Con el pueblo saharaui. Multitudinaria manifestación en Madrid
Decenas de miles de manifestantes recorrieron el sábado las calles de Madrid entre Atocha y Sol para denunciar el enésimo ataque de Marruecos contra el pueblo saharaui y la actitud bochornosa del gobierno español y de la ONU incapaces de dar una salida digna a un conflicto que se ha enquistado en el tiempo. Muchos jóvenes, muchas mujeres, muchas banderas de este pueblo oprimido tomaron el centro de la ciudad que por unas horas se acercó a las haimas del Sáhara para dar un empujón más al muro que muy pocos recuerdan y que el estado español, con su negligencia, ayudó a construir.
Tenían sus dudas estos cronistas al comienzo de la marcha de que el acto se convirtiera en una protesta exclusiva de la población árabe y de que el Madrid rebelde se hubiera también olvidado de la deuda de España con el Sáhara Occidental; pero al poco de iniciarse la marcha por la calle Atocha, la masa humana empezó a no tener ni principio ni fin en una mezcolanza interracial que clamaba contra el déspota alauíta pero que también señalaba con sus consignas a la calle Ferraz, sede del Partido Español (antes Partido Socialista Obrero Español). De hecho, muchos manifestantes, tras acabar en la Puerta del Sol, quisieron dirigirse hacia esa calle pero la policía del reino de España se lo impidió. Unas horas antes, un grupo de jóvenes ya había tomado la sede del partido de uno de los distritos de la ciudad. En la memoria, la expulsión de España del Frente Polisario en 1985 durante el gobierno de Felipe González.
Madrid volvió a poblarse de banderas olvidadas, de gritos clandestinos, de ropajes escondidos en los armarios. Y muchos recordamos, treinta y cinco años después, cómo el gobierno español del momento abandonó a su suerte unos territorios y sus habitantes bajo las garras de una de las monarquías más sanguinarias del norte de África; la estrategia de la marcha verde para ocupar, cercar y expulsar a un pueblo de sus tierras; la inoperancia, premeditada o no, de la ONU que se ha ido alargando en el tiempo hasta llegar a nuestros días; el colaboracionismo entre los gobiernos para ir silenciando los gritos desesperados de un pueblo sin tierra; los abrazos hermanados de sus jefes de estado.
Manifestaciones como esta hacen recuperar la memoria, esa que se empeñan en extirpar para hacernos olvidar como el pueblo saharaui es una víctima mas de la “modélica” transición de la dictadura a la democracia. Envuelto en papel de celofán nos ofrecieron un caramelo amargo con su monarquía, sus herederos franquistas, su borrón y cuenta nueva pero con nuestros muertos en las cunetas. Sáhara Occidental no es mas que otra consecuencia de aquel cierre en falso de un parte de nuestra historia reciente y nuestra deuda con ellos es, ya, impagable. El exilio, la cárcel, las torturas, el abandono en el desierto, el muro (otro más) de la vergüenza, el olvido…
La cabecera de la manifestación llegó a la Puerta del Sol hora y media después de haber comenzado en Atocha. Pero el manifiesto leído desde la tribuna solo pudo ser escuchado por unos miles que empezaban a ocupar la céntrica plaza. Hora y media después seguían bajando banderas saharauis por la calle Carretas y eso puede dar una idea más exacta de la magnitud de la protesta, más que las clásicas guerras de cifras a las que medios y organismos oficiales nos tienen acostumbrados. A las tres de la tarde, la Puerta del Sol era saharaui. Y sus gritos se escucharon en el desierto.
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