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Almuñécar contra la corrupción

Cortesía con los pobres

Marcos Quijada. El Correo de Andalucía

Mal asunto establecer el silencio como asunción de errores en política, instaurar el método del laissez passer y convertir al tiempo en el aliado de las soluciones y las explicaciones. El volcán en el que se convirtió Susana Díaz el pasado mes de abril quitándole competencias a la consejera de IU-CA, Elena Cortés, por adjudicar viviendas a familias de la Corrala Utopía, llegando a quitarle el teléfono móvil al viceconsejero o convirtiéndose en adalid de la legalidad frente al supuesto radicalismo, la arbitrariedad y la injusticia de sus socios de gobierno, ha sufrido un fuerte varapalo en los tribunales de justicia. El máximo Tribunal andaluz ha dicho de forma muy clara que la actuación de Elena Cortés y su equipo fue legal, justa y obligatoria con esas familias en exclusión social.

Susana Díaz puso en peligro al propio gobierno andaluz y solo la templanza ajedrecística de Antonio Maíllo salvó aquella crisis, que hoy sabemos, de la histeria y la prepotencia. Pero parece que los pobres, las familias en exclusión social, no merecen la bajada del trono y la petición de disculpas o una explicación de la presidenta; sin ánimo de hacer demagogia, parece que a los pobres solo se les pide el voto y no están en la agenda del perdón y el reconocimiento del mea culpa, a pesar de que la sentencia es contundente contra todo aquel que puso en cuestión la actuación de la consejera de Vivienda y las familias afectadas.

La sentencia permite dudar de que existieran informes jurídicos de asesores que avalaran la acción de la presidenta e incluso pensar que la inestabilidad de gobierno y la vergonzante lucha de pobres contra pobres no sea una acción personal o una estrategia de posicionamiento público ante el problema de la vivienda y sus soluciones en Andalucía, todo ello negociado entre bambalinas con el propio alcalde de Sevilla.

Aquel fiasco de abril, de histeria y prepotencia, dudando de la legalidad de actuaciones que hoy son respaldadas por los tribunales de justicia, exigen mucho más que el silencio como explicación.

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