Y SI DEJARAMOS DE VAPULEAR A IU?
Grosske
Asisto consternado al desfile de líderes y cuadros intermedios de IU que, desde el pasado sábado, han sentido la necesidad de salir en los medios de comunicación criticando la candidatura europea de Izquierda Unida, básicamente porque tal o cual persona no ocupa un lugar suficientemente relevante.
IU va a los próximas elecciones europeas con una candidatura de lujo en la que se combina experiencia y renovación, juventud y madurez, gente de IU con gente de otras formaciones coaligadas y donde están presentes referentes sociales de indiscutible valía. Esto es tan evidente que, salvo matices, nadie lo discute.
¿Que hay gente muy valiosa que no está entre los diez primeros? Sin lugar a dudas, pero es que, afortunadamente, no podía ser de otra manera.
¿Que alguien opina que al reservar determinados puestos a referentes sociales se han conculcado garantías estatutarias? Recúrrase a Garantías y control, a los tribunales o donde haga falta. No faltaría más. Pero sin salidas de tono ni descalificaciones, respetando a la organización y a los que puedan pensar diferente.
Si a mí me hubieran dejado sólo en la confección de la candidatura - cosa que, afortunadamente, no ha sucedido - seguramente hubiera introducido cambios en esta candidatura que acabo de calificar sinceramente "de lujo" y, desde luego, hubiera cambiado los procedimientos de nominación de candidatos para que fueran más un elemento de movilización que de confrontación; pero, por supuesto, me guardaré muy mucho de utilizar estas diferencias para erosionar a IU en un momento preelectoral.
Como dije en el Consejo Político Federal de hace una semana, el día posterior a las elecciones es imprescindible abrir un debate en IU para mejorar los procedimientos de elección de candidatos pero, con la misma rotundidad, quiero manifestar que el sobredimensionamiento de la importancia de los candidatos y la consiguiente minusvaloración de temas como el programa, es un elemento que forma parte de la viejísima política y que tiene muy poco que ver con el elemento más importante de la renovación de la política: hacerla pivotar, al 100%, en torno a los intereses sociales que se pretenden defender.
En IU hemos de aprender a combinar la pluralidad interna y las diferencias de opinión con el respeto a nosotros mismos y a la organización a la que pertenecemos. No porque IU sea un fin en sí misma o algo más que un simple instrumento, sino porque respetando a IU respetamos a la gente que confía en IU y a la gente que IU dice defender.
Por el contrario, maltratando públicamente a IU, especialmente en estos momentos de agresiones brutales a la ciudadanía, cometemos la gravísima irresponsabilidad de lesionar y demediar al baluarte más importante contra el neoliberalismo que existe en el Estado español. Y este daño injustificable es algo que ningún otro interés, por legítimo que sea, puede compensar
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