Santiago Alba Rico, la RDA y las dicotomías
En 1989 caía el muro de Berlín. En Wall Street corría el champaña entre risotadas, permanentes con laca y pellizcos en el trasero a las secretarias, el llamado mundo libre sigue padeciendo la resaca de aquella fiesta. Por su parte un amplio sector de la izquierda también abrió botellas de champaña; otra sigue sin parpadear desde entonces, paralizada por el susto y huérfana de referentes reales.
Si hoy evocamos la RDA como concepto político, éste suscitaría posiciones encontradas (y enconadas): mientras algunos enfatizarían los logros en vivienda, educación y sanidad, otros nos recordarían a la Stasi y la falta de libertades individuales, eso tiene poco de misterioso.
Lo verdaderamente interesante es quién matiza las cualidades y quién los defectos. Si somos el padre de una familia desahuciada y puesta de patitas en la calle por un banco privado, quizá veamos con mejores ojos a un país que nos garantiza el trabajo y la vivienda. Si somos un escritor de éxito, un médico o un catedrático en la universidad quizá valoremos más la cuestión de las libertades individuales y opinemos que un país bajo la lupa de la Stasi es un verdadero infierno.
Es lógico: al tener cubiertas las necesidades básicas (materiales), hace que aspiremos a copar otro tipo de necesidades más elevadas como la libertad individual (inmaterial). Cuando Beatriz Preciado dice que no hay que cortar cabezas y reniega de la violencia política para hacer la revolución, también es comprensible. Desde muy jovencita estudió en colegios privados, en liceos y en el extranjero, lo cual nos invita a pensar que nunca le ha faltado un techo, comida u otro tipo de necesidades materiales. Es comprensible que se centre antes en la cuestión de género que en la de clase o económica. Quizá un transexual sin trabajo y recién desahuciado que no da clases en la Universidad de París, opine que sí que hay que cortar cabezas.
Al final todo es cuestión de prioridades porque como nos contaron hace algunos años los barbudos padres del marxismo: las condiciones materiales determinan la conciencia. Luego claro, está la alienación. Y la propaganda de masas. Con Siria ocurre parecido.
Cuando no es tu ciudad sobre la que van a caer los Tomahawks teledirigidos con precisión quirúrgica (aunque luego siempre caen sobre viviendas, escuelas y hospitales) es muy fácil envalentonarse y pedir una intervención humanitaria que ponga fin al régimen asesino de Al Assad, sólo hay que escuchar al PSOE, adelantando en belicosidad a sus homólogos del Partido Laborista británico.
También es muy fácil caer en la equidistancia y no posicionarse ni con los sirios ni con los americanos. Obviamente mi modelo no es el de Al Assad, pero si nos ponemos tiquis miquis ni siquiera lo es el cubano, ni el bolivariano, ni el de Allende, ni el de la China de Mao, ni el Vietnam del tío Ho, ni el soviético de Lenin, Stalin o Gorbachov, ni el del Frente Popular en España: todos están llenos de innumerables defectos y errores. Pero frente a Estados Unidos o cualquiera de sus perros falderos de la OTAN, los defenderé con uñas y dientes.
Los antiguos nativos americanos practicaban canibalismo y se comían el corazón de sus adversarios (en esto coincidían con los rebeldes sirios) mediante sacrificios y ofrendas a sus dioses, obviamente no eran mi modelo, pero no por ello los tengo que equiparar a los conquistadores españoles: usureros codiciosos, asesinos en masa y fanáticos religiosos. Obviamente no es lo mismo hacer sacrificios humanos a los dioses que exterminar una raza entera y saquear un continente. Nunca es lo mismo. Con Siria ocurre parecido: muchos desde la izquierda, están equiparando a los nativos americanos (Al Assad) con los conquistadores (EE.UU y el imperialismo). La parábola viene como anillo al dedo.
