Blogia
Almuñécar contra la corrupción

Recomiendo el libro 'El rapto de Higea'

Recomiendo el libro 'El rapto de Higea'

José Francisco Llinares Coloma

 El último libro que he leído se titula “El rapto de Higea” cuyo autor es Jesús García Blanca. Hacía años que no caía en mis manos un trabajo tan bien hecho. Jesús ha sido capaz de conectar adecuadamente áreas de la vida que se suelen contemplar por separado, a pesar de estar total y absolutamente relacionadas entre sí.

Una magnífica obra de investigación y síntesis, que pone al descubierto hasta dónde ha llegado la ciencia, mediatizada por los intereses económicos. En concreto, respecto a la industria farmacéutica, nos aclara con todo lujo de detalles cómo se ha puesto al servicio de la recaudación, situando la salud de las personas en el último lugar de su orden de prioridades.

Como cualquier cosa que pueda decir no estará a la altura de la excelente calidad del libro, prefiero copiar un fragmento de la introducción con la sana intención de que os enganche y lo leáis entero. Una vez que se empieza a leer, es difícil parar.

INTRODUCCIÓN

El terreno representado por lo que habitualmente llamamos «salud y enfermedad» es campo abonado para el ejercicio del poder. Y ello en una doble acepción: es una jurisdicción donde se ejerce el poder, y es también —y esto es mucho más importante— un complejo conjunto de mecanismos que producen efectos de poder: fabricación de verdad, manipulación de discursos, imposición de modelos éticos y de comportamiento, implantación de automatismos...

El ejercicio del poder en este campo específico y su entrecruzamiento con otros ha puesto en marcha una serie de procesos que se retroalimentan entre sí: superespecialización de la ciencia, aplicación irresponsable de la tecnología, falta absoluta de participación de los ciudadanos en la gestión de su salud, control creciente de los servicios sanitarios, de la investigación y de la formación e información por las compañías farmacéuticas; es decir, por el Gran Capital. El resultado: deshumanización y medicalización.

Pero estos procesos no solo no logran solucionar los problemas de salud, sino que contribuyen a agravarlos. Ello, unido a la imposición del Modelo Occidental Capitalista Desarrollado y sus mecanismos de perpetuación —urbanización y desarrollo industrial competitivo al margen de las necesidades humanas, desequilibrios y desigualdades, modelos educativos concebidos para la domesticación de los individuos y la protección del sistema—, agudiza la degradación ecológica, social, educativa y biológica, evidenciando una crisis global de la salud y de los sistemas sanitarios de la que algunos síntomas visibles son el aumento del número de enfermedades, del número de enfermos, del consumo de servicios curativos y del costo de esos servicios.

Esto por lo que se refiere a los países ricos. En el resto del planeta, las condiciones creadas por la expansión colonial, el capitalismo y el imperialismo solo pueden describirse de una forma: genocidio.

El organismo de gestión de este gigantesco programa de dominación es el Modelo Médico Hegemónico y sus instituciones, cuyos inicios efectivos se remontan al siglo XVIII. La salud se convierte entonces en un asunto público; la institución médica se normaliza y comienza a arrebatar parcelas de poder a la institución religiosa y a ocupar el terreno no insitucionalizado en el que operaban las sanadoras y matronas; se vinculan por primera vez la asistencia médica a los pobres, protegiendo así a los ricos, y el control de la salud de la fuerza de trabajo: las cuarentenas medievales sirven de modelo a una organización político-médica que sustituye el modelo religioso por el modelo militar.

Un momento crucial en la construcción del Modelo Oficial es la victoria de las ideas de Louis Pasteur sobre las de Antoine Bechamp: se asienta un error fundamental que sirve de soporte científico a la idea de que las enfermedades vienen del exterior; y se establecen los mecanismos de intervención terapéutica que consisten en buscar productos que las combatan, productos que suponen un negocio fabuloso y que, de paso, dejan intactas las causas profundas de las enfermedades, favoreciendo la peligrosa idea de intervenir en la estructura social.

Para tener una perspectiva realmente integradora de estos problemas es preciso analizar las estrategias de control y normalización que tienen su desarrollo en el ámbito de la salud —entendida en sentido amplio como la salud del planeta y de todos los seres vivos—, y que suponen una violación del desarrollo vital funcional del ser humano: invasión tecnológica de los campos de la salud y la alimentación, robotización —en el sentido de simplificación y automatización—, manipulación permanente de la información, concepción mecánica de la salud ignorando o pervirtiendo las causas y la conexión socio-político-económica-mediática... ¿Acaso no están suficientemente claras las resonancias policiales del término «seguridad social»?

Sin embargo, el eje salud-enfermedad está prácticamente ausente de los debates y análisis de los diversos movimientos antisistema, incluso de los más radicales, lo que corre el riesgo de interpretarse como algo más que patética ingenuidad.

El único debate abierto —en un paralelismo nada casual con el eje educación— parece ser que es el de decidir si el sistema sanitario debe ser público o privado, sin tener en cuenta que el Mercado controla la investigación, las publicaciones especializadas, la difusión masiva de noticias relacionadas con la salud y a una enorme cantidad de ONG que trabajan en este campo, y que ello repercute sobre los discursos, los conceptos de salud y los modelos sanitarios más allá de cómo se administren.

Aquí se puede comprar el libro impreso

Y aquí se puede descargar gratuitamente  (arriba a la izquierda)

0 comentarios