"Esta crisis es un robo, una estafa que la buena gente seguirá pagando"
'Creer es crear: el futuro no es inevitable, es inventable'. Este es el título de la conferencia que ayer el economista, escritor y experto en Psicología del Liderazgo Álex Rovira ofreció en la Confederación Granadina de Empresarios (CGE). El mensaje de fondo está claro: cambiar no sólo es posible, sino necesario. "O cambiamos de verdad muchas cosas o peores crisis vendrán", asegura Rovira, que apunta que "sin consciencia no puede haber gestión, sin respeto a lo humano no puede haber calidad a largo plazo".
-¿En qué dirección tienen que ir esos cambios de los que los ciudadanos se tienen que hacer conscientes?
-Hay que buscar una economía mucho más humana y con mucho más sentido. No podemos seguir sin redistribuir la riqueza, no podemos tener un crecimiento económico ilimitado en un mundo limitado. Creo que en el futuro tendremos que encontrar un equilibrio entre la creación de prosperidad y el mantenimiento de la tierra.
-¿Hacia dónde vamos en los próximos años?
-En lo político, los sistemas democráticos tienen que reforzarse mucho más. Y eso no se puede hacer más que con la educación y la cultura. No puede haber brotes verdes si no siembras antes. Más allá de la educación, en el caso de nuestro país tenemos que pensar qué queremos ser, qué seremos. Nadie lo sabe y eso es muy grave. El señor que se presenta a una función de gestión de alta responsabilidad tiene que tener un proyecto y tiene que declarar el proyecto antes de las elecciones, sea del signo que sea. ¿Qué queremos ser? ¿Queremos ser la Florida del mundo, el destino de clase media del turismo mundial? ¿Queremos ser eso? Pues díganlo. La visión de un Estado no se hace en un año ni en dos y lo que define a un estadista es la capacidad de generar una visión coherente, asumible, que tiene en cuenta las capacidades de su gente y territorio, y que además genera una ilusión. Pero siempre con los pies en el suelo. Hay un optimismo ingenuo altamente tóxico que dice que todo va a ir bien pero no hace nada. Yo creo más en un optimismo práctico.
-¿Se están haciendo bien las cosas, hay un proyecto de lo que España debe ser?
-No, no, no, no, no... Ni ahora ni antes. Se pueden hacer las cosas mejor, con sentido común. Se está gastando dinero en rescatar a una entidad financiera. Pues no, que paguen con su patrimonio los que han estafado y han robado. Pero Rodrigo Rato no va a declarar porque hay una connivencia. Tú me das dinero de los ciudadanos para que yo financie infraestructuras inútiles o incluso campañas electorales, y aquí todos callamos. Por eso esta crisis es un robo, una trampa, un hurto. Pero los ladrones de guante blanco no irán a la cárcel. Y la buena gente, como siempre, seguirá pagando. Por eso hasta que no cambiemos esto de verdad, y puede llevar tiempo e incluso alguna revolución, van a venir más crisis. Es de sentido común.
-Entiendo entonces que cuando habla de buena crisis no se refiere a esta...
-En el mundo de la pareja, con los socios, con los hijos e incluso con la salud misma, una crisis puede ser una buena crisis. El problema es que una crisis, si no se gestiona bien en el tiempo, se convierte en desgracia o en tragedia. Por definición la crisis admite reversibilidad. Pero cuando no se habla y se oculta, acaba llegando la tragedia, la desgracia. Hace tres años y medio, cuando escribí La buena crisis, era el momento de hacer cosas diferentes, pero no se han hecho. Han pasado tres años y pico y ahora se están tomando medidas que deberían haberse tomado entonces. Y se están tomando tarde y mal.
-¿Qué debería haberse hecho, cómo debería haberse gestionado la crisis?
-Diciendo la verdad, es muy simple. Al final digo muchas obviedades, soy como el niño que dice que el rey está desnudo. Tendrían que decir la verdad, decir que las cajas han prestado los ahorros de la gente trabajadora para la obscena promoción inmobiliaria. Yo lo resumo en una frase que repito mucho: hemos comprado con dinero que no teníamos cosas que en realidad no necesitábamos, para impresionar a quienes no conocíamos, avalándolo con activos que no valían ni mucho menos lo que costaban en un sistema financiero mal regulado y nefastamente gestionado políticamente. Son siete negaciones de la realidad. Hay que decir la verdad. Pero aquí en cambio se tapa la porquería, se mete debajo de la alfombra. Todos han hecho uso consciente de la corrupción y han robado a señoras viudas y jubiladas con acciones preferentes que no podrán volver a cobrar en su vida. Es más que indignante, es más que indecente, es vomitivo. Pero ellos no se descuelgan y siguen reclamando millones de indemnización. Es brutal, no hay palabras para expresar la ignominia. Han pervertido el sistema. Esto no es una crisis, es una violación moral.
-No le veo muy optimista...
-Mi optimismo no está en la política ni en las finanzas, mi optimismo está en la buena gente. Yo creo en el ser humano y creo en la bondad y en la buena gente. Hay mucha buena gente en este mundo, pero esos no quieren ser directores de banca, ni secretarios de Estado, ni ministros. Se dedican a cuidar su jardín y a su gente. Sólo hay dos razas de seres humanos, que no se definen ni por el color de la piel, ni por la ideología, ni por la religión: los decentes y los indecentes.
-¿Nos han tocado muchos indecentes?
-A manos llenas. Y además no tienen el coraje de decir las cosas por su nombre.
-¿Cree que la suma de las voluntades individuales puede generar el cambio?
-Yo soy de Barcelona y este año se ha conseguido parar 100 desahucios, precisamente porque un grupo de personas ha dicho no, esta familia no va a la calle porque usted le haya estafado. Siempre han podido. Mire la revolución francesa. Los que están en el poder acaban perdiendo el sentido de la realidad la mayoría de las veces. Y como tienen acceso a enormes bolsas de dinero, van a saco. El poder corrompe a los corruptibles, así que lo que hay que tener muy en cuenta es si quien está gobernando es un corruptible.
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