Decía Howard Zinn que en un tren en marcha no se puede ser neutral y nada simboliza mejor un tren en marcha que una guerra. En una guerra puede que no haya buenos y malos, pero siempre hay unos menos malos que otros, siempre.
Los norteamericanos bombardearon Dresden y por tanto eliminaron el bombardeo sobre ciudades como crimen de guerra para no verse juzgados. Deleznable, pero pese a ello, ¿alguien se atrevería a negar que los menos malos en la Segunda Guerra Mundial eran los aliados? ¿Alguien se atreve a equiparar el bombardeo de una ciudad con los hornos crematorios? Y sí, pese a que lo de Dresden fue un crimen horrible, en algunos países es delito hacer esa equiparación. Podríamos ir más allá y enseñar los dientes para ponernos del lado de la víctima del holocausto y afirmar que de víctimas inocentes nada, que mientras el país entero olía a judío incinerado todos hacían como que nada ocurría, nos grita un joven estudiante alemán en la película El Lector.
Como sucede con las víctimas del imperialismo, hay crímenes de primera y de segunda división, obviamente no es lo mismo matar a una persona, que entrar en una escuela y matar a 50 niños. Las dos cosas son horribles, pero no es lo mismo, de ahí que nos dotemos de un complejo marco jurídico que penaliza los distintos tipos de atrocidades y crímenes. Igualmente no es lo mismo matar rebeldes en una guerra civil (aquí en España sabemos de eso) que mandar portaaviones a la otra parte del mundo para intervenir en esa guerra. ¿Todavía nos creemos el cuento de gastar millones de dólares por puro altruismo democrático? Altruismo democrático eran las Brigadas Internacionales, no Estados Unidos librando guerras en nombre de la democracia y los derechos humanos. Es obvio, pero vivimos tiempos esquizofrénicos en los que cabe resaltar y matizar lo obvio.
Dice Santiago Alba Rico que lo más urgente es clarificar quién utilizó las armas químicas. ¿Este señor es el mismo que escribió Dejar de pensar? Cada día me cuesta más creerlo. Carece de todo sentido que el uso de esas armas químicas por parte del régimen se produzca en plena visita de los inspectores de la ONU y con la guerra prácticamente ganada por parte de las fuerzas de Al Assad. No sólo quiere pintar a los dirigentes sirios como la viva encarnación del mal, además también quiere hacernos creer que son gilipollas y están deseando dar una excusa para que Estados Unidos y su corte de bufones falderos acuda a arrasar el país.
Algunos hablarán de guerra civil, pero cuando uno de los bandos está formado por mercenarios a sueldo financiados por potencias extranjeras no es una guerra civil. Que los llamados rebeldes están financiados por la OTAN y Arabia Saudí es un hecho consumado.
Por otra parte y respecto a la cuestión de las armas químicas, todo parece conducir a una operación encubierta de los servicios secretos norteamericanos y británicos. Incluso agencias de noticias poco sospechosas de estalinismo como la norteamericana Associated Press apuntan a que fueron los rebeldes (suministrados por Arabia Saudí) los que emplearon ese tipo de armas químicas de forma negligente. Lo que le puedo asegurar al señor Alba Rico es que fueron los americanos en Faluya y los israelíes en Gaza los que, a ciencia cierta, utilizaron fósforo blanco y otras armas químicas. De hecho todavía en Irak continúan naciendo niños con terribles malformaciones y el número de soldados americanos en la reserva con distintos tipos de cáncer continúa creciendo debido al uso de este tipo de armamento.
Hay gente que no aprende de la lección de Irak, ni de la de Afganistán, de la de Egipto, de la de Libia... y les gusta tropezar con la misma piedra infinitas veces, haciendo uso de una incomprensible memoria selectiva ya que, algunos no nos olvidamos, ni de las famosas armas de destrucción masiva, ni de que Sadam tenía capacidad para lanzar un hongo nuclear, ni de que el ejército había desenchufado las incubadoras en Kuwait...
