Sobre la candidatura europea
Hugo Martínez Abarca
Hoy se ha aprobado la parte de IU de la candidatura a las europeas. Faltan nombres por aportar como el de Anova (en el quinto puesto) y el de la Chunta Aragonesista en el octavo si finalmente deciden participar en la candidatura. Ha sido un proceso duro.
Sobre tal proceso mostré mi discordancia en el anterior Consejo Político Federal, mi asamblea de base propuso que en Madrid apostásemos por métodos más participativos y finalmente creo que ha sido muy debilitador para la organización y para muchos dirigentes cómo se ha llegado a la lista. Una de las virtudes que veo a la participación democrática también en estos (imprescindibles) procesos es que cohesionan incluso aunque el resultado no guste por la fuerza de una gran legitimidad. Otra cosa es que, siendo importante, tampoco me parezca el centro de la política cómo se elabora una candidatura: uno de los procesos políticos más ilusionantes de los últimos tiempos ha sido Alternativa Galega de Esquerdas y las urgencias del acuerdo firmado con el plazo a punto de acabarse impidieron una candidatura participativa. Pero fue un magnífico acuerdo que además dio lugar a una candidatura brillante que hoy está ejerciendo la única oposición real a Feijóo. Fue un proceso que ilusionó enormemente incluso a quienes hoy dicen que no se puede llegar a un acuerdo cuando se difiere en el método. No pretendo equiparar situaciones: en este caso no ha habido esas urgencias y creo que el método (o su ausencia) no es algo inevitable sino un un error del que seguro que todos tomamos nota. Pero tampoco me creo a quienes señalan esa como la madre de todas las fronteras políticas.
Según las encuestas (previas al acuerdo con Anova en Galicia y al previsible con la CHA y, por qué no, con otros) la lista en la que participa IU va a sacar entre 8 y 10 escaños. Yo quiero pensar que más. Lucharemos por ello. Pero supongamos que eso es lo que va a sacar la lista. En tal caso serían eurodiputados Willy Meyer, Paloma López (CCOO), Ernest Urtasun (ICV), Marina Albiol, quien designe Anova, Ángela Vallina, Javier Couso, quien designe en su caso Chunta Aragonesista, posiblemente Tasio Oliver (Izquierda Abierta) y Lara Hernández y ojalá el candidato de Esquerra Unida i Alternativa que en principio es Gerardo Pisarello.
Obviamente uno habría elaborado otra lista si le hubieran dado una servilleta en blanco. Pero he escrito y me ratifico que es una gran lista (un buen resultado para un mal proceso, pero un buen resultado). Lo que peor sabor de boca me deja es el desplazamiento de Gerardo Pisarello que me parece una de las mejores aportaciones posibles a una candidatura de la izquierda rupturista: es además una apuesta valiente de compañeros que se están dejando la piel por una izquierda potente con audacia, valentía y a veces incomprensión. Algún otro nombre no lo habría puesto o lo habría puesto en otro lugar (incluso alguna persona no sé quién es)… Pues claro: es lo que tienen los acuerdos en los que participan muchos y diversos.
Sin embargo hay varios rasgos de la candidatura que en mi opinión la convierten en una de las mejores candidaturas que ha tenido IU. Primero la cantidad de organizaciones diversas que van a participar en ella. Conforme se van consolidando acuerdos se nos va olvidando que hace poco en Galicia no había una izquierda rupturista con representación parlamentaria (hoy es la tercera fuerza política) y hace apenas una semana no sabíamos si se reeditaría la alianza para las europeas. Se nos olvida que en Aragón las izquierdas no se podían ni ver y se va afianzando una alianza muy positiva para la izquierda y para el pueblo aragonés. Hay también una diversidad interna enorme. Ojalá saquemos 15 o 20 eurodiputados para que sea aún mayor (personalmente me encantaría que entrara Eberhard Grosske, que juega un gran papel en IU y lo ha jugado en este proceso: no sé en qué puesto queda, diría que el 12). Pero para un pronóstico de más de 8 eurodiputados puede haber un grupo de orígenes políticos muy diversos.
Dentro de esos orígenes hay varias personas que muestran las formas de rupturismo político de las que IU y antes el PCE ha carecido en muchos momentos de su historia. Pienso en Marina Albiol, en Javier Couso, en Lara Hernández, Gerardo Pisarello… que ejemplifican unos nuevos discursos de respuesta a la quiebra política y que suponen una novedad en esta lista parecida a lo que significa Alberto Garzón en el grupo parlamentario de la Izquierda Plural. Es un salto cualitativo que supone valentía y coherencia. Y uno lo aplaude con las orejas.
Hay un tercer elemento. IU no va a tener un candidato de IU a presidir la Comisión Europea. Los partidos que integran el PIE han proclamado que su candidato será Alexis Tsipras (Syriza): otra decisión, por cierto, que supone una apuesta por una ruptura real. Eso permite a IU hacer una apuesta en estas elecciones como la que se hizo en Galicia con AGE o como han hecho otras fuerzas políticas: una campaña con liderazgo compartido entre las dos primeras personas que aporta IU a la candidatura y que combinan la veteranía, la experiencia en las instituciones y en los conflictos sociales de Willy Meyer y la juventud y el compromiso en los movimientos sociales y en la lucha contra la corrupción de Marina Albiol.
Se podrá poner un puñado de pegas a la candidatura, insisto. Seguramente algunos pondrán como pegas precisamente lo que yo pongo como virtudes. Es la consecuencia de la pluralidad de agentes. Difícilmente se encontrará en la candidatura errores que no cometiéramos ya antes. En cambio sí aparecen virtudes que (casi) nunca antes tuvimos.
Hemos tenido meses mejores que los del proceso de elección de candidaturas. Mucho mejores. Con todo, el resultado, la candidatura, es una muy buena candidatura que augura un gran trabajo también en las instituciones europeas para confrontar con el saqueo y la troika en todos los ámbitos, también en las instituciones europeas desde las que se nos ataca con tanta o más saña que desde las españolas. Y es también con la que tenemos que dar un golpe sobre la mesa y decir que hasta aquí ha llegado la farsa bipartidista que pone el país al servicio de poderes ilegítimos.
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