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Almuñécar contra la corrupción

El derecho a la insurrección

Jesús Páez
Asesor de cooperativismo

El juez José Castro, que instruye el caso Nóos por apropiación indebida de fondos ha imputado  a la infanta Cristina Federica de Borbón y Grecia como copropietaria de Aizóon y directiva de Nóos. Su marido, yerno del Rey, aprovechándose del paraguas de la Casa Real, ha demostrado tener una jeta como el cemento.  Bajo la sombra de la Corona ha pegado sablazos, sobre todo, en el área mediterránea. Ya lo decía Jaume Matas a Évole: “hombre, es el Duque de Palma, es el yerno del Rey, cómo  le vamos hacer pasar por un concurso público?”

Menos mal que la Infanta y marido, además de los beneficios colaterales consecuencia de su pertenencia a la Casa Real, disfrutaban de dos puestos de trabajo, bien remunerados y vistosos. Si no llegan a disfrutar de ese estatus  hubieran afanado hasta los cubiertos de los restaurantes.

Al día siguiente de la imputación su hermano, el Príncipe Felipe, se dirigía  a la nueva promoción de jueces y les decía “Nuestros tiempos precisan de una Justicia accesible y eficiente”. No sé si estaba aliviando peso a la Corona o estaba enfadado porque el yerno es un pelín más alto que él. Los nuevos jueces asistentes pensarían: pues no nos lo digas a nosotros díselo al Ministro Gallardón que es el que ha puesto las Tasas para dificultar la accesibilidad y no da presupuesto para poder quemar los legajos en una hoguera y trabajar con tecnologías de hoy.

La otra infanta, Doña Elena de Borbón y Grecia, cuyo estado civil se transformó el 13 de noviembre de 2007  en cese temporal de la convivencia’, dos años después, a divorciada. Según parece, vive una vida plácida al no ejercer su derecho al trono por ser la primogénita. Su hermano, el Príncipe Felipe, es la pieza clave. Un hombre joven que no le ha hecho ascos a la Ley Sálica que impusieron sus antepasados, al  aceptar ser el heredero de la Corona, pero que ha sido muy del siglo XXI, para aceptar el matrimonio morganático, ampliando el mercado matrimonial más allá de la sangre azul. Yo soy un poco daltónico y un poco republicano y lo mismo me dá. Pero si llevar la Corona conlleva unos privilegios que no tienen los demás mortales, entiendo que debiera cargar, así mismo, con los inconvenientes que pueda acarrear el cargo, como es casarse con alguien que no haya escogido o le guste poco.

El Rey tiene mala suerte, pero él tampoco se queda corto en meteduras de pata propias. Y el año 2012 ha sido para él un año más bien horribilis. Si sonado fue el tiro al elefante en Bostwana, su traspié,  mucho más  fue la puesta en escena de la rubia Corina de la que el pueblo llano no conocíamos su existencia. Al salir del taller, con cara compungida,  se limitó a decir:  “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Nadie, o muy pocos,  sabemos  si se refería a que no mataría más animalitos, a que pondría más cuidado en no caerse tanto, o que pondría  más celo en que la Corina no robase tanta cámara en las fotos.  Otra frase suya que se hizo treding topic en   navidad, aparecidos ya los tejemanejes de su yerno, su hija y el exsocio, es la de: “La justicia es igual para todos”. No sé quien o quienes  le preparan los discursos navideños, pero sabiendo lo que se venía encima, ¡se lucieron! Ahora que el juez ha imputado a la Infanta Cristina parece que dicho aserto no es tan categórico, cosa, por otro lado, que la mayoría del pueblo, ya bien escaldado, ni se creyó en la navidad, ni se cree ahora. Más importante que  el Monarca nos haya vacilado con lo de su yerno; con lo de Corina y ahora nos vacile con lo de su hija, es que el Rey de España y Jefe del Estado resulte que está defraudando a la hacienda pública al no declarar una buena cantidad de dinero que tiene hace años  en   un banco suizo.  Y si así esta la primera casa de España, la familia de las familias, la preeminente  Institución  monárquica, el mascarón de proa de la Marca España y baluarte de la unidad de España, ¿Cómo estará la situación por debajo del Rey?.

El Estado, en sus tres áreas principales, no solo no hace de contrapeso con su comportamiento ejemplar,  su eficiencia, su honestidad y honorabilidad sino que viene a añadir más podredumbre. Tanto el Poder Ejecutivo, como el Legislativo, como el Judicial,  no están en sus mejores momentos. Para empezar, el partido que gobierna con mayoría absoluta y ha enterrado su Programa electoral sin pestañear, gobierna por Decreto Ley, dejando al poder legislativo, pillando moscas y jugando con el i-Pad. En esta legislatura no pinta lo más mínimo. Si ya de por sí el Poder legislativo es un juguete roto, en el año largo que llevamos con la apisonadora PP, es como un alma en pena. El empeño del Gobierno por hacer de España una nación dependiente y pobre como las ratas y a la mayoría de sus habitantes unos zombis, no tiene parangón. Pero el bambi se ha convertido en hiena. Siendo trágico en sí mismo, que sea una apisonadora, más trágica es su voluntad de hacer de este país un yermo en el que los derechos cívicos y sociales no tengan la más mínima  relevancia. Acabando con tales derechos por Real Decreto y con la ayuda de un autoritarismo que parecía ya desterrado. Y no digamos nada de su comportamiento ante las reivindicaciones o las manifestaciones de protesta sean estas pasivas, activas, no violentas o de color verde, blanco o violeta. Da igual, este Partido y este Gobierno son absolutamente insensibles al dolor y al sufrimiento de las personas. Millones de familias en las que no entra ni un euro que tienen destrozada su vida y sin el menor atisbo de mejora, no solo les deja totalmente impasibles, sino que les pone contentos. ¡Que se jodan! gritan y aplauden con alborozo. Empeñados en esta tarea, impone expresa y conscientemente, una medida tras otra, para hacer más pobres e indefensos a los más indefensos y pobres, sin el menor escrúpulo en aplicarlas a rajatabla.  Este poder Ejecutivo actual ha perdido, la más mínima autoridad moral, y, creo, que la legal, dado que mintieron absoluta y conscientemente para alcanzar el poder.   Pero ahí están, haciendo desgraciadas a millones de personas y re-cortándole todos los caminos  para que no puedan volver a vivir una vida digna.  Mientras, de manera compulsiva, destrozan el Estado, la cohesión social, los derechos básicos, la educación, la sanidad, empobrecen a toda la sociedad, incrementando las desigualdades, admitiendo la herejía de los desahucios, etc.  Este Gobierno está fuera de la legalidad y fuera de la realidad. Solo vive para realimentar su orgía destructora.

Y ¿dónde está el poder judicial? ¿Ese tercer poder judicial no se siente corresponsable de este desastre?  ¿Dónde está el Tribunal Constitucional?  ¿De qué sirve el Tribunal Supremo compuesto por grupos ideológicos? ¿De qué la Fiscalía teledirigida desde el  Ejecutivo? ¿De qué el Consejo del Poder Judicial compuesto por cuotas y con semanas caribeñas?  Otra vez nos tendremos que poner el pueblo a que, todos estos ganapanes, no nos hundan definitivamente al país en un fangal putrefacto, con nosotros dentro. Nos tendremos que poner porque “Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes.”  (Marqués de La Fayette

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