También me acuerdo del hundimiento del Maine, del hundimiento del Lousitania, del «incidente» del golfo de Tokkin, de Nicaragua es un país comunista a escasas millas de Texas y una seria amenaza que puede invadirnos... ¿Por qué tengo que pensar que un mentiroso compulsivo que ha mentido al mundo y a su pueblo para participar en innumerables conflictos bélicos no vaya a mentir ahora? Lo que hace Alba Rico (y su coro de fieles guardando reverencia con una disciplina que aterra) es sencillamente legitimar la agenda imperial.
«Las versiones moderadas de la ideología de los derechos humanos, aquellas que no necesariamente proponen la guerra pero que alientan la intervención, tenga el aspecto que tenga, en diversos países del Tercer Mundo o que denuncian constantemente lo que allí sucede, deberían igualmente ser motivo de crítica. Efectivamente, al insistir sobre ciertos aspectos e ignorar otros, crean una imagen distorsionada del mundo que favorece a la versión dura de la ideología de los derechos humanos y desdeña la oposición a las guerras imperiales.
(...) Cada protesta relativa a la violación de los derechos humanos en el extranjero refuerza, aunque sea involuntariamente, la buena conciencia occidental ('en nuestros países, al menos, esos derechos son respetados')». [Jean Bricmont en El imperialismo humanitario]. O lo que viene a ser lo mismo, nos plegamos a la agenda imperial porque denunciamos regímenes cuando Estados Unidos decide que son malos. ¿Dónde estaba Viento Sur e Izquierda Anticapitalista cuando Gadafi recibía la llave de oro de la ciudad de Madrid en 2007? ¿Dónde estabas tú? ¿Dónde estaba tu colega Ignacio Ramonet? Lo que sí dijiste mientras caían las bombas —y es literal— fue: «No es la OTAN quien está bombardeando a los libios sino Gadafi». Ver para creer.
Durante la intervención en Irak de 2003 el No a la guerra fue gritado sin fisuras. Todos sabíamos que, evidentemente, Sadam Hussein no era ni mucho menos un modelo a seguir, pero ello no implicaba que no denunciáramos con vehemencia el imperialismo americano y sus intereses geoestratégicos en la zona, intereses que por cierto, no han cambiado. Uno podía gritar no a la guerra sin que se le exigiera condenar previamente que Sadam Hussein era un dictador. ¿Qué ha cambiado? La cosa se llama primaveras árabes.
La diferencia entre Irak 2003 y Libia y Siria recientemente, es la aparición de las primaveras árabes. Ocurre que hay personas que han visto revoluciones populares por encima de sus posibilidades y sí, revoluciones hay de muchos tipos: burguesas (francesa, americana) religiosas (Jomeini), separatistas/nacionalistas (Kosovo) y socialistas (URSS, China...) Por tu parte te empeñas en hablar de «revoluciones democráticas».
Una revolución, sea del tipo que sea, siempre es democrática, puesto que se produce gracias a la implicación de mayorías sociales, lo contrario es un golpe de estado. Eso no significa que toda revolución vele por los intereses de las clases populares. La francesa sin ir más lejos, apartó a gran parte de la población puesto que apostaba en principio por el voto restringido en función de las posesiones materiales. Un comunista (como te autoproclamas en tus artículos) no cree ni comprende el concepto de revolución democrática puesto que la democracia es un sofisma y existe una dictadura de una clase sobre otra. Perdóneseme el ponerme tan dogmático pero es que además y a lo largo de la historia, cada vez que se utiliza el concepto revolución democrática el resultado ha sido verdaderamente tenebroso para las clases populares. Revolución democrática es un concepto que le pega a Henry Kissinger, no a ti, Santiago. Otra cosa es que, a modo de marketing/estrategia y para acercarnos mejor a las multitudes, exprimamos a nuestro favor el concepto democracia ya que otros, como dictadura del proletariado, han sufrido demasiado desgaste y contra-propaganda imperialista. Pero cuando tú hablas de revolución democrática en los países árabes hablas de cualquier cosa menos de colectivizar los medios de producción.
