El trípode
Tomás Hernández. Costa Digital
Dice el señor Arenas, eterno pretendiente para suceder a unos presidentes que también parecen sempiternos, que el día en que él tome las riendas desarrollará una política económica sustentada en tres sólidos pilares. A saber: turismo, campo y cemento.
Yo creo que las ubres del turismo están ya bastante estrujadas. Los conflictos, por no llamarlos carnicerías humanas, de los países árabes, mantienen por ahora las playas llenas. Pero confiar en el mudable ocio ajeno como soporte consistente del negocio propio no resulta muy fiable. Quienes vivimos en tierras de turismo vemos el vacío de los meses invernales que los hoteles salvan, como pueden, gracias al Imserso. Y bienvenido sea, ya que aquellas faraónicas ensoñaciones de un turismo de excepción y denigrador despectivo de lo alpargatero van a tardar en llegar.
Del campo, que hablen los agricultores. Pero por lo que se ve y se oye por ahí, parece que quienes crían los tomates cobran por ellos una miseria y quienes los compran, los pagan a precio de pepitas de oro. En el viaje de la huerta a la mesa el tomate se transmuta -¿en qué?-, y se encarece como manjar de dioses vegetarianos.
Pero lo mejor de la propuesta del señor Arenas es lo del cemento. ¿Más cemento, señor Arenas?
Hasta nuestro último edil se lamentaba recientemente del destrozo que los gobernantes de ahora, y de aquí, están perpetrando. Y lamentaba, bucólico hasta la emoción, la pérdida del paisaje de este pueblo tan blanco -¿no era ocre?- al borde del mar apacible.
Remata este luminoso trípode el señor Arenas con la retahíla de siempre: austeridad, restricciones y recortes. Yo creo que a los condenados de por vida a la austeridad les gustaría cambiar de plato alguna vez.
En Finlandia, leo esta mañana, han subido las prestaciones sociales, han aumentado la cobertura de desempleo y han activado el consumo interno. Seguro que tienen más dinero que nosotros, pero también más y mejores ideas.
Un prócer de la CEOE mandaba días atrás a los disconformes a Laponia. El señor Arenas debería darse una vuelta por Finlandia, aunque fuera por Internet, que hay unas vistas muy bonitas, y contarnos algo nuevo.
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