Status quo
La mirada del Mendigo
La curia católica previene contra la ideología de género y el feminismo. Sin embargo, la doctrina católica está marcadamente cargada de androcentrismo, es una ideología patriarcal que destila aversión por la condición femenina.
Como por otra parte es lógico, habida cuenta que su Dios habla por un grupo de hombres viejos y célibes. Es evidente que si las encargadas de interpretar la voluntad divina fueran un grupo de mujeres ancianas casadas, no condenarían con tanto ahínco el aborto o la contracepción. Y aún menos si las intérpretes de las Sagradas Escrituras fueran un grupo de mujeres núbiles. O de hetairas.
Es curioso que la voz del Dios del desierto siempre suene a viejo reprimido, resentido. Quizá tenga alguna relación que desde los tiempos de Moisés, quienes hablan en su nombre, quienes tienen licencia para interpretar su voluntad son viejos reprimidos. El Dios de Abraham, que comparten judaísmo, cristianismo e islam no es más que el muñeco de un ventrílocuo, quien le dicta lo que debe decir. Creamos a los Dioses a nuestra imagen y semejanza, y desde luego nada bueno se puede decir de un pueblo que creo un monstruo como el Dios de la Biblia, criminal patológico, celoso, ingrato y colérico como un niño…o como un anciano de vida inútil, con el cerebro frito por el sol del desierto sirio.
Por lo tanto, segregar a la mujer de los puestos de responsabilidad en la organización, eso es ideología de un género muy concreto, el masculino. Prohibir y criminalizar la soberanía de la mujer sobre su vida sexual y reproductiva… es también es ideología de género, y apesta a patriarcado.
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Por otra parte, los que desdeñan la idea de la lucha de clases como algo “anticuado”, la aplauden. Desde pequeñito, un niño bien aprende a tener conciencia de clase. Es una lección que no olvidarán jamás, a diferencia del hijo del obrero, que cuando llega a chupatintas ya se cree que pertenece al bando ganador.
Los gobiernos del PP$O€, partidos que rechazan y abominan del concepto de lucha de clases, la practican en cada decisión de gobierno. Cuando abaratan el despido, es lucha de clases (el empresario se ahorra lo que el trabajador no recibe). Cuando rescatan bancos con dinero público, en vez de hacérselo pagar a los accionistas y bonistas, es lucha de clases. Cuando eliminan el Impuesto de Sucesiones, el de Patrimonio, mantienen la tributación de las SICAVs al 1% y otorgan beneficios fiscales a las SOCIMIs, mientras suben el IVA y recortan en sanidad y educación, ESO ES LUCHA DE CLASES.
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En ambos casos, la derecha niega siquiera la legitimidad de defender unos intereses diferentes. Que la Iglesia glorifique la prevalencia del macho sobre la hembra es una cuestión natural. Que el feminismo luche por la igualdad de derechos entre los sexos, es inadmisible. Construir la supremacía de una clase sobre otra, la ley del embudo como norma superior del Estado, es lo que une a todos los demócratas. Defender los derechos de la clase explotada, de las naciones sin Estado, de los desplazados de su patria o de los que simplemente no siguen los derroteros marcados en su vida artística, intelectual, sexual…es ir contra la paz social, el orden natural y la puta Constitución. Es, en resumen, ser un antisistema.
El día que les neguemos el centro del tablero, que dejemos de jugar en su terreno, y que se reconozca que enfrente del nacionalismo gallego está el nacionalismo español. Que a la igualdad de sexos se opone el machismo, frente a la diversidad étnica el racismo, frente a la reconocimiento de la condición sexual diversa, la homofobia islamojudeocristiana. El día que quede claro quién defiende los intereses de qué clase, es decir, el día que hayamos clarificado el debate y situado a cada contendiente en una banda del tablero ideológico, podremos empezar la partida de forma justa, equilibrada, con aspiraciones a ganarla. Hoy por hoy, la derecha no tiene una ideología, sino LA ideología. Monopoliza la legitimidad intelectual frente a la cual se construyen los -ismos, manías de histérica, peligrosas desviaciones de la doctrina, herejías.
Hoy en día, la derecha ocupa el centro del tablero desde el inicio de la partida y en su avance desplaza consigo el origen de coordenadas como si fuera un portaestandarte que rezase “status quo“.
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