Resulta muy reveladora la indulgencia con la que te refieres a verdaderos criminales de Al Qaeda (núcleo de los llamados rebeldes sirios) bajo el ambiguo epitafio de ‘islamistas radicales’. Lo que sea con tal de no rectificar y continuar con esa huida hacia delante en la que te estás viendo involucrado.
Gente como Carlos Tena ya te ha sacado los colores, gran parte de la izquierda transformadora (a excepción de esos que sacan muy pocos votos pero tienen mucha propaganda en diarios sangrados por un ERE) está más que harta de tus opiniones sobre Oriente Medio. Construyes tu argumentario político en base a las mayorías sociales y en base a que los países árabes son muy religiosos, legitimando la realidad existente.
Los comunistas no se conforman con la realidad existente, aspiran a transformarla. En España una gran mayoría social vota al PP y al PSOE, además un 74% se declara católico. Me parece fantástico. Aspiro a transformar esa realidad, no a claudicar ante ella, que es ni más ni menos, lo que tú haces cada vez que coges la pluma para hablar de los procesos y transformaciones que vienen dándose en el mundo árabe. Claro que, justificas atrocidades políticas en base a la cuestión de las mayorías sociales cuando te interesa: obviamente (y los hechos lo están demostrando) una gran mayoría del pueblo sirio está con su presidente, pero por lo visto esa mayoría en este caso concreto no te interesa. Para justificar el islam político radical sí, para defender el único estado laico que queda en la zona no. Y te haces llamar comunista. Por cierto y otra más: ¿por qué ni una sola línea sobre los kurdos que viven en Siria y están enfrentados a todas las facciones? Te repito que Al Assad no es mi modelo y si realmente apoyo y apuesto por alguien en el laberinto sirio es por esos kurdos, por minoritarios que sean.
Sí, Santiago, ya sabemos que el mundo árabe es muy complejo y los occidentales (y por lo visto también los gobiernos progresistas latinoamericanos) somos muy tontos y cortos de entendederas para poder analizar la realidad de Oriente Medio con tu clarividencia. Pero me resulta sospechoso que hasta tres distintos partidos comunistas sirios, condenen de forma unánime la injerencia extranjera. Yo cuando no lo tengo claro pregunto a los míos. Quizá saben lo que se les viene encima (ya te dije que es fácil hablar de intervenciones humanitarias cuando los pepinos no caen sobre tu casa) y no exigen una condena previa al régimen de Al Assad para poder condenar la intervención, cosas de la urgencia. El tiempo corre en su contra e insisto, los pepinos van a caer sobre sus casas, no sobre la tuya.
Acabo de ver en un muro de facebook lo máximo: gente alegrándose de que la manifestación en Madrid contra la guerra ha sido muy minoritaria. Son los mismos que defienden tu reciente artículo (Siria: la intervención soñada) y tus posiciones. Después de poner la noticia pegan tu artículo. ¿No te da vergüenza que gente que se alegra de lo minoritarias que son las manifestaciones del No a la guerra en Siria suban tu artículo?
Las llamadas primaveras árabes han abierto una fractura irreversible en la izquierda, aunque pensándolo bien, quizá ya estaba abierta: son los mismos que siempre ven reponedores y nuevos sujetos precarios pero nunca obreros, los que sólo tienen tinta en sus textos para los jóvenes con dos carreras y máster que emigran a Londres pero nunca para los abultan las cifras de fracaso escolar, los que siempre están con la acusación de estalinista en la boca, los que están obsesionados con reformular y reinventar hasta el infinito no se sabe bien el qué, los de los nuevos sujetos e identidades, los que siempre hablan de las monstruosidades de la URSS más que de las monstruosidades de Estados Unidos, los que hablan de paro, miseria y necesidad pero curiosamente ni ellos ni sus padres han padecido nunca ni paro, ni miseria, ni necesidad (por eso se les atragantan tanto los estrictos análisis de clase), los que celebraron la caída del muro porque entre otras cosas, nunca se vieron de patitas en la calle con su familia y tuvieron que elegir entre la libertad de tener un techo o la libertad de elegir entre veinticinco tipos de pasta de dientes.
