Los antidisturbios metieron piedras en mi mochila cuando estaba detenido
Amnistía Internacional denuncia el uso excesivo de la fuerza por la policía y la impunidad de la que goza durante las manifestaciones
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Fue a una manifestación pacífica con una amiga pero resultó que alrededor del Congreso había violentos que ‘reventaron’ la concentración. Concretamente 1400 policías antidisturbios”, denuncia Gabriel Jiménez, uno de los 35 detenidos el 25S y que se enfrenta a las acusaciones de desórdenes públicos, atentado contra la autoridad, resistencia, desobediencia y atentado contra las altas instituciones del Estado. Hoy ha prestado su voz a la campaña que mantiene Amnistía Internacional para denunciar el uso abusivo de la fuerzas de seguridad durante las manifestaciones.
Este joven asegura que él y su acompañante fueron objeto de una carga policial cuando ya se dirigían a sus casas y apenas quedaban personas en las inmediaciones de la cámara baja. “Cuando vi que cogieron a mi amiga me di la vuelta para decirles que no habíamos hecho nada, pero al momento un agente me lanzó un porrazo a la altura del cuello que paré con el brazo izquierdo y después sentí un fuerte golpe en la cabeza”, explica.
Gabriel y su amiga fueron reducidos, esposados y puestos de rodillas junto a dos furgones. También les quitaron las mochilas. Fue entonces cuando el joven pidió asistencia médica porque sangraba de forma abundante por la herida cabeza. “Los sanitarios me atendieron allí mismo, conmigo de rodillas y a la luz de los faros de un furgón. Después dijeron a los policías que tenía que recibir puntos antes de seis horas, pero no me llevaron a un hospital hasta cuatro después”. Antes pasó por comisaría. Allí permaneció de pie mirando a una pared junto al resto de detenidos durante un tiempo que se le hizo eterno. Cuando llegó el momento de interrogarle saltó la sorpresa. “Abrieron la mochila y sacaron dos piedras que yo jamás había metido allí. Me acusaron de haber lanzado otras contra ellos. Después me ofrecieron firmar un papel pero cuando me puse a ver que decía me dijeron que yo no estaba allí para leer”. Su amiga corrió la misma suerte. En su mochila aparecieron otras tres piedras. Gabriel afirma que no recibieron maltrato físico pero sí que en los calabozos sufrieron unas condiciones muy duras. Sin mantas ni agua y “con un policía que nos encendía la luz o la apagaba al contrario de lo que le pedíamos”.
En el hospital, después de aplicarle seis puntos de sutura en la cabeza, le dijeron que tomara un calmante cada cuatro horas. “Pero de retorno en el calabozo no me dieron nada y con el pasar de las horas el dolor comenzó a ser insoportable. Además empecé a sangrar de nuevo por lo que pedí otra vez asistencia médica, pero se rieron de mí”.
Tras su paso por los juzgados madrileños de Plaza de Castilla dos días después –“donde el trato fue mucho más correcto pese a seguir en celdas- quedó en libertad con cargos. Ahora está a la espera de juicio. “Existe una violencia legal que puede ejercer el Estado contra la que la ciudadanía no puede defenderse”, concluye Grabriel.
Denuncia de Amnistía Internacional
El testimonio de Gabriel Jiménez viene a sumarse a los recabados por Amnistía Internacional (AI) en un informe presentado hoy que analiza la actuación policial durante manifestaciones en España, Grecia y Rumanía. La organización aprecia un patrón común en los tres países que se puede extender al resto de la Unión Europea. En concreto, AI denuncia que se está produciendo un uso excesivo y arbitrario de la fuerza que goza de impunidad ante la falta de voluntad de las autoridades por investigarlos. Por ello exigen que los agentes antidisturbios vayan identificados tal y como marca la ley para que puedan ser denunciados en caso de abusos y que se evalúe y clarifique la labor que realizan los agentes de paisano, entre otras medidas.
También critica el uso de las denominadas “armas no letales”. En especial el de las pelotas de la goma, que llegan a alcanzar una velocidad superior a los 200 metros por segundo. Según los datos facilitados durante la presentación del informe, en los últimos diez años las pelotas de goma han causado en España dos muertos y 50 heridos graves, de los que 23 han perdido un ojo a causa del impacto. “Deben ser disparadas a una distancia mínima de 50 metros y contra el suelo para que reboten y pierdan fuerza, pero en las imágenes de las manifestaciones vemos que los antidisturbios no siempre respetan estas mínimas reglas”, recuerda la organización.
“La policía cumple con una labor difícil que a veces requiere el uso de la fuerza pero entre sus funciones también está la de asegurar el respeto de los derechos humanos, y el de manifestación es uno de ellos”, apunta la directora adjunta de AI España, Eva Suárez-Llanos. Ante esta situación, AI ha anunciado una campaña en Internet para frenar los abusos de fuerza durante las manifestaciones.
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