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A la sexta fue la vencida

A la sexta fue la vencida

Granada Hoy. Ana González Vera

La memoria es la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. Los familiares de las víctimas del franquismo suelen tener esta facultad muy presente para no olvidar nunca a los suyos, pero hay otras formas de recordar. Nombrar a los fusilados es también exhumarlos. Escribir sus nombres y honrar los lugares donde murieron fusilados también es un acto de memoria, en este caso colectiva.

Ayer, la tapia del cementerio de San José, donde fueron fusiladas más de 4.000 personas víctimas del franquismo, se convirtió oficialmente en 'Lugar de Memoria Histórica'. Un monolito, con la leyenda: 'A las víctimas del franquismo asesinadas en esta tapia por defender la legalidad democrática' se encargará de recordar lo que esos muros legendarios callan desde hace 76 años.

El Ayuntamiento ya no podrá quitar más esa placa que se afanaba un año tras otro en retirar. Es más, ahora tendrá que velar por su conservación. Desde luego, los pilares sobre los que se asienta el monolito, de un metro de profundidad, van a poner difícil su desplazamiento. Eso sí, ayer ya había alguno que pronosticaba que quitarlo no, "pero en pintarrajearlo van a tardar poco".

Desde las seis de la tarde, el camino hacia la tapia se convirtió en un multitudinario paseo que los asistentes hicieron en silencio. Muchos rememorando la fatídica angustia con la que sus familiares hicieron el mismo camino hace más de 70 años; otros embargados por la alegría de haber conseguido un reconocimiento que ha tardado mucho en llegar.

"¡Que lo hemos conseguido! Ya ha llegado el gran día", comentaba exultante Francisco Vigueras, vicepresidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, después de muchos años de trabajo.

Y tras estas palabras se sucedieron las intervenciones y la emoción. Como convertir los sentimientos en palabras ahoga la garganta, muchos de los ponentes optaron por la poesía para expresar sus sentimientos. El primero fue Fernando Barros que recordó aquellos versos de Machado de El crimen fue en Granada: "Se le vio, caminando entre fusiles, /por una calle larga/salir al campo frío /aún con estrellas, de la madrugada...

Manuel Miguel Mateo, fue el responsable de hablar en nombre de los familiares de las víctimas. Recordó que todavía quedan hombres y mujeres en las páginas de los libros de defunción sin nombre y apellidos. Hombres y mujeres sin rostro, borrados de la tierra. "No hay placa más grande que la que tienen los familiares en su corazón pero era necesario que las leyes honraran su memoria", relató.

A Paco Vigueras solo se le quebró la voz una vez. Fue cuando recordó a su tio abuelo fusilado, Juan Bautista Roldán. Recuperado emocionalmente trazó en público nuevos objetivos: "Conseguir que el Ayuntamiento quite ahora todos los símbolos franquistas de la ciudad. Hay que quitar el monolito en el centro de Granada", dijo en clara referencia al monumento en honor a Primo de Rivera. "El Ayuntamiento tiene la obligación legal de retirarlo por coherencia democrática y dignidad política. La ley está para cumplirla", recordó al nutrido grupo de asistentes.

Y se guardó un minuto de silencio en recuerdo a las víctimas del franquismo. La voz de Juan Pinilla terminó de poner la emoción a un acto que los familiares contemplaron durante dos horas con los ojos húmedos.

Muy ovacionada fue también la intervención del poeta Luis García Montero, quien alabó el esfuerzo del pueblo durante todos estos años para sustituir la falta de apoyo de las instituciones en la consecución de este reconocimiento. Recordó el momento en el que le presentó su pareja a sus padres . "Después la subí al barranco de Víznar a presentarle a mi otra familia, la que había sido asesinada en 1936". Y aprovechó para pedir a las autoridades que dignifiquen el parque entre Víznar y Alfacar para declararlo parque de interés histórico y que "ningún especulador pueda construir aquí una urbanización".

Entre los asistentes, muchos miembros del PSOE y una buena representación de IU. Pero más que las presencias fueron significativas las ausencias. Ni el subdelegado, ni el alcalde ni el presidente de la Diputación estuvieron en el acto. Sólo Fernando Egea, concejal de Bienestar Social, acudió al acto en representación municipal. Y lo hizo con humildad y respeto pese a la pitada y los gritos de "¡Vergüenza!", con los que le recibieron algunos asistentes.

Egea abogó por desterrar el odio y el rencor y pidió que no se vea a personas encarnar ideologías políticas responsables de hechos que ocurrieron hace 75 años. "A los jóvenes debemos mostrarles la historia no como arma arrojadiza sino como herramienta para aprender de ella y que nunca más se repitan este tipo de hechos".

El ex parlamentario de IU, Antonio Romero, no quiso perderse el acto. Enfermo de Párkinson Antonio se ha retirado de la política activa pero tiene fuerzas para defender la importancia de reconocer a las víctimas del franquismo. Dice que si los pueblos pierden su memoria, pierden su historia. Y sabe lo que dice porque ahora sí le toca a él iniciar una dura lucha para no perder la memoria, su memoria.

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