Alejandro Rebollo en el mitin de IU en La Herradura
Buenas tardes a todos.
Algunos de vosotros ya me conoceréis, especialmente mis vecinos de La Herradura. A otros os sonará mi cara de algún acto de Izquierda Unida. Y otros directamente no me habréis visto en la vida.
Yo no soy militante de Izquierda Unida. No soy militante de ningún partido, pero eso no quiere decir que no sienta la política o que no la considere uno de los pilares fundamentales de la sociedad. Tengo la suerte de haber nacido en una familia comprometida y trabajadora para la que la política siempre ha sido algo más que noticias en un informativo o tema de conversación ocasional. En mi casa siempre se ha vivido la política de forma intensa y siempre hemos tenido clara nuestra ideología.
De niño alguien me dijo que quien a los 20 años no era de izquierdas no tenía corazón, pero quien a los 40 lo seguía siendo no tenía cabeza. En aquel momento uno absorbe todo lo que le dicen como una esponja, y acepté esa afirmación casi como un dogma.
Ahora, que me encuentro a medio camino entre los 20 y los 40, y gracias a la madurez y el análisis de esta realidad social en la que vivimos, me encantaría volver a encontrarme a esa persona para decirle con rotundidad lo equivocado que estaba y explicarle por qué ahora, precisamente ahora, y sin importar la edad que tengas, la izquierda es más necesaria que nunca.
Vivimos en un país, en una comunidad, en un municipio, con niveles de paro dignos de revuelta social, donde el clientelismo está a la orden del día y donde los intereses de unos pocos están por encima del bien común.
La corrupción, la falta de civismo y la nula responsabilidad social son rasgos comunes de muchos de nuestros dirigentes, esos que campan a sus anchas por esta tierra como antaño hacían los bandoleros, con dos diferencias notables: que estos proscritos ya no llevan un pañuelo en la cabeza, sino que van trajeados, y que están ahí porque los votamos y los amparamos nosotros, la sociedad, convirtiéndonos en cómplices de su saqueo continuo del estado del bienestar.
Da igual si hablo de Madrid, de Sevilla o de Almuñécar y La Herradura, es el mismo patrón repitiéndose una y otra vez a distinta escala y no hace falta ser un viejo lobo de mar para saber que por este rumbo no llegaremos a buen puerto.
Ya es hora de cambiar esto.
Nosotros, los jóvenes, debemos tener un papel protagonista en este cambio. El 15 de mayo de 2011 yo vivía en Madrid y estuve presente en la manifestación que desembocó en una acampada improvisada en Sol, con el posterior terremoto social que aquello supuso. Respiré, por primera vez, un ambiente que sólo conocía por libros que había leído o historias que había escuchado de primera mano por familiares de otra generación. Aquella tarde en Madrid el aire olía a cambio, olía a protesta, olía a indignación pero, sobre todo, olía a esperanza.
Con el comienzo de la campaña electoral he visto a una parte de mi generación interesarse por la política. Los he visto en actos, en mítines, repartiendo octavillas y haciendo llamamientos desde sus redes sociales. Es importante que los jóvenes nos impliquemos en la vida política porque nos afecta a todos y los problemas no se solucionan indignándose en la barra de un bar un sábado por la noche. Y aunque una parte de esta juventud haya adquirido esta repentina conciencia política por la promesa de un cargo o un enchufe si todo sale bien, fomentando ese clientelismo que antes mencionaba, otra parte realmente tiene iniciativa y ganas de aportar al cambio, independientemente de su ideología política.
Pero todos sabemos que el cambio no es fácil, no es algo que se consiga de la noche a la mañana, y tiempos desesperados requieren de medidas contundentes.
Tenemos en nuestro municipio un panorama político complejo. De las 8 formaciones que se presentan a estas elecciones municipales, sólo hay una de izquierdas, algo significativo y desalentador a partes iguales. Algunos diréis que algunas de las nuevas fuerzas políticas y el PSOE también lo son. No podría estar más en desacuerdo. Sobre las primeras, sólo hace falta escarbar un poco en los perfiles de sus integrantes para darse cuenta de que son diametralmente opuestos a lo que la izquierda representa. Y sobre el PSOE, un partido que sabiendo el estado actual del municipio y sus necesidades plantea construir otro puerto deportivo, centros comerciales y campos de golf, debería cuanto menos entregar la S y la O de sus siglas para dejar de engañar a la gente. Plantear la construcción de campos de golf cuando los agricultores de mi pueblo la poca agua que tienen la pagan a precio de oro y sus plantas se están secando es un insulto a todos ellos.
Sobre el resto de formaciones y su posicionamiento ideológico, no hace falta decir que su única ideología es la suya propia, la de sus carteras y las de sus amigos. Estoy harto y me niego a fomentar este expolio continuado con mi voto.
Cuando nos referimos a la política a escala local mucha gente dice ‘yo no voto al partido, voto a la persona’. Para mí eso es un error. Esa persona te puede caer muy bien y te puede decir cosas estupendas, pero en política las palabras se las lleva el viento con asombrosa facilidad. Yo prometo, yo me encargaré de cambiar esto, con tu voto podré hacer esto otro, y así cada 4 años. La única palabra que tiene validez en política se llama programa.
Estamos hartos de encantadores de serpientes, los ciudadanos queremos un programa serio, factible y tangible, que en lugar de prometer decenas de nuevas obras y mejoras estéticas, ofrezca soluciones reales para mejor la calidad de vida de nuestros vecinos y la salud democrática del municipio. He leído varios, y espero que vosotros también, y el programa de IU es el único que aborda los problemas de la gente de forma seria, realista y contundente.
No voy a entrar a desgranarlo, está a vuestra disposición, pero propuestas sobre la mejora de la transparencia, la participación ciudadana o la municipalización de servicios para ahorrar costes y generar empleo, creo que deberían ser básicas en el programa de cualquier partido que realmente quiera mejorar la situación de nuestro municipio. Todo lo demás es fachada
Y ya para finalizar, me gustaría hacer un llamamiento a la gente que acusa a las formaciones de izquierda de utópicas, de querer cambiar el mundo en el que vivimos desde un enfoque de todo menos realista. A esa gente les diré que problemas en el mundo hay muchos, demasiados, pero por cada problema que identifiquemos hay mil personas decentes, capaces de unirse y trabajar para cambiar las cosas. Y aunque esto sean sólo unas elecciones municipales, no se me ocurre mejor forma de dar un primer paso. Las cosas se cambian desde abajo, desde los barrios, y como dijo un tal Salvador Allende en su último discurso
“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
Salud y República.
0 comentarios