El huevo de Liliput
Con este sugerente y bien buscado título nos presenta un períódico digital de la comarca una reflexión interesante acerca del famoso referéndum. Partiendo, creo, de una valoración positiva del documento de aprobación inicial, el autor del escrito llega a una conclusión bastante similar a la que sostenemos en estos momentos desde IU. Da igual lo que pueda pensar cada ciudadano del documento que Benavides presentó arropado por decenas de asociaciones que no se habían leído el PGOU. Da igual la opinión que hace tres años pudo tener cada uno de los almuñequeros acerca de un proyecto para construir 30.000 viviendas, cuatro campos de golf y un puerto deportivo en la Sandovala. Da exactamente igual, porque como bien dice el autor de 'El huevo de Liliput', el PGOU, con referéndum o sin él, será el que dictaminen los técnicos de la Junta de Andalucía, como así ya viene siendo. Y es que no puede ser de otra manera. La ley es clara al respecto. Para Benavides es tentador organizar un plebiscito con el doble objetivo de estrechar aún más los lazos con el PP y convencer a parte de la población de que las grúas estarían funcionando y el pueblo sería Jauja si ese PGOU ya estuviera en marcha. Él sabe que eso es mentira y que las grúas han dejado de funcionar porque ya no tenemos dinero para comprar casas a 200.000 euros. Eso lo sabe perfectamente, porque de tonto no tiene un pelo, pero el referéndum es una buena excusa para distraer la atención de la gente y hacerles creer que este pueblo tendría pleno empleo si no fuera por los obstáculos de la Junta (y ya de pasada, de Izquierda Unida y los ecologistas).
Este es el editorial titulado: El huevo de Liliput
Cuenta Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver que los habitantes del reino Liliput y los de sus vecinos de Blesfuscu venían ensalzados en “una guerra obtinadísima” de por cual polo debía de abrirse un huevo, si por el más ancho o por el más estrecho. A cuenta de su práctica se habían sucedido entre ambos reinos distintas guerras con el consiguiente número de víctimas.
Ahora que sabemos que el PGOU sexitano no llevará tantos y cuantos campos de golf, que no habrá puertos y la famosa marina seca de Vila Moura será dique seco en nuestras latitudes, el Tribunal Supremo ha decidido que los sexitanos pueden votar en referéndum cual es el modelo de ciudad que desean, que, como apuntamos, en el trámite actual del PGOU no es ni sombra de aquel que se aprobara inicialmente.
Que la decisión del Supremo anule la decisión del Consejo de Ministros de prohibir la propuesta de referéndum que era perfectamente legal y en la que muchos ciudadanos creyeron, es por una parte un apoyo a las políticas municipales y por otro una manera salomónica de tener a todos contentos, puesto que en la practica es decir que cada cual abra el huevo por la parte que le sea más conveniente.
Pero, no obstante, el huevo en este caso se abrirá por la parte señalada por la Ley y el PGOU con referéndum o sin él será el que dictaminen los técnicos de la Junta de Andalucía, como así ya viene siendo.
En este momento de euforia el alcalde de Almuñécar ha señalado que tiene intención de celebrar dicho referéndum en los primeros meses del 2009, aunque el asunto a estas alturas ya no decida nada y sólo la satisfacción para el equipo de Gobierno de haberse enfrentado a Goliat y vencerlo.
Pero cabe otra probabilidad: tal como se presenta el horizonte, con una galerna económica de impredecibles consecuencias, el plantear en esta circunstancias un referéndum, que únicamente halagará el ego pues que el resultado no determinará nada más, supone un gasto que no creo que las arcas municipales estén en situación de permitirse y puede ser perjudicial para el partido gobernante, pues no se puede pedir a nadie que vote por una opción que, si en su momento fue factible y combativa, en estos momentos es incorregible. Hemos ganado a la arbitrariedad del ejecutivo, pero pírrica victoria que llega demasiado tarde. Que no cueste más dinero ni más tiempo.
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