Te aseguro que, cuando a principios de los años ochenta mi padre se vio con mujer y dos hijos en la puta calle, hubiera elegido la libertad de la RDA con un trabajo y un techo. Y sí, con Stasi, muro y todo. Y eso es así porque, aunque muchos vivan de degenerar el marxismo, las condiciones materiales continúan determinando la conciencia. Porque cuando la necesidad aprieta, uno se vuelve menos exigente, menos erudito, menos perfeccionista, pone menos peros.
Y eso es lo que hace esa izquierda trasnochada que hereda el piso de papi, esa izquierda que apoya a la PAH pero nunca sufrirá un desahucio: poner peros indefinidamente y dudar de todo hasta caer en un relativismo pueril que nunca condujo a nada. ¡¡De hecho hasta nos pides que hagamos análisis no ideológicos!! Peros a Cuba (es un modelo agotado que debe reinventarse), peros a los procesos bolivarianos (caudillismo, en Siria se equivocan, etc) peros a la RDA (no hay libertad individual).
Se enredan en su limbo académico buscando ese modelo perfecto que nunca llegará, es decir, reducen el conflicto al 'O todo o nada', sabiendo que el todo es el modelo perfecto y no existe, y en la nada, que es lo que tenemos, sencillamente viven de puta madre. En esto coinciden con los estalinistas de Twitter, esos que matan el tiempo encumbrando un obrerismo de tipo dogmático y profundamente sectario y lo más cerca que estuvieron de un obrero fue cuando vieron Los Lunes al sol. El neoestalinismo de redes sociales que se pasa la vida haciendo chistes sobre Trotsky y el alpinismo y el neotrotskismo NINI equidistante (del que probablemente sin quererlo te has convertido en gurú) que se pasa la vida denunciando el estalinismo, son dos caras de la misma moneda, ambos hijos de la revolución tecnológica y la expansión de las redes sociales: la repercusión de ambos en la vida social es completamente nula (y la nula respuesta a esta ofensiva neoliberal así lo corrobora).
Mi papá no fue de esos privilegiados que durante el franquismo pudo estudiar una carrera; trabaja como una bestia desde los 15 años. Desde muy pequeñito me enseñó quiénes eran los buenos y quiénes los malos. Quizá en ese modelo utópico y teórico con el que sueñas no las hay, pero en el mundo real, en el que mueren niños bajo las bombas, gobiernan las dicotomías.
A veces hay que elegir, entre un modelo perfecto que nunca llega y te pone a vivir debajo de un puente o entre un piso y un trabajo asegurado bajo control de la Stasi.
Entre vivir bajo la Sharia y bajo el ácido de tu marido que te compró por 10 cabras o ir a la universidad sin velo bajo el protectorado soviético (¿te acuerdas de Afganistán? muchas mujeres sí).
Elegir entre un régimen laico que podremos transformar y perfeccionar o entre unos bombardeos que llevarán al país a la edad de piedra.
Y tú, y los demás que se niegan a elegir dicotomías ¿sabes por qué lo hacéis? Porque nunca te has visto debajo de un puente desahuciado, ni nunca te han echado ácido en la cara después de comprarte por 10 cabras, ni nunca has visto tu país reducido a escombros. Otra vez: ¡son las condiciones materiales estúpidos! que siguen determinando la conciencia.
Muy cierto es que el mundo ya no es bipolar, pero sí multipolar. Es tan sencillo como preguntarse qué dice mi polo de referencia (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador...) Lo único que se te pedía era lealtad, Santiago, y la has vendido a fundamentalistas religiosos que comen corazones en directo y lapidan a mujeres que han sido violadas. Qué pena. Yo te admiraba.
0 comentarios