Una pregunta
Tomás Hernández
El mismo día que la selección de Brasil recibió una cura de humildad futbolística, el gobierno de Israel empezó a bombardear lo poco que va quedando de lo que fuera Palestina, el exiguo territorio que conocemos como la Franja de Gaza.
Al día siguiente, las portadas de los periódicos de media Europa estaban dedicadas a la derrota, futbolísticamente hablando, de Brasil. En algunos periódicos de Holanda, la noticia destacada era el bombardeo de Gaza. Cuestión de prioridades y de preocupaciones, digo yo.
Los judíos de Holanda sufrieron la misma persecución que los judíos de los demás países. Les fue prohibido pasear por los parques públicos de las ciudades, salir de casa después de las ocho de la tarde, hospedarse en hoteles, ir a balnearios, visitar museos, bibliotecas, cines o teatros. Acudir a piscinas o playas públicas.
Fueron obligados a llevar la estrella amarilla y no podían tener bienes propios. Por ejemplo, una bicicleta. En una ciudad como Amsterdam.
Pero a diferencia de lo que ocurrió en otros países de Europa, los holandeses protestaron contra el trato que recibían sus conciudadanos judíos. Se manifestaron las universidades, que fueron cerradas; las confesiones religiosas, desde la católica a la menonita, protestaron públicamente ante el gobierno nazi. En solidaridad con los judíos muchos holandeses cosieron en sus ropas la estrella de seis puntas. Pese a todo estos esfuerzos, el setenta y seis por ciento de la población judía holandesa fue aniquilada en los campos de exterminio. Unos ciento seis mil judíos, la mayoría de Amberes, fueron asesinados en el holocausto holandés. Las primeras víctimas fueron los doscientos judíos que se suicidaron antes de que las tropas alemanas entraran en Holanda en 1940.
Sirva este recordatorio sobre la “Shoah” holandesa para comprender, quizá, la solidaridad de su prensa, al menos, con el holocausto del pueblo palestino.
Mirar un mapa de Palestina desde que en 1948 la ONU repartió el protectorado británico de Palestina en dos estados, árabe e israelí, y ver a qué ha sido reducida la tierra de los palestinos, es más elocuente que cualquier disertación histórica o moral.
Durante muchos años he leído, leo, sobre el incomprensible y atroz suceso del holocausto judío. Sobre esa ignominia que vivirá para siempre con la especie humana.
Pero viendo, leyendo sobre lo que está sucediendo estos días en Gaza, hago mía la pregunta de Eduardo Galeano: “¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad?”
En Gaza, dice el sionista y criminal gobierno de Israel, se esconden terroristas. ¿De qué terror hablan con tanta desvergüenza?
¿No ven en esos niños palestinos muertos a los hijos de Treblinka, de Auschwitz, de Dachau?
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