ni agua de bautismo. O sea, que por no nombrarlo nos ahorramos recordar que existe a nosotros y a los demás. En esto veo que el alcalde, es romano y apostólico, ya que sigue creyendo en el limbo como donde habita el olvido, aquel espacio al que antes de Wojtila mandaba la Iglesia a las almas de los nonatos no cristianizados. Luego ya se sabe que Juan Pablo II y polaco decidió ahorrar instancias y trámites a la burocracia celestial y dio por clausurado espacio tan gris de invisibilidad. Pero los políticos siguen creyendo en el limbo y quisieran que los demás también. Más que el limbo, ya digo que les gusta por encefalograma plano, un político quitaría las hemerotecas de los periódicos; te metes en una hemeroteca y descubres cuando nos contaban el mundo feliz que luego han incumplido.

También debe ser una lata, para un edil o particular, tener a un señor que siempre te va corrigiendo cada paso que das o cada movimiento que en su libro de maestro dice que está errado. Y mucho más pesado debe ser en cuanto que el criticado va por los asuntos de la vida creyéndose poseedor del don de la verdad y la infalibilidad de la misma: dos caracteres. Que diría mi adorado Stendhal cuando se hartaba de describir una situación de disputa entre dos paisanos de Grennoble. Stendhal, Balzac y toda las gran novelística del XIX, exceptuando a los rusos que eran prolijos hasta la extenuación, no se extendían demasiado cuando se trataba del paisanaje, aunque luego nos contaran todo de todo sobre la zozobra de una marquesa ante una mirada de su chevalier servant o como llevaba las cuentas domésticas una provinciana. Ahí Proust hiló más fino, y aparte dedicar siete tomos a decir una sexualidad también detalló atomizando como decorarla y vestirla en lo privado y lo público haciendo nuevo periodismo, cubismo e interiorismo antes que Capote, Picasso o Stark en sus respectivos oficios.

Pero ni los anteriores ni el último, me refiero a los franceses escritores, vienen al caso en estos asuntos de política municipal, a no ser por adornar la pantalla con un encaje estrafalario y pedante de nouvelle psicológica a lo que es anotación política, para terminar diciendo que veo un curso de lo político que pudiera venir de esgrima, pero será de grima, si atendiendo a lo que se oye, el maestro armero en vez de delicados floretes pone en la mano de los contendientes aquellas garrotas ásperas del cuadro de Goya. A palos, ya digo.

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