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Almuñécar contra la corrupción

Todas las protestas son inútiles o ilegales

Todas las protestas son inútiles o ilegales

Rosa María Artal

Se diría que todas las reacciones ante el estado de inmundicia que nos rodea se nos presentan como inútiles o ilegales, del mismo modo que -nos aseguran- los grandes placeres hedonistas son pecado o engordan. No hay un solo sistema legítimo para protestar, se le cubre de inconvenientes. Para putearte desde los poderes vale todo, como en el cerdo. Muchos medios contribuyen de forma entusiasta a que rija esta apreciación. La protesta ha de ser masiva, o alguien debe robar un jamón en su transcurso, para que se le preste una mínima atención. Pero ellos mismos aplican el ya llamado “linchamiento mediático” para sofocar cualquier rebeldía.

Las reacciones humanas son variopintas y muchas veces impredecibles. Los griegos de todas las edades, los estudiantes británicos y hasta los italianos abducidos por las teles ”berlusconianas“, andan seriamente irritados y a palo limpio con y desde la policía –como vemos en el vídeo-. Uy, qué miedo. ¿Cómo harán esas cosas?

Los nenes y no tan nenes españoles entre tanto se enganchan al botellónha crecido el consumo de alcohol-, viendo a ver si entienden que quiere decir algo tan profundo, oscuro, críptico y elaborado como las Rimas de Bécquer, tal como vi ayer a unos adolescentes talluditos contar en una tele. Nada, que no saben que quiso decir el poeta por ejemplo con esto:

“Cuando me lo contaron sentí el frío

de una hoja de acero en las entrañas,

me apoyé contra el muro, y un instante

la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,

en ira y en piedad se anegó el alma,

¡Y entonces comprendí por qué se llora!,

¡Y entonces comprendí  por qué se mata!”

Y muchos, la mayoría de la población española, se distraen persiguiendo zanahorias voladoras mientras les roban todo el huerto.

Los irlandeses también protestan. Tienen por qué. Las alegrías del tigre neoliberal las van a pagar durísimamente los ciudadanos. Despidos de funcionarios, subida de impuestos, reducción de los subsidios por desempleo e incapacidad y las ayudas familiares. Los 6.000 millones de euros que deben ahorrar para pagar su “rescate” han de salir de las costillas de los no privilegiados y favorecidos por la crisis.

Pete héteme aquí que Islandia ha reaccionado de otra forma. Otra joya de las políticas neoliberales para enmarcar, fue el primer país en caer. Dijeron entonces que se debía a no formar parte de la UE. Eso les ha salvado finalmente -caer en las fauces de la Bruselas inoperante y azul dificulta mucho la tarea-. Cierto que son apenas 300.000 personas, y nórdicas –que ayuda-, pero ya salen del agujero, están creciendo… tras decidir en referéndum dejar caer a los bancos. Ahora se ocupan en buscar a sus directivos y demás responsables de su quiebra para juzgarlos y encarcelarlos. Ya hay algunos en prisión. Está pasando. Lo estamos viendo… pero la noticia no abre ningún telediario.  Nosotros nos disponemos a votar neoliberal puro –que tan buenos resultados da como se ve- o neoliberal converso con tintes autoritarios. Y a pagar religiosamente lo que manden Bruselas y los mercados. Las zanahorias nos gustan más que a los conejos.

¿Qué hacer entonces? Resulta que sacar dinero de los bancos era peligrosísimo para el sistema y los sistematizados. Y que Cantoná lo dijo en broma. Los islandeses marcan un camino. Y una creciente e iracunda opinión pública no mediatizada y supremamente harta que abre cuentas para sostener a wikileaks allá donde los poderes establecidos se las cierran. Boicots a quienes boicotean la libertad de información, que nos está permitiendo ver lo que piensa EEUU de sus más preclaros socios, que ya sabemos es “opinión de parte”, perfecta maniobra disuasoria. Ponerles la soberanía popular en bandeja o apoyar golpes de Estado (Mauritania) no parece una minucia.

No está todo atado y bien atado. La paciencia tiene un límite como han demostrado los islandeses. Un día, en todos los órdenes de la vida, se ve claro cuál es el camino que conduce directo al precipicio. Veremos despeñarse a los idiotas, cantando las melodías impuestas. En Irlanda, en todos los países derrotados a manos del libérrimo mercado en realidad, arrastraron a toda la población, salvo a los elegidos para la gloria mercantil, bien es cierto.

Igual hay que robar jamones. De atrezzo para que no nos entrullen pero nos presten atención los medios. Y, sobre todo, nunca os creáis que vivir engorda o es pecado. Huid de rémoras y amebas. Al menos, es el único consuelo, gratificante y pleno, cuando el mundo se hunde a nuestro alrededor. Hay un espacio inmenso desde la tierra hasta la luna. El pragmatismo nos está matando.

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