Una mirada sobre las manifestaciones de las últimas semanas
Marga Ferré
El 14 de abril sacamos junto a muchos nuestras banderas republicanas, el 24 de abril salimos a la calle para exigir el fin de la impunidad contra el franquismo, el 1 de mayo volvimos a salir junto a los trabajadores y las trabajadoras para unir nuestras voces contra la crisis económica. Han sido movilizaciones en todo el Estado y por ello, merecen una reflexión.
Los actos por la República se multiplicaron por toda la geografía, en forma de cenas republicanas, actos sobre la II, manifestaciones por la III, la lectura continuada de la Constitución del 31 y, sobretodo, en la visualización de la bandera tricolor. En Madrid, en las tres manifestaciones arriba comentadas, las banderas republicanas salieron a la calle más que nunca.
Hace años, cuando estaba en la Facultad, celebrábamos el 14 de abril con una sangría republicana que cabía en dos cubos. Hoy somos muchos más. Hoy la República es una referencia y por ello este año los actos y manifestaciones por la República han tenido un aire especial. Quizá porque nos llegaba ese olor a naftalina franquista del Tribunal Supremo y había que perfumar las calles.
Dijo una vez Oskar Lafontaine que no había nada mejor que una idea que encuentra su tiempo. En medio de una crisis económica, nos encontramos con que además de que quieren que los trabajadores la paguemos, quieren insultarnos robándonos nuestro pasado. Por ello fue lógico que la convocatoria a la manifestación contra la impunidad se hiciera de forma anónima y en red. Se convocó en Facebook y desde IU ayudamos.
La estética es lo de menos cuando se lucha por causas justas, pero no puedo menos que compartir lo hermosa que fue esa manifestación en Madrid. Es de esas veces que todo se une para crear un gran momento: miles y miles de personas portando como única insignia la bandera tricolor y las fotos de sus muertos. Una tarde preciosa que se volvió más bella cuando en el minuto de silencio para recordar a las víctimas del genocidio franquista, miles de puños se fueron levantando en un gesto que no dejaba lugar a dudas: no estábamos allí por Garzón, sino contra la impunidad del franquismo y para defender a los nuestros. Quizá ese gran momento explica por qué, días más tarde y en la manifestación del 1 de mayo, hubiera tantas banderas republicanas.
Esa tercera manifestación merece una reflexión especial, porque no hubo mucha gente, comparada con otros 1 de mayo. Lo extraño, a mi juicio, es que siendo el mayor problema al que nos enfrentamos la crisis y ese 20% de paro que padecemos, la manifestación que por excelencia debería ser masiva para defender los intereses de los trabajadores y de las trabajadoras, no lo fue tanto. Deberíamos centrar ahí nuestro trabajo.
Debemos hacerlo porque si para IU la movilización siempre ha sido un elemento importantísimo, hoy es esencial.
La movilización es la mejor manera de presionar, proponer, expresar, ganar. Y además abre espacios para los que no militan, pero sienten y quieren hacer algo, para los que no gritan, pero lo hacen paseando, para los que no hablan solos pero sí lo hacen con otros.
Por eso IU tiene como tarea central la calle. La crisis y la salida conservadora que están poniendo en marcha exigen converger con la gente. Como me dijo una vez un gran sindicalista: lo que no ganemos en la calle no lo ganaremos negociando. A lo que yo añado que lo que no ganemos en la calle, no lo ganaremos en las urnas.
“A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo”, como decía Gabriel Celaya.
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