Ada Colau, la fuerza de los débiles
“Sus palabras levantaron la torre / de la fuerza de los débiles” escribió en un precioso poema hace unos años el poeta, cantante, y músico extremeño Pablo Guerrero, poema que sería convertido en canción un poco después e incluido en el disco del grupo Esclarecidos, titulado, precisamente, La fuerza de los débiles (Dro East West, 1996). La maravillosa voz de Cristina Lliso susurrando los versos dolientes de Pablo Guerrero no dejaban, lo puedo asegurar, a nadie indiferente, salvo que la persona que lo escuchara tuviese el corazón de granito.
Me vienen a la memoria estos versos de Pablo Guerrero, precisamente estos días, cuando veo por televisión a la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ada Colau, en su comparecencia ante la comisión del congreso que estudia la reforma de la Ley Hipotecaria. Tengo que confesar que en estos tiempos que nos han tocado en suerte, esta época terrible en la que tanto miserable, tanto oportunista, tanto imbécil que vive del cuento, tanto chupóptero de la subvención pública, tanto mamón de la teta de los partidos políticos, tanto Carromero suelto que anda por estas tierras de España, convertidos por obra y gracia del político de turno en asesores de no sé sabe muy bien qué cuento chino, tanta garrapata dispuesta a cualquier cosa con tal de no dar un palo al agua, tengo que decir con absoluta rotundidad que esta mujer, Ada Colau, me ha sorprendido tan gratamente que no quepo en mi de felicidad.
Cuando vi en televisión su comparecencia y escuché sus frases, tan rotundas, tan certeras, tan como disparos de fusil, contra los banqueros, contra los políticos insensibles que muestran más interés por los datos macroeconómicos que por las personas de carne y hueso, tengo que confesar que me emocioné. Y es que en los últimos tiempos todo son malas noticias, corrupción a destajo, monjas secuestradoras de niños, recortes a mansalva, y desahucios, cientos de desahucios, más de quinientos al día en todo el estado español.
Y en esto llegó Ada Colau, y sus compañeras y compañeros de la Plataforma, —no lo olvidemos, ella no está sola en esta guerra desigual emprendida contra un enemigo súper poderoso,—, cuyo trabajo viene de lejos, más de una década plantando cara a los malditos bancos y a una ley a todas luces injusta. Una década denunciando los abusos del sistema bancario español, una década diciendo basta ya, no dejéis a la gente sin casa y sin futuro, una década apoyando a todas esas pobres gentes que se han visto privados de sus hogares, una década defendiendo el derecho de todas las personas a tener una casa, uno de los derechos más fundamentales que tiene el ser humano.
El colofón a estos diez años de lucha lo han puesto hace unos días, con esa Iniciativa Legislativa Popular avalada por un millón y medio de firmas, y que en el último segundo de partido ha salido adelante. Al final la tenacidad de miles de personas, cuyo rostro más visible ha sido el de Ada, ha dado su fruto. No podemos tener la absoluta certeza de que la dación en pago acabe imponiéndose, pero al menos, la victoria en esta batalla nos llena de alegría. Y no podemos negar que la comparecencia de esta mujer tenaz, valiente, sincera y solidaria, en el Congreso de los Diputados ha tenido mucha culpa de ese éxito. No podemos negar que Ada Colau se ha convertido por derecho propio en la fuerza de los débiles, todos los débiles de este